¿Cuáles son los indicadores que permiten saber cuándo un gobierno, aunque haya llegado al poder por medio de una elección, es autocrático? Los requisitos básicos que debe cumplir un régimen político para ser considerado democrático.
Por Constanza Mazzina*
Ante el deterioro sostenido de la democracia en el mundo[1] y específicamente en la región latinoamericana[2] proponemos promover una discusión conceptual sobre lo que significa la democracia liberal, así como sus alternativas, las democracias con adjetivos, los autoritarismos competitivos y los autoritarismos plenos, con el objeto de dar herramientas a los actores de la sociedad civil, defensores de los derechos humanos, demócratas de la región en general, para que puedan hacer incidencia y defendernos de aquellos que en nombre de la democracia, y lejos de ser democráticos, la utilizan para llevar adelante prácticas autoritarias. Podemos reconocerlos en una serie de indicadores que, sin golpes de Estado, nos permiten hoy señalar a los líderes autocráticos.
La democracia liberal republicana es heredera de las tradiciones que le dan su nombre, y de cada una de ellas recupera y precisa los elementos que la definen. Los elementos fundantes de la primera son el respeto por los derechos de los individuos, entendidos como libertades básicas (reunión, opinión, asociación, prensa), los mecanismos de frenos y contrapesos (checks and balances), la temporalidad en el ejercicio del poder y la rotación en cargos públicos y la transparencia y rendición de cuentas (accountability) de los gobernantes. Si el liberalismo desconfía del poder, de allí su necesaria limitación, el republicanismo se define por oposición al cesarismo. En esta concepción de democracia ningún actor tiene jamás en sus manos todo el poder por un período de tiempo indefinido ni tiene la oportunidad de ejercerlo sin control ni contrapesos. En la genética de estas tradiciones está el respeto por quien piensa diferente (libertades) y la tolerancia. El Estado de derecho es la condición necesaria de este andamiaje y el gobierno (y el gobernante) no puede hacer y deshacer la ley a su antojo, sino que la ley está por encima de aquél. Síntesis hecha por Mario Serrafero en el año 2013: “La confluencia de las dos corrientes, en los regímenes contemporáneos ha dado lugar a una democracia liberal-republicana que conserva los elementos de ambas corrientes y que se expresan a través de los siguientes elementos básicos que constituyen engranajes esenciales y que hacen al buen funcionamiento de una República: 1) mecanismo efectivo de división de poderes y checks and balances; 2) rotación en los cargos públicos; 3) publicidad y transparencia de los actos de gobierno; 4) responsabilidad política (accountability) de los gobernantes.”
Por su parte, autores como Mainwaring y Pérez Liñán indican que “las democracias son regímenes políticos: (1) donde el jefe de gobierno y la legislatura son elegidos a través de elecciones libres y justas, (2) que garantizan el sufragio casi universal para los adultos (a excepción de los inmigrantes no ciudadanos), (3) donde el gobierno y el Estado protegen las libertades civiles y los derechos políticos, y (4) donde los civiles controlan firmemente a las fuerzas armadas, y el crimen organizado, los grupos paramilitares y otros actores armados no influyen sobre las políticas del gobierno” (2016, p. 268). A su vez, Levitsky y Way también resaltan cuatro elementos: 1) Los cuerpos ejecutivo y legislativo son elegidos a través de elecciones abiertas, libres y justas; 2) potencialmente todos los adultos tienen derecho a votar; 3) los derechos políticos y las libertades civiles, incluida la libertad de prensa, la libertad de asociación y la libertad de criticar al gobierno sin represalias, son ampliamente protegidos; 4) las autoridades elegidas tienen autoridad real para gobernar y no están sujetas al control tutelar del ejército o a los líderes religiosos (2004, p. 162).
En coincidencia con Bobbio, el Estado de derecho es el marco necesario para su desarrollo. En palabras de Serrafero “se considera que el respeto a la ley es el requisito básico de convivencia social y de progreso. Las normas jurídicas deben ser acatadas por todos los ciudadanos y, con más razón, por aquellos que tienen las funciones de dirección y administración de la cosa pública” (2013, p. 18). Además, el recordado politólogo agregaba: “La democracia en clave liberal-republicana implica no sólo el cumplimiento de los requisitos electorales que hacen a la selección de los gobiernos de acuerdo con la preferencia y decisión de los ciudadanos, sino también el cumplimiento de prerrequisitos, como por ejemplo: a) la existencia y vigencia de libertades y derechos individuales; b) el gobierno de la mayoría y el respeto de las minorías; c) reglas y procesos claros y transparentes que definan la participación de los ciudadanos en la “cosa pública”.
Entonces, desde nuestra perspectiva, un régimen político puede ser considerado democrático si cumple con estos cuatro atributos básicos: (1) elecciones periódicas libres, transparentes y competitivas, (2) un aceitado funcionamiento de los mecanismos de rendición de cuentas horizontal -o accountability horizontal-, (3) un ejercicio del poder político liberado de cualquier tutela o veto de carácter institucional y (4) existencia y reconocimiento de libertades que sintetizamos en la posibilidad de contar con variedad de fuentes de información alternativas[3].
Autocracia no es democracia de baja calidad
En Democracia, nadie puede investirse a sí mismo con el poder de gobernar. La autocracia, en cambio, es precisamente arrogarse el poder por propio y exclusivo arbitrio, como dice Sartori, autocracia es autoinvestidura. Así, todo el poder político recae sobre una persona cuya voluntad prevalece por encima de los otros poderes públicos y de cualquier ciudadano. No hay Estado de derecho, no hay primacía de la ley, solo la voluntad del gobernante.
De acuerdo a Levitsky y Ziblatt, incluso si no es sencillo reconocer a los líderes autoritarios, existen ciertas características que pueden denotar si efectivamente tienen una tendencia hacia el autoritarismo. Los autores, tomando en cuenta el trabajo de Juan Linz (La quiebra de las democracias), indican que deben contemplarse cuatro indicadores clave que permiten identificar a un líder autoritario: el rechazo (o débil aceptación) de las reglas democráticas del juego; en segundo término, la negación de la legitimidad de los adversarios políticos; en tercer término, la tolerancia o el fomento de la violencia; y, en cuarto y último término, la predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluyendo a los medios de comunicación (p.32). Cada uno de estos indicadores conlleva una serie de preguntas que permiten, según los autores, identificar desde temprano a un líder autoritario: para el rechazo de las reglas democráticas del juego, los autores preguntan si los políticos ¿rechazan la Constitución o expresan su voluntad de no acatar?, ¿pretenden usar (o aprueban el uso de) medidas extraconstitucionales para cambiar el Gobierno, como golpes militares, insurrecciones violentas o manifestaciones masivas destinadas a forzar un cambio en el gobierno? ¿Sugieren la necesidad de adoptar medidas antidemocráticas, como cancelar las elecciones, incumplir o suspender la Constitución, prohibir determinadas organizaciones o restringir los derechos políticos o civiles básicos? El segundo indicador es la negación de la legitimidad de los adversarios políticos, aquí Levitsky y Ziblatt preguntan ¿Afirman que sus rivales constituyen una amenaza existencial, ya sea para la seguridad nacional o para el modo de vida imperante? Sobre la tolerancia o fomento de la violencia, los autores se preguntan por ejemplo si ¿tienen lazos con bandas armadas, fuerzas paramilitares, con milicias, guerrillas y otras organizaciones violentas ilegales? Y al respecto de la predisposición a restringir libertades (incluidos los medios de comunicación) ¿han apoyado leyes o políticas que restringen las libertades civiles? (pp. 33-35)
Entonces, cuando estamos frente a un gobernante que persigue, encarcela o cancela a la oposición, limita la libertad de expresiòn, niega la legitimidad del adversario, erosiona y vacía las instituciones, se niega a rendir cuentas de sus actos y vapulea las instituciones de rendición de cuentas, independientemente del origen de ese gobierno, podemos decir que estamos frente a gobiernos autocráticos. Cuando decimos “independientemente del origen” es porque hoy sabemos que muchos líderes autoritarios han accedido al poder mediante procesos electorales y, en muchos casos, continúan realizando elecciones sin competencia, sin transparencia y sin libertad. En palabras de Leandro Querido “votan, pero no eligen”.
Referencias
[1] https://www.infobae.com/opinion/2021/02/07/2020-un-mal-ano-para-la-democracia-a-nivel-global/
[2] El informe 2021 de The Economist señala que el punto más débil a nivel global es América Latina, donde la democracia en la región ha entrado en un descenso rápido y sostenido durante los últimos seis años. Además, el año 2021 no solo ubica a América Latina como la región de mayor deterioro democrático, sino que también rompió récord en el descenso más contundente desde que ‘The Economist’ comenzó la publicación de este informe en 2006. Según el informe, el top 5 de las democracias más saludables en América Latina lo lidera Uruguay, considerado una democracia plena y ubicado en el puesto 13 a nivel mundial; le sigue Costa Rica, también en la misma categoría, ubicado en el puesto número 20. Son los únicos dos países considerados «democracia plena» en la región. En tercera posición sigue Chile, considerado una democracia imperfecta en el puesto 25 a nivel mundial. El cuarto lugar lo tiene Trinidad y Tobago con el puesto 41 y Jamaica cierra la lista con el puesto 42. En cambio, los últimos cinco países de la región en este ranking son: Guatemala, considerado un “régimen autoritario” en el puesto 99 a nivel mundial, le sigue Haití en el 119, Nicaragua en el 140, Cuba se ubica en el 142 y Venezuela en el 151. Todos son considerados países con un «régimen autoritario».
[3] El estudio realizado por VDEM (Varieties of Democracy) señala que cuando los países se autocratizan, las elecciones multipartidistas y su calidad no son los principales objetivos, sino la libertad de expresión; por eso utilizaremos este indicador (fuentes de información alternativas) para dar cuenta del atributo 4 (libertades).
*Constanza Mazzina. Es doctora en Ciencia Política (UCA), realizó su postdoctorado en IBEI, España, sobre Política Latinoamericana. Es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad del Salvador, y magister en Economía y Ciencia Política (ESEADE). Es docente de grado en la UADE y en postgrado a nivel doctorado y maestría en universidades de la Argentina y de América Latina. Actualmente dicta cursos en el Doctorado en Ciencias Políticas (UB y USAL), en la Maestría en Marketing Político (USAL) y Análisis Institucional en la Maestría en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Columnista en medios de la Argentina y del exterior. Se ha especializado en temas de política latinoamericana.