Por Adriana Boersner Herrera*
La presencia de Rusia en América Latina no es nueva ni exenta de controversia. La Rusia zarista estableció lazos diplomáticos con algunos países latinoamericanos a fines del siglo XIX tales como Argentina, México, y Uruguay. Las relaciones políticas ruso-latinoamericanas cambiaron luego de la revolución leninista. La Unión Soviética se abocó a estrechar lazos con regímenes afines ideológicamente, así como patrocinar partidos y movimientos comunistas en Latinoamérica. Un ejemplo de los lazos ideológicos entre la Unión Soviética y partidos comunistas en Latinoamérica es la creación de la Internacional Comunista y la celebración de encuentros como los que se llevaron a cabo en Latinoamérica como la primera conferencia de la internacional comunista- celebrada en Argentina (1929)- con representación de Argentina, Brasil, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Cuba, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, y Venezuela.
Sin embargo, la avanzada internacional de la Unión Soviética sufrió una especie de alto luego de la muerte de Joseph Stalin en 1953.[1] Hasta principios de los años sesenta del siglo XX, la Unión Soviética prestó mayor atención a África y Asia, mientras percibía América Latina como una región distante, bajo la influencia casi total de los Estados Unidos, y sin mayores oportunidades para fomentar relaciones estrechas. Aunque América Latina usualmente tuvo una prioridad baja en la política exterior soviética, esto cambió tras la revolución en Cuba y el liderazgo de Fidel Castro.
La Revolución cubana alteró la percepción de los soviéticos en al menos en dos sentidos: la oportunidad de buscar alianzas con líderes y partidos de la región que no eran pasivos ante la dinámica internacional, y el verdadero dominio o influencia de Estados Unidos en el hemisferio occidental. Cuba se convirtió en el mayor aliado de la Unión Soviética en Occidente y un actor que permitió aumentar la presencia soviética en el Caribe a partir de la década de los sesenta del siglo XX. Al mismo tiempo, Cuba no fue un actor pasivo y buscó en la Unión Soviética una alianza que beneficiaría el propio proyecto revolucionario dentro de la Isla. Con el tiempo, esto abrió la posibilidad de que la Unión Soviética diera la bienvenida a la victoria de Salvador Allende en Chile y a los sandinistas en Nicaragua.
Con la desintegración de la Unión Soviética y una Rusia económica y militarmente débil, Rusia se abocó primordialmente a establecer relaciones y mantener cierta presencia con los países independientes y soberanos que antes formaron parte de la extinta Unión Soviética. A principios del siglo XXI, Rusia avanzó más allá, y formuló una política exterior expansiva y reactiva, impulsada en parte por la necesidad de ampliar su presencia en mercados internacionales, el cambio de liderazgo en Moscú y el objetivo de la élite política rusa de buscar desempeñar un papel de líder a nivel global.
Con la llegada al poder de Vladimir Putin en el 2000, la élite política en Moscú retoma gradualmente la idea de crear oportunidades para Rusia y proyectar poder en el hemisferio occidental, incluyendo una mayor presencia en América Latina y el Caribe. Esto será patente no sólo en la retórica sino en los lineamientos de la política exterior rusa a partir de ese año[2]. Desde entonces, ¿Qué tipo de alianzas se dan entre Rusia y América Latina? ¿Cuáles de esas alianzas continúan?
Rusia y América Latina en el siglo XXI.
La llamada “marea rosa” o “giro a la izquierda” comenzó a principios de los años 2000 con el ascenso de líderes de izquierda y de centroizquierda en América Latina, o líderes que con el tiempo dieron un giro hacia la izquierda.[3] Esta “marea rosa” involucró a personajes como Hugo Chávez en Venezuela (1998-2013), Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2003-2011), Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina (2003-2007 y 2007-2015), Tabaré Vasquez en Uruguay (2005-2010/2015-2020), José Mujica en Uruguay (2010-2015), Evo Morales en Bolivia (2006-2019), Michelle Bachelet en Chile (2006-2010/2014-2018), Manuel Zelaya en Honduras (2006-2009), Daniel Ortega en Nicaragua (2007-presente), Rafael Correa en Ecuador (2007-2017), Fernando Lugo en Paraguay (2008-2012) y Mauricio Funes en El Salvador (2009-2014). Esta noción cliché sobre el “giro a la izquierda” hizo presumir por mucho tiempo que América Latina y El Caribe era una región uniforme y se dio poca atención a las diferencias entre los países y los mismos líderes que, aunque de izquierda, tenían objetivos e implementaron políticas distintas en sus países. Es de acotar que aun cuando la mayor parte de estos gobiernos se reconocieron como parte de esta llamada “marea rosa” no todos plantearon iguales desafíos para la región, o los mismos proyectos dentro y fuera de la región. Casos contrastantes son Venezuela y Chile.
Entre los que plantearon cambios notables dentro y fuera de América Latina se encuentra Hugo Chávez. Chávez formuló nuevos esquemas de integración en América Latina y reavivó y reforzó un discurso antiestadounidense que lo acercó a estrechar alianzas extraterritoriales con China, Irán, y Rusia. Mientras tanto, otros líderes decidieron mantener proyectos políticos y económicos que los precedieron aún en formas levemente reformadas.[4]
La etapa actual en Latinoamérica es más difícil de caracterizar debido a que hay gobiernos de esa marea rosa que se han mantenido en el poder, gobiernos de centroderecha y de izquierda que no comparten las mismas visiones de la izquierda de principios de los 2000. Paralelamente, se ha visto un incremento de malestar social, mayores niveles de desigualdad y polarización, al igual que instituciones democráticas bajo amenaza debido al autoritarismo consolidado (Nicaragua y Venezuela) y erosión democrática (Brasil y El Salvador) en algunos países.
En este contexto de “mareas” y cambios, varios países en América Latina y El Caribe han buscado cooperaciones y alianzas con mercados nuevos como son China y Rusia. La presencia de Rusia en América Latina antes de la década del 2000 se centró en un grupo limitado de países, entre los que se encontraban Argentina, Cuba, Nicaragua y México. Posteriormente, Venezuela empezó a estar más presente en la agenda de la política exterior rusa. El acercamiento inicial de Rusia a América Latina a principios de los años 2000 se basó en el interés de esta de ofrecer oportunidades a sus principales industrias (militar, gas, petróleo, nuclear), a una política reactiva a las estrategias de Estados Unidos a nivel global, y al objetivo de crear un mundo multipolar en donde Estados Unidos no fuese el único centro de poder con influencia.
Los países de América Latina que se acercaron estrechamente a Rusia vieron estos intereses rusos como propios, al tiempo que surgía una retórica más de confrontación hacia Estados Unidos. Sólo entre 2000 y 2009, Rusia firmó alrededor de doscientos acuerdos con varios países de América Latina[5] y se realizaron múltiples visitas oficiales desde Rusia hacia América Latina y viceversa. El acercamiento se basó en oportunidades concretas, pero también en una proximidad en los discursos políticos de los líderes. Ahora bien, ¿cuáles han sido los principales aliados de Rusia en América Latina a partir de este momento?
Principales aliados de Rusia en América Latina
Brasil: la relación ruso-brasileña es de las menos comentadas en los medios y menos estudiada en la academia y en el mundo político. Sin embargo, ha sido una relación importante al menos desde 2004. Las relaciones con Brasil se desarrollaron de manera bilateral, primordialmente con intercambios comerciales. Más allá de este intercambio, un motor esencial en la relación ruso-brasileña ha sido la idea de la construcción de un mundo multipolar en el cual se favorezcan varios bloques y centros de poder económicos y políticos.[6] A partir de 2004, se ve como la relación bilateral empieza a hacerse más fuerte en instancias multilaterales como el BRIC y mayores acuerdos de cooperación comercial en el marco de MERCOSUR. Con Brasil, el intercambio comercial de carne brasileña y maquinaria rusa ha sido importante. Sin embargo, ese intercambio no es remotamente tan importante como el que sostiene Brasil con China o Estados Unidos. Aunque desde principios de los 2000 se estableció una comisión de alto nivel para la cooperación ruso-brasileña, se han dado múltiples visitas oficiales entre ambos países, pactos sobre tecnología militar y diversos acuerdos comerciales, con el tiempo ha existido un decrecimiento en la balanza comercial entre los dos países[7] y un alejamiento discursivo y político debido al cambio de liderazgo en Brasil[8].
Cuba: la relación ruso-cubana es la más extensa y de las más controversiales en la región de América Latina. Desde la llegada al poder de Vladimir Putin, este ha buscado retomar las relaciones con el país caribeño y apoyar a Cuba ante el embargo comercial estadounidense que se mantiene contra Cuba. Rusia ha prestado ayuda comercial y humanitaria (especialmente durante la pandemia del COVID-19) a Cuba, y ambos países han buscado reforzar el sector turístico, alcanzando acuerdos de vuelos directos entre Moscú y la Habana,[9] al igual que cooperaciones en el ámbito petrolero, de vivienda y alimentos. Rusia ha sido un país clave para Cuba en el ámbito de financiamiento debido a la falta de crecimiento económico de la Isla, y a las sanciones económicas. Sin embargo, ese financiamiento ha fluctuado sustancialmente debido, al menos, a tres eventos importantes, la crisis financiera de 2009, la pandemia de COVID-19 del 2020, y la guerra en Ucrania en 2022.
Nicaragua: como ocurre con Cuba y Venezuela, la relación ruso-nicaragüense se ha basado primordialmente en afinidades políticas. Cuba y Nicaragua son dos importantes ejes en la presencia militar rusa en el Caribe, siendo esto evidente en las maniobras militares que se llevaron a cabo en mar territorial nicaragüense en 2008. Una vez que Daniel Ortega retomó la presidencia en 2007, Nicaragua y Rusia han fortalecido la cooperación en varias áreas como la armamentista, comercial (compra de café, frutas), agrícola, industrial[10] y tecnología nuclear. La relación entre Nicaragua y Rusia ha sido cada vez más estrecha hasta al punto que Nicaragua fue una de las pocas naciones que decidió reconocer Crimea como nación independiente (luego de que Rusia invadiera y anexara este territorio ucraniano en 2014) y abrir un consulado en Crimea para lograr el inicio de acuerdos de cooperación comercial y económica. Esto condujo a Ucrania a sancionar a algunos ciudadanos nicaragüenses y rusos.
Venezuela: la relación ruso-venezolana de principios de la década de 2000 derivó del interés personal de Hugo Chávez y Vladimir Putin.[11] Durante mucho tiempo, la afinidad entre Chávez y Putin estuvo en el centro de la cooperación reforzada con numerosos viajes oficiales hacia y desde Rusia y Venezuela, así como la firma de diversos acuerdos bilaterales y multilaterales. Sólo entre 2001 y 2019, Rusia y Venezuela firmaron más de 170 acuerdos[12]. Sin embargo, se desconoce el número exacto de los acuerdos y el dinero involucrado en esta alianza bilateral, dada la falta de datos y la opacidad de las instituciones gubernamentales. La mayor parte de los acuerdos firmados entre Rusia y Venezuela tienen que ver con comercio, inversiones en el área de petróleo y gas, armas y equipos militares. Aun cuando la venta de armamento y equipo militar ruso a Venezuela sigue siendo marginal, el efecto mediático de esas compras ha sido grande debido al riesgo que supone que un régimen y cliente autoritario, como es Nicolás Maduro, pueda seguir teniendo acceso a armas y equipos militares.
A partir de 2018, en el contexto de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela y las subsecuentes sanciones económicas contra el régimen de Nicolás Maduro, Venezuela ha encontrado en Rusia un defensor político y diplomático en instancias multilaterales, un proveedor de armamento, y una opción viable para poder evadir parte de los efectos de las sanciones impuestas contra Venezuela, particularmente en el sector petrolero (esto al menos hasta marzo 2022). Aunque Rusia ha querido ayudar a Venezuela económica y políticamente, Moscú no ha podido proveer la ayuda económica necesaria al ser una economía débil. China, por otro lado, al ser una economía fuerte ha tenido la posibilidad de ayudar a Venezuela y no lo ha hecho extensivamente debido a la incertidumbre política que se desencadenó en Venezuela con la crisis presidencial en 2019.[13]
Aunque es notable la presencia de Rusia en estos tres países, es importante destacar que Rusia no es un mercado vital para las economías de estos países o de América Latina en general. En la mayoría de los casos, las exportaciones de varios países de América Latina hacia Rusia no superan el 3%. Igualmente, Rusia tampoco mantiene el mismo nivel de relación o equivalente cooperación con todos los países en América Latina. Por ejemplo, Rusia ha invertido en el sector petrolero y sus compañías Gazprom, Rosneft y Lukoil tienen proyectos en América Latina (Argentina, Brasil, Ecuador, y Venezuela). Hay otros acuerdos que se extienden en el sector minero (Cuba, Jamaica, y Guyana), importación de alimentos y fertilizantes (Brasil, Chile, Paraguay), infraestructura (Ecuador), entre otros. Sin embargo, hoy sus aliados políticos incondicionales en la región de América Latina parecen ser Cuba, Nicaragua, y Venezuela, tres países que cuentan con regímenes autocráticos al igual que Rusia.
¿Cuáles alianzas continúan en 2022?
La invasión rusa en Ucrania a principios de 2022 ha generado no sólo repudio internacional sino consecuencias económicas a nivel global. Las respuestas han sido varias. Encontramos sanciones impuestas por Estados Unidos, países de la Unión Europea, Suiza y Canadá y también países que no han sancionado a Rusia o no han repudiado públicamente a Rusia y la invasión en Ucrania. A principios de marzo, algunas empresas multinacionales habían decidido dejar el mercado ruso tras la invasión de Ucrania[14] mientras otras se mantienen a pesar del bloqueo económico cada vez es más fuerte impuesto sobre ese país. Latinoamérica no está exenta de esto. Aun considerando que el centro del conflicto y Moscú están a kilómetros de distancia, las reacciones de los países ante la guerra han sido mixtas.
Para el momento de este escrito, las mismas alianzas que se habían forjado en el pasado entre Rusia y algunos países de la región se mantienen. La mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños han condenado la guerra. Sin embargo, la respuesta de los líderes sigue siendo heterogénea. El 2 de marzo de 2022, los países miembros de las Naciones Unidas votaron una resolución para condenar la invasión rusa en Ucrania. 141 países votaron a favor, 5 países votaron en contra y 34 países se abstuvieron (entre ellos Bolivia, Cuba, El Salvador, y Nicaragua). Venezuela perdió el derecho a votar por falta de pago.[15]
Hay líderes que rechazaron la expansión de la invasión rusa en Ucrania antes, durante, y después de la resolución de la ONU. Otros decidieron condenar la guerra sin mencionar a Rusia, mientras otros apoyaron a Putin al inicio de la invasión. Abajo se citan algunas de estas respuestas mixtas desde América Latina.
Ivan Duque recalcó que “Colombia rechaza categóricamente el ataque premeditado e injustificado que se ha perpetrado contra el pueblo ucraniano por parte de Rusia, que no solo atenta contra su soberanía sino amenaza a la paz mundial.”
Gabriel Boric Font, el presidente de Chile dijo particularmente que “Rusia ha optado por la guerra como medio para resolver conflictos. Desde Chile condenamos la invasión a Ucrania, la violación de su soberanía y el uso ilegitimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz.”
Finalmente, Alberto Fernández, a través de su cuenta Twitter, pidió a Rusia que no haga uso de fuerza militar y que ponga fin a las acciones emprendidas.
Varios políticos en Bolivia se han manifestado en contra de las acciones que ha emprendido Rusia en Ucrania pidiendo que las partes, en este caso no sólo Ucrania, sino también Rusia y Estados Unidos busquen soluciones político-diplomáticas y evitar el uso militar o de la fuerza. Sin embargo, el presidente Luis Arce no ha emitido una declaración o posición oficial al respecto a fecha de inicios de marzo. Brasil pidió buscar una solución negociada pero no hubo mención del rol de Rusia en las tensiones y ataques que se están viendo en Ucrania. El gobierno de Honduras simplemente pidió retornar el respeto a los principios al Derecho Internacional y manifestó su rotundo rechazo a la utilización de la fuerza en Ucrania, sin mencionar Rusia o Putin en ese uso de la fuerza.
Sin mayor sorpresa, al inicio de la invasión en Ucrania, estuvieron aquellos líderes que manifestaron apoyo a las acciones rusas. Nicolás Maduro, por ejemplo, declaró en su cuenta de Twitter desde días antes a la invasión que “Desde Venezuela repudiamos los planes perversos que pretenden rodear militar y estratégicamente a Rusia. Todo el apoyo al presidente Putin y a su pueblo. Estamos seguros de que Rusia saldrá unida y victoriosa de esta batalla, con la admiración de los pueblos valientes del mundo.” Posteriormente, se han dado algunos encuentros entre representantes de Rusia y Venezuela.
Teniendo en cuenta que las alianzas entre Rusia y los países en América Latina no han variado sustancialmente en 2022, ¿qué consecuencias traerá la guerra en Ucrania para la región de América Latina? Hay varias consecuencias que derivan de una guerra que está a kilómetros de distancia de la región. Algunas de estas consecuencias son:
El primero, y el más obvio en este momento, es el aumento en el precio de la gasolina. Con la guerra y las sanciones impuestas más recientemente contra el petróleo y empresas rusas, la distribución de petróleo ruso en el mercado internacional se va a hacer cada vez más difícil, al tiempo que la volatilidad del mercado petrolero va a acarrear sobreprecios. Esto traerá dos consecuencias significativas. La primera va a ser el aumento en el precio de la gasolina para los consumidores que ya se ha hecho sentir, por ejemplo, en países como Paraguay en donde camioneros han amenazado con cerrar vías en el país y han logrado efectivamente bloquear vías en protesta por el costo del combustible[16] ; la segunda por lo general, países en América Latina han establecido un presupuesto anual con un precio del petróleo que está entre los 45$ y los 65$. Si el precio aumenta a más de 100$, como ya se encuentra en este momento, esto generará un excedente importante a estos países y beneficiará, al menos en el corto plazo, a países productores de petróleo. En Colombia, por ejemplo, el presupuesto general de la nación se estimó en parte con un precio por barril de petróleo en 63$. México estimó su presupuesto de 2022 con un precio del petróleo entre $55 y $60 por barril.
El segundo impacto es el aumento de los niveles de inflación. Debido al aumento del precio del petróleo y la gasolina, los países latinoamericanos verán un importante incremento en los precios de los alimentos. Rusia exporta fertilizantes que son necesarios para el sector agrícola, además es un gran productor de granos y trigo. Aunado al incremento de la gasolina (transporte) y a la posibilidad de que los fertilizantes, el grano y el trigo disminuyan en el mercado internacional (debido a posibles sanciones económicas o al decrecimiento en la producción), los alimentos se encarecen progresivamente a nivel mundial.
El tercer impacto será el aumento de las operaciones de propaganda en la región. Rusia desde hace unos años ha usado desinformación como parte de la agenda en Latinoamérica a través de canales como Rusia Today (RT) en español[17] y falsos activistas o cuentas a través de redes sociales. Mientras la guerra continúa en Ucrania, Rusia seguirá apoyando la estrategia narrativa de justificar la guerra y compartir imágenes y hechos descontextualizados que contengan la posibilidad de más apoyo a Ucrania y sanciones contra Rusia.
El cuarto impacto se dará en el área de seguridad. Si Rusia decide presionar a Estados Unidos, aún en medio de la guerra con Ucrania, es posible que las tensiones en la frontera colombo-venezolana se incrementen y exista mayor presencia rusa y estadounidense. Recordemos que Colombia es un aliado importante de EEUU en Latinoamérica, así como Venezuela lo es para Rusia. Rusia podría presionar desde Venezuela para redireccionar negociaciones futuras con Estados Unidos y la OTAN ya que Colombia es aliado de la Organización al menos desde 2017. Sin embargo, estas presiones sólo podrán darse en un escenario en donde 1) Rusia tenga la capacidad de mantener una presencia militar en Venezuela en medio de la guerra actual en Ucrania y las sanciones internacionales impuestas contra Moscú; 2) Venezuela decida mantener su relación clientelar con Rusia; 3) las conversaciones que se dieron a principios de marzo[18] entre Washington y Caracas no se amplíen con el tiempo.
El quinto y último impacto se refiere a la continua pandemia de COVID-19. Las sanciones económicas hacia Rusia van a afectar la producción de las vacunas Sputnik. ¿Cómo afecta esto a América Latina y el Caribe? Aunque la vacuna Sputnik no ha sido rechazada en Estados Unidos debido a la guerra en Ucrania, la vacuna no es aceptada para entrar a Estados Unidos debido a que no cuenta con la aprobación de la Organización Mundial de la Salud. En algunos casos, como Venezuela, los venezolanos no han tenido opción más que recibir la vacuna rusa, y aquellos que han podido viajar a vacunarse en el exterior, han recibido vacunas aceptadas por la OMS y Estados Unidos. ¿Cuáles son los países que están en esta situación? Venezuela, Argentina, Guatemala, Bolivia, y Honduras. Será interesante ver si el retraso en aprobar la vacuna rusa tanto a nivel mundial como en Estados Unidos y en países de la Unión Europea va a ser usado como una herramienta de sanción contra la guerra que inició Putin en Ucrania.
Dos daños colaterales pueden percibirse. Uno, países en América Latina y El Caribe que se habían beneficiado hasta el momento de la vacuna Sputnik[19], es probable que no seguirán recibiendo la vacuna (la producción de la vacuna ya había disminuido incluso antes de la guerra en Ucrania). Dos, los ciudadanos de a pie que sólo cuentan con la vacuna rusa y que pueden viajar, no podrán entrar a países que hasta el momento no aceptan la vacuna Sputnik para entrar. Es posible que países como Estados Unidos usen la vacuna como arma de sanción contra Rusia y retrasen su aprobación para entrar al país.
Referencias
[1] Rupprecht, Tobias. Soviet internationalism after Stalin: interaction and exchange between the USSR and Latin America during the Cold War. Cambridge University Press, 2015.
[2] Para conocer los lineamientos de la política exterior rusa, revisar, en principio, todos los conceptos de la política exterior de la Federación de Rusia desde 2000.
[3] Emerson, R. Guy. «La “marea rosa” en América Latina: orígenes y posibles trayectorias.» JC Gachúz Maya, C. Barona Castañeda y G. Rodríguez Sánchez Lara (coords.). Escenarios regionales contemporáneos: retrato de un mundo globalizado (2018): 153-178.
[4] Katz, Claudio. Las disyuntivas de la izquierda en América Latina. Ediciones Luxemburg, 2008.
[5] Hernández, Leyde E. Rodríguez. «Las relaciones Rusia-América Latina y Caribe en el contexto del fin de la Guerra Fría.» América Latina y el Caribe en un mundo en transición: actores extrarregionales y estrategias latinoamericanas. Buenos Aires: Cries (2019): 111.
[6] Pavlova, Elena. «Latinoamérica y Rusia.» Foreign Affairs Latinoamérica 11, no. 2 (2011): 57-66.
[7] Koval, Alexandra G., and Alexis Dantas. «11 Contemporary Russian–Brazilian trade relations.» Russian Trade Policy: Achievements, Challenges, and Prospects (2019): 221.
[8] A pesar de ser Brasil un aliado importante para Estados Unidos y de las tensiones entre Rusia y Ucrania, Jair Bolsonaro viajó a Moscú en Febrero de 2022, para intentar fortalecer la asociación estratégica de los dos países. Este acercamiento se da en un momento en que Washington tiene otra administración (una marcadamente distinta a la de Donald Trump) y Brasil depende de los fertilizantes que importa de Rusia. La interrupción de esa importación podría acarrear impactos importantes en el sector agrícola en Brasil.
[9] Lami, Maria Paula. “Relaciones entre Cuba y Rusia: vinculación estratégica aún vigente.” (2021). DemoAmLat. Recuperado en Marzo 21, 2022 https://demoamlat.com/relaciones-entre-cuba-y-rusia-vinculacion-estrategica-aun-vigente/
[10] Villatoro, Clara. “Nicaragua en busca de alianzas con el mercado ruso.” LegisComex. Recuperado en Marzo 21, 2022 https://www.legiscomex.com/Documentos/nicaragua-rusia-clara-villatoro-actualizacion
[11] Boersner, Adriana, and Makram Haluani. «Moscú mira hacia América Latina: estado de situación de la alianza ruso-venezolana.» Nueva Sociedad 236 (2011): 16.
[12] Vendata. Acuerdos millonarios firmados con Russia (2001-2019). Recuperado en Marzo 21, 2022 https://vendata.org/site/acuerdos-venezuela-rusia/
[13] Boersner, Adriana. «Venezuela 2019: A Tale of Two Presidents.» Revista de Ciencia Política 40, no. 2 (2020): 539-565.
[14] Towey, Hannah y Sarah Al-Arshani. “Estas son las principales empresas estadounidenses y europeas que se retiraron de Rusia tras la invasión de Ucrania.” Business Insider (2022) Recuperado en Marzo 21, 2022 https://businessinsider.mx/empresas-estadounidenses-europeas-salen-rusia-invasion-ucrania_negocios/
[15] United Nations. “Countries in arrears in the payment of their financial contributions under the terms of Article 19 of the UN Charter.” Recuperado en Marzo 19, 2022 https://www.un.org/en/ga/about/art19.shtml
[16] Méndez, Carmen. “Los camioneros amenazan con cerrar el país por el precio del combustible.” Euronews. (2022) Recuperado en Marzo 21, 2022 https://es.euronews.com/2022/03/15/paraguay-los-camioneros-amenazan-con-cerrar-el-pais-por-el-precio-del-combustible
[17] Marrero, Claudia González, and Armando Chaguaceda. «El poder de Rusia en Latinoamérica.» (2022)
[18] Hudson, John y Samantha Schmidt. “U.S. officials make rare trip to Venezuela, discuss resuming oil imports to help replace Russian fuel.” The Washington Post. (2022). Recuperado en Marzo 20, 2022 https://www.washingtonpost.com/world/2022/03/06/venezuela-american-officials-visit/
[19] Harrison, Chase; Luisa Horwitz, y Carin Zissis. “Cronología: Rastreando el camino hacia la vacunación en América Latina.” Americas Society Council of the Americas. (2022) Recuperado en Marzo 20, 2022 https://www.as-coa.org/articles/cronologia-rastreando-el-camino-hacia-la-vacunacion-en-america-latina
*Adriana Boersner Herrera. Internacionalista de la Universidad Central de Venezuela, magister en ciencia política de la Universidad Simón Bolívar, y doctora en ciencia política de la Universidad de Missouri. Realizó sus estudios doctorales en Estados Unidos como becaria Fulbright. Desde el 2020, se desempeña como profesora asistente de ciencia política en la Universidad de Carolina del Sur Aiken. Para conocer más sobre su trayectoria académica y profesional, visite su página web https://sites.google.com/view/aboersner/