El pasado 20 de abril Transparencia Electoral celebró el webinar “Registros electorales, biometría y el futuro de la autenticación del elector”, con la participación de Carmen Velarde, jefa del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), Kelvin Aguirre, Presidente del Consejo Nacional Electoral de Honduras, Rui Santos, especialista en tecnología electoral, y Alberto Uez, auditor informático electoral. Presentamos en un formato de preguntas y respuestas la intervención de Kelvin Aguirre sobre las elecciones generales celebradas en Honduras en noviembre de 2021.
¿Qué diagnóstico hicieron las autoridades de acuerdo con los informes de observación electoral de los comicios de 2017?
Honduras viene de un proceso de elecciones en el año 2017 de baja calidad y con recomendación de repetición, según lo recoge el informe de observación electoral de la OEA. Un proceso donde hubo incidentes de violencia graves, en el que, lamentablemente, hubo fallecidos por la crisis post electoral de 2017.
¿Qué medidas se tomaron a partir de ese diagnóstico?
No obstante, esta desconfianza que era un lastre, nosotros la vimos como una oportunidad. Vimos el vaso medio lleno y tuvimos resultados muy positivos en este proceso de elecciones que acabamos de vivir. Honduras inició esta tarea con un nuevo modelo político electoral que se debe a una reforma constitucional donde se crea el Consejo Nacional Electoral, ya que antes era el Tribunal Supremo Electoral el que se encargaba tanto del tema logístico administrativo como jurisdiccional. Se separan esas dos funciones, un órgano se encarga del tribunal de justicia electoral y también del registro electoral de personas, y se le da un rango constitucional de ser una institución de seguridad nacional. En ese sentido creemos que con ese avance en 2019 cuando se integra este nuevo modelo político electoral, los cánceres democráticos que se promovieron, que antes eran las denuncias del fraude electoral, la suplantación de la identidad, doble votación, falta de comunicación, redistribuciones a la participación de los grupos subrepresentados, que el país había sufrido en su historia, fueron frenados por la acción del órgano electoral. Les dijimos “basta”.
Teníamos que enfocarnos en darle estabilidad social al país. Que el país se desarrollara y sabíamos que eso solo lo podíamos lograr con el fortalecimiento de la democracia y sus principios. También debíamos lograr que la comunidad internacional no nos mirara de forma asistencialista, sino como un socio estratégico. El haber realizado elecciones transparentes, pacíficas, justas y democráticas lo vemos ahora como un logro.
Uno de los principales problemas detectados por las misiones de observación electoral fue la falta de depuración del padrón electoral. ¿Qué acciones se tomaron para actualizarlo?
Bajo este indicio se realizó el proceso de elecciones de 2019. No fue fácil, pero fue un trabajo pleno que al final fue transparente. El Registro Nacional de las personas, con el apoyo de la Unión Europea, lanzó el proyecto Identifícate, que tenía dos objetivos. Primero, renovar la cédula de identidad, que tenía décadas sin ser renovada, con elementos de seguridad que respondieron a los estándares internacionales; y segundo, depurar el padrón electoral. Sabemos que ningún padrón es perfecto, pero se aspiró a tener un padrón de calidad electoral. Creo que lo logramos. También logramos que se acabara con aquel mito de que los muertos votan.
Depuramos un padrón de 5.8 millones de personas -que había durante el proceso del año 2017- dejándolo 5.1 millones de personas en 2021, lo que representa una depuración de un 13,22%.
Para evitar que existiera la suplantación de identidad en el registro se entregó el nuevo documento de identificación, con registro biométrico de huella dactilar y facial, para capturar los datos de toda la ciudadanía. Antes de entregarles el nuevo DNI, se les volvía a tomar la huella dactilar y el reconocimiento facial para generar mayor confianza en la construcción de las elecciones al tener ese doble filtro de verificación de la identidad y al momento de entregar los datos.
Nosotros como Consejo Nacional Electoral realizamos una revisión técnica exhaustiva de esa información que recibimos para garantizar que no hubiera duplicidad de registros, verificar la asignación cartográfica, y el estado de las personas en el censo. Con la nueva ley electoral se estableció que se debía tener un censo depurado que generara confianza.
Durante la jornada electoral, ¿qué garantías se tomaron para evitar prácticas irregulares como la suplantación de identidad?
Para tener esos mayores mecanismos de confianza y transparencia implementamos la verificación del votante, además de tener los dos mecanismos importantísimos que avanzamos, una nueva DNI, un nuevo censo y padrón electoral. También implementamos el registro biométrico el día de las elecciones con toda la tecnología avanzada que se pudo utilizar en cada una de las juntas receptoras de votos de todos los centros de votación. Eso generó confianza en la población hondureña, y por eso ha sido uno de los procesos más participativos en la historia democrática de Honduras.
Se instaló un dispositivo que contenía la información de los votantes en cada una de las juntas receptoras de votos, que estaba alineado al padrón electoral y en el momento de votar la persona debía pasar por ese proceso de verificación biométrica para ejercer el voto. Con esa identificación biométrica pudimos vencer todos los mitos y malas prácticas.
¿Cómo funcionó la tecnología de transmisión de datos?
Ese es uno de los desafíos que tenemos por delante, que se pueda mejorar la transmisión de todos los datos, porque a nosotros como Concejo Nacional Electoral esta información nos funcionaba porque íbamos viendo la participación de cada uno de los hondureños en el proceso. En la mañana fue donde mayor presencia hubo, luego en la tarde fue disminuyendo, eso es información valiosa y un avance para poder fortalecer el proceso, generar más confianza y lograr superar varios escollos.
También por primera vez pudimos, después de muchos años, dar los resultados preliminares con la transmisión que hicimos, a la hora que decía la ley: “tres horas de cerradas las urnas”. Dimos certidumbre a la población y eso es gracias a la tecnología que se pudo implementar con la que, además, logramos reducir esa desconfianza.
¿Qué balance hace del proceso electoral de 2021?
Lo más importante es que evitamos manifestaciones violentas, eliminamos la violencia electoral, se vetó la posibilidad de que se autoproclamara ganadores en las elecciones a los candidatos. Es decir, ganamos paz, tranquilidad y confianza en la población. Hicimos una encuesta en enero de una firma independiente donde los resultados demostraron que hemos recuperado la confianza de la población en el 84%, aproximadamente, en la institucionalidad electoral.
Quisiera mencionar un factor clave que es el tema de la integridad. La integridad es un factor relevante en todos los procesos de elecciones que permite generar esa confianza en elecciones transparentes, en la administración electoral, en la participación, la supervisión, la aplicación de la ley. Creemos que la intervención tecnológica brindó el respaldo necesario para que la integridad electoral se pusiera en práctica y así también eliminar la injerencia político-partidaria en un proceso democrático que interesa a todo un país.
Sin la integridad electoral no hay garantía de que la voluntad de los electores se refleje en los resultados de la elección. Por eso creo que es muy importante compartir y replicar la experiencia de Honduras. Vemos los informes de observación electoral tanto de la UE como de la OEA que lo destacan.