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Participación política y representatividad de los jóvenes en Iberoamérica

Acerca de la desafección política de los jóvenes, y especialmente de mujeres jóvenes y el escaso grado de acceso a espacios de toma de decisión. Confianza en el sistema democrático versus representatividad.

 

Introducción

En Iberoamérica conviven hoy más de 160 millones de jóvenes comprendidos entre los 15 y los 29 años[1], en una región que supera con creces los 600 millones de habitantes en la actualidad, según datos del Observatorio Migratorio de la CEPAL[2]. La juventud iberoamericana representa en torno al 25% de la población total de la región, con un promedio de edad de 27 años. Un sector de la población que se encuentra protagonizando los cambios que atraviesa la región a nivel político y social, aunque lo viene haciendo desde la desconfianza hacia las instituciones y los actores políticos.

Se ha abordado desde numerosos enfoques y discusiones la participación de los jóvenes en política. En este sentido se afirma que ya no participan en política con la misma intensidad con que lo hacían los jóvenes de generaciones anteriores. No obstante, pese a ser veraz, los jóvenes continúan valorando a la democracia como el mejor de los sistemas políticos, participan en los procesos electorales, aunque menos que los adultos, y copan un reducido protagonismo en los parlamentos, más acusado en el caso de las mujeres jóvenes. Partiendo de estas hipótesis hacemos un abordaje cuantitativo por algunas cifras de organismos oficiales que nos permiten entender la relación de desapego entre los jóvenes y la democracia a nivel regional. El objetivo de este artículo es identificar y plasmar la desafección política de los jóvenes, su valoración sobre la democracia y su nivel de representatividad en la política de primer nivel.

 

  1. Resultados
  • Democracia y participación política de los jóvenes

La 1ª Encuesta Iberoamericana de Juventudes reveló que sólo entre el 5 y el 10% de jóvenes confía en los políticos; entre un 10 y un 15% confía en su Gobierno y sólo un 27,7% dice tener confianza en su congreso o parlamento nacional. Además, el 70% de los jóvenes latinoamericanos se siente poco o nada interesado por la política, frente a un 20% que muestra mucho o bastante interés (Latinobarómetro 2013). Pese a estas preocupantes cifras, la democracia como sistema de gobierno sigue obteniendo la confianza mayoritaria entre los jóvenes latinoamericanos, tal y como se desprende del gráfico I.

Gráfico I. “La democracia es mejor que cualquier otra forma de gobierno”, opinión de los jóvenes. En valores absolutos[3]

Fuente: LAPOP. Barómetro de las Américas de 2014[4]. Cruce de variable q2 (edad) con variable ing4. Elaboración propia.

Los partidos políticos cumplen funciones esenciales para cualquier democracia. Entre estas funciones está su papel de representantes de los intereses de la sociedad (Gunther y Diamond 2001[5]; Dalton y Wattenberg 2000[6]). A tenor de los datos del gráfico II, los jóvenes latinoamericanos que no sienten simpatía hacia ninguna formación política duplican a quienes sí, con mayor pronunciación entre aquellos que se comprenden entre los 18 y los 30 años. Un distanciamiento que parece reducirse a medida que la edad va en aumento. En el año 2018 tan sólo un 14,2% de jóvenes de la región asegura sentir “mucha” o “alguna” confianza hacia los partidos políticos (Latinobarómetro, 2018).

Gráfico II. Simpatía de los jóvenes hacia algún partido político. En valores absolutos.

Fuente: LAPOP. Barómetro de las Américas de 2014. Cruce de variables q2 (edad) y vb10 (simpatía). Elaboración propia.

La edad para ejercer el voto en Iberoamérica es de 16 años en cuatro países, y de 18 años en el resto de los países. Si bien en ocasiones emerge un debate público y se impulsan iniciativas en algunos países para reducir la edad de votación a 16 años, la mayoría de Estados mantiene como edad fijada los 18 años. En los parlamentos iberoamericanos la edad para poder ser elegido varía en un rango que oscila entre los 18 y los 30 años: con 9 casos de mínimo 25 años; 9 casos de mínimo 21 años; 8 casos de mínimo 18 años; y solamente 1 caso de mínimo de 30 años.

Si atendemos a la participación electoral de los jóvenes de la región (Gráfico III), encontramos datos algo más optimistas. Si bien se observa un distanciamiento respecto de los partidos políticos, la juventud latinoamericana valora mayoritariamente la necesidad de participar en los procesos electorales, en este caso en elecciones presidenciales. No obstante, existe una masa importante de jóvenes que mantienen su voluntad de no votar en procesos electorales, fundamentalmente aquellos de primeras edades (18-19 años).

Gráfico III. Intención de los jóvenes de votar en las siguientes elecciones presidenciales. En valores absolutos.

Fuente: LAPOP. Barómetro de las Américas de 2014. Cruce de variables q2 (edad) y vb20 (intención de voto en próximas presidenciales). Elaboración propia.

  • Jóvenes politizados, pero no institucionalizados

La juventud iberoamericana se muestra distante de los partidos políticos y resto de instituciones democráticas, aunque cada vez están más informados sobre asuntos políticos y muestran más activismo político en red, participan más en organizaciones de la sociedad civil y apoyan la movilización social. Sin embargo, su participación activa en las instituciones públicas es reducida, prácticamente insignificante. En este sentido, la Unión Interparlamentaria (UIP) informó en el año 2016 que las personas entre 20 y 44 años representan el 57% de la población mundial en edad de votar, pero sólo constituyen el 26% de los parlamentarios de todo el mundo. Más en concreto, los jóvenes menores de 30 años representan el 1,9% de los parlamentarios del mundo y más del 80% de las cámaras superiores del Parlamento no tienen diputados menores de 30 años.

Según este informe de la UIP, entre los factores que influyen en la baja representación de los jóvenes se encuentran el diseño institucional, ya que se ha demostrado que los sistemas mayoritarios son más excluyentes en términos de edad respecto de los proporcionales (Joshi, 2013[7]). También en la edad establecida para poder presentarse a unas elecciones o el nivel de representación política de las mujeres y el tipo de medida de discriminación positiva adoptada. Precisamente las cuotas o cupo en forma de escaños reservados para jóvenes parece ser la medida más eficaz de cara a poder aumentar la representación de estos. Además, la cuestión de la representación política de las mujeres influye en la representación de los jóvenes, ya que éstas suelen ser más jóvenes que los hombres. En suma, los datos demuestran que las mujeres se encuentran por lo general doblemente desaventajadas: por un lado, por su condición de mujer y, por otro lado, por su edad.

La tabla adyacente nos ilustra la escasa presencia de jóvenes menores de 30 años en las cámaras bajas de Iberoamérica. En una mirada comparada entre los parlamentos relevados por el programa de Elites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca y el estudio del PNUD se observa que, en 15 países, la representación menor a 30 años no ha tenido variaciones sustanciales de 2009 a 2013. Los datos ponen de relieve la escasa presencia de jóvenes en los congresos nacionales de los países iberoamericanos.

Tabla I. Jóvenes menores de 30 y 40 años electos en las cámaras bajas de los países iberoamericanos

País Menores de 30 años, 2013 Menores de 30 años, 2009 Menores de 40 años, 2013 Menores de 40 años, 2016
Argentina 1,56% 1,80% 5,06% 12,5%
Bolivia 3,85% 7,30% 29,83% 26%
Brasil 2,14% 1,50% 13% 18,9%
Chile 5,83% 3,30% 16.67% 26%
Colombia 1,21% 2,90% 13,94% 29%
Ecuador 5,84% 2,10% 34,31% 38%
Paraguay 0,80% 1,80% 15,20% 21,3%
Perú 0,77% 1,10% 13,08% 12,3%
Uruguay 2,02% 2,30% 10,10% 21,2%
Costa Rica 0% 1,80% 8,77%
Honduras 5,47% 2,20% 25%
México 4,40% 7,10% 26,40%
Nicaragua 1,09% 7,20% 13,04% 14,1%
Guatemala 18,2%
Guyana 0% 3,20% 23,08%
Rep. Dom. 0% 2,20% 8,42% 8,6%
Venezuela 14%
Media 2,33% 1,63% 17,06% 17,91%
España 5% (2016) 27,76%
Portugal 23%

Fuente: Observatorio de Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca y PNUD, Año 2013; Unión Interparlamentaria 2016. Elaboración propia

A nivel regional, sólo aproximadamente el 18% de los parlamentarios tiene menos de 40 años, cifra que previsiblemente es mucho más reducida para parlamentarios menores de 30 años. A fecha de 2016, Ecuador se encontraba entre los pocos parlamentos del mundo cuyos miembros menores de 30 años superaban el 10%, y casi un 40% eran menores de 40. Nicaragua constituía el único país de Iberoamérica que incluía algún tipo de cuota para facilitar la presencia de jóvenes, en este caso, cuota aplicada en los partidos. Esta presencia tan discreta de jóvenes en las cámaras legislativas encuentra una parte de explicación en los requisitos etarios mínimos que establecen los diferentes países para poder acceder al cargo de senador o diputado. En la siguiente tabla se resumen las edades mínimas para acceder al cargo de diputado o diputada electa por país, así como la edad mínima para sufragar.

Tabla II. Requisitos etarios para ejercer derecho al voto activo y pasivo en los países de Iberoamérica

País Edad para ingresar al Congreso Edad para votar
Argentina 25 16
Bolivia 25 18
Brasil 21 16
Chile 21 18
Colombia 25 18
Ecuador 18 16
Paraguay 25 18
Perú 25 18
Uruguay 25 18
Costa Rica 21 18
Guatemala 18 18
Honduras 21 18
México 21 18
Nicaragua 21 16
Haití 25 18
República Dominicana 25 18
España 18 18
Portugal 18 18

Fuente: elaboración propia

Con relación a la paridad de género, al comprobar el sexo de quienes componen las cámaras legislativas, se observa que entre los representantes menores de 40 años existe un claro predominio de representantes hombres en los parlamentos iberoamericanos (397 representantes hombres (71%) y un total de 162 representantes mujeres (29%). La disparidad a favor de los representantes hombres también se muestra presente al considerar los representantes legislativos menores a 30 años (68 representantes hombres y un total de 32 representantes mujeres). No obstante, como dato alentador, cabe indicar que el desequilibrio de género es menos pronunciado entre los diputados más jóvenes, respecto de diputados de mayor edad. El informe de la UIP demuestra que los parlamentos que eligen a más mujeres también tienden a tener un mejor desempeño en la representación juvenil.

 

  • La presidencia: el gran muro

Si resulta complejo encontrar jóvenes en las cámaras legislativas, máxime si tienen menos de 30 años, será mucho más difícil hallar presidentes en la región que se encuentren por debajo de los 50 años. En efecto, el acceso a las jefaturas de Estado es un escalón prácticamente inalcanzable para una persona joven. Si bien pudiera comprenderse que se trata de una responsabilidad que exige cierta experiencia, conocimiento y madurez política e intelectual, no deja de ser cierto que la legislación refuerza esta barrera existente para que la juventud postule para la dirección más alta de una nación. En Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay, Panamá, Perú y Uruguay, la edad mínima para poder optar a la presidencia son 35 años. Se reduce a los 30 años en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Honduras, República Dominicana y Venezuela. En los extremos se encuentran Guatemala, donde se necesita contar con 40 años cumplidos para aspirar a ser jefe de Estado y, del otro lado, Nicaragua, el país más amigable con los jóvenes políticos, el único donde los veinteañeros mayores de 25 pueden postular.

Este escenario de la región la convierte en una excepcionalidad, dado que los requisitos de edad para acceder a la presidencia superan a los de cualquier otra región del mundo. De hecho, ni en España ni en Portugal se aplica la restricción etaria para poder postular a la presidencia. Es esta una cuestión que no deja de ser polémica ya que, se sobreentiende, que desde que se adquiere ciudadanía, es decir, el derecho a voto, el principio democrático consiste en que puedas elegir y ser elegido, algo que no se cumple con estas restricciones. Si revisamos la variable de género, observamos que no sólo es difícil ver a jóvenes bajo las altas direcciones de sus naciones, sino que también resulta improbable encontrar liderazgos femeninos en la región, que, no obstante, los ha habido años atrás.

En todo caso, a fecha de 2020, la región cuenta con algunos liderazgos relativamente juveniles, destacando el salvadoreño Nayib Bukele como presidente electo de menor edad (39), seguido del costarricense Carlos Alvarado (40) y del colombiano Iván Duque (44). En la cúspide, como jefes de Estado de mayor edad en la región, se encuentran Daniel Ortega (74) y Sebastián Piñera (70).

 

Conclusión y discusión

Tanto a nivel global como en el espacio iberoamericano se atraviesa un cambio de época. Vivimos en un mundo interdependiente, complejo, volátil y plagado de incertidumbres. Nuevas generaciones de jóvenes, identificados como Generación X, Generación Z y Generación Y, emergen en un contexto de descrédito político, crisis institucionales, crisis de los sistemas de partidos y surgimiento de nuevos liderazgos. Un momento delicado en la región, que, a sus problemas estructurales y persistentes, como el de la desigualdad, cabe agregarle el feroz impacto de la pandemia de la CODIV-19.

Pese a todo, la democracia continúa siendo el mejor de los sistemas políticos conocidos, y en ese mismo sentido opinan los latinoamericanos, incluido los más jóvenes, a tenor de la serie histórica de datos del Latinobarómetro. Los jóvenes iberoamericanos creen en la democracia como el mejor sistema de gobierno, pero han perdido confianza en sus actores, como los partidos políticos, de los que todavía se sienten muy alejados; así como del resto de instituciones democráticas. No obstante, siguen involucrados en los procesos electorales, sabedores de la necesidad de seguir participando para consolidar el sistema democrático y mejorar las deficiencias que presenta, siendo ello visto como el mejor antídoto frente a quienes pretenden cuestionar los pilares básicos del sistema.

Este artículo advierte que existen dificultades y desafíos que impiden el acceso de la juventud a espacios de representación formal. Faltan cauces para facilitar el involucramiento de los jóvenes en las realidades políticas de sus países y un mayor protagonismo de la juventud en las instituciones, dado que la representación de los jóvenes en los parlamentos es insuficiente. Además, las mujeres jóvenes acusan todavía más la falta de protagonismo en las cámaras legislativas, viéndose afectadas por dos factores aún hoy excluyentes en la política: ser joven y ser mujer.

Es necesario abordar este desafío. Que los jóvenes y en especial las mujeres jóvenes, se alejen de los mecanismos formales de representación política es una mala noticia para la democracia. Existen numerosas barreras legales y naturales en el acceso de personas jóvenes a altos cargos de representación, pese a que puedan votar desde los 18 en la inmensa mayoría de países de la región. Sin embargo, en los núcleos de toma de decisiones (gobierno, cámaras legislativas y partidos políticos), es todavía insignificante su presencia y protagonismo. Un protagonismo que se espera sea en beneficio de políticas públicas destinadas al sector del cual provienen.

Resulta conveniente e interesante explorar en próximos trabajos hasta qué punto las y los parlamentarios jóvenes influyen en la toma de decisiones sobre políticas. Esto se puede conseguir haciendo un seguimiento de sus contribuciones en los debates y las discusiones parlamentarias, y también examinando el impacto de sus propuestas sobre las decisiones políticas finales, en especial aquellas que afectan a la juventud.

 

Fuentes consultadas

Latinobarómetro 2013, 2015, 2016 y 2018

Observatorio de Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca

PNUD, 1ª Encuesta Iberoamericana de Juventudes

Unión Interparlamentaria. Informe Youth participation in national parliaments 2016

[1] Ver Informe Regional de la población en América Latina y el Caribe, Invertir en Juventud, UNFPA/CEPAL 2011.

[2] Ver documento “Proyecciones de población = populations projections”, NU. CEPAL.CELADE.

[3] Para la elaboración de la tabla solo se han tenido en cuenta la opción 1 (muy en desacuerdo) y la opción 7 (muy de acuerdo), omitiéndose los intervalos intermedios.

[4] Téngase en cuenta que este parámetro también interroga a jóvenes de Norteamérica (México, EEUU y Canadá).

[5] Gunther, Richard, y Larry Diamond, eds. (2001). Political Parties and Democracy. Baltimore, MD.: Johns Hopkins University Press.

[6] Dalton, Russell, y Martin P. Wattenberg. (2000). Parties without Partisans. Political Change in Advanced Industrial Democracies. Oxford: Oxford University Press.

[7] Joshi, Devin. K. (2013). The representation of younger age cohorts in asian parliaments: do electoral systems make a difference? Representation, 40(1), 1–16.

 

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2019/07/alejandro-epi-hernandez-e.jpg[/author_image] [author_info]Alejandro Espi

Politólogo. Máster en Relaciones Internacionales Iberoamericanas. Experto Universitario en Comunicación Política e Institucional. Autor de los libros “Luces y sombras de la actualidad política española” (2014) y “Si Persuadeo levantara la cabeza. El arte de hablar en público en un mundo global y competitivo. Viejas y nuevas formas de oratoria” (2018). Premio Victory Award “Líder Emergente 2016” otorgado por The Washington Academy Of Political Arts & Sciences. Miembro oficial y embajador en España de la organización Jóvenes Iberoamericanos.[/author_info] [/author]