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Índice de Observación electoral de América Latina

Reseña sobre el Índice de Observación Electoral regional elaborado por Transparencia electoral señala el resultado de la revalorización de esta práctica en el fortalecimiento democrático.

 

Paula Gomes Moreira*

 

La práctica de la observación electoral se ha ido consolidando en la última década en todo el mundo. En América Latina, incluso los representantes de países que veían la observación como algo propio de las democracias frágiles, hoy se dan cuenta de que contar con observadores internacionales en sus procesos electorales es más que la mera garantía de la credibilidad de una elección.

A mediados de las décadas de 1990 y 2000, lo que se vio fue la expansión en el número de misiones internacionales de observación electoral en el mundo. El movimiento se expandió para llegar a gobiernos que alguna vez no tuvieron tradición en invitar a tales misiones en sus procesos electorales.  

Del mismo modo, estudios que antes se centraban solo en la práctica del trabajo de las misiones electorales, sobre todo, cuestionando su validez y necesidad en los procesos de selección internos, hoy se dan cuenta de su importancia en términos, principalmente, de la expansión de la cooperación electoral. La literatura comenzó a volcarse hacia el análisis de los informes emitidos por estas misiones internacionales. Dichos informes consideran aspectos técnicos que contribuyen a mejorar determinados aspectos dentro de un proceso electoral.

Como resultado, estos documentos se han convertido en grandes aliados en la identificación de buenas prácticas, obstáculos, irregularidades y de acciones nocivas que podrían socavar la credibilidad de un proceso electoral. Dado que, si una elección es reconocida como fraudulenta por la comunidad internacional, y en particular por los gobiernos democráticos, esto implica un daño financiero y político significativo, ya que el país pasa a ser visto con desconfianza por los posibles socios comerciales, por ejemplo.

Además de los estudios realizados en el ámbito científico-académico, se agregaron   institutos de investigación y organizaciones no gubernamentales. Y es en este escenario que se lanzó el Índice de Observação Eleitoral da América Latina, producido por Transparencia Electoral América Latina.

Dado que la mayoría de los saberes sobre el tema se centran en el Norte Global, especialmente aquellos con una visión cuantitativa, se reconoce el esfuerzo de la organización por proponer un índice específico para América Latina y producido por expertos del Sur Global.

En orden, el índice se basa en proyectos ampliamente reconocidos en el escenario internacional, como referencias en el tema. Como ejemplo, se puede mencionar el Electoral Integrity Project, el resultado de una asociación entre centros de estudios universitarios de Harvard en los Estados Unidos y Sídney, Australia, que tiene publicaciones sobre estándares internacionales de integridad electoral; y Freedom in the World, que es un estudio ampliamente conocido sobre derechos políticos y libertades civiles.

Entre las innovaciones presentadas por el Índice de Transparencia Electoral de América Latina se encuentra la inclusión de Nicaragua y Venezuela entre sus categorías de análisis. Los países tienen en su trayectoria amplia tradición al invitar observadores, con momentos de ida y vuelta. En otras palabras, aunque históricamente es una práctica constante adoptada por estos países, no siempre ha habido una invitación a la observación internacional, de manera irrestricta.

No solo eso, sino que estos son los países que aparecen con menor porcentaje de puntajes en la muestra analizada, junto a Cuba. Esto puede justificarse por el hecho de que se trata de países en los que la figura de observación no tiene las mismas garantías y deberes que la de la figura de acompañantes. Es decir, la observación puede ocurrir de una manera más restringida y sin el informe hecho público, respetadas las particularidades de cada uno. 

Llama la atención el hecho de que Brasil aparece como uno de los países en los que la observación electoral tiene déficits, pero se lleva a cabo satisfactoriamente. Esto puede explicarse por el hecho de que la práctica de la invitación a la observación internacional se adoptó hace poco tiempo, en comparación con los otros países que aparecen en la misma categoría. El Salvador, Guatemala y Honduras son países con una larga tradición de observación electoral, adoptaron la práctica en la década de 1960.

Entre los países que aparecen como casos de observación electoral plena se puede destacar Ecuador y Bolivia, que son los que tienen la mejor tasa general. Una explicación de su posición en el índice radica en el hecho de que las recomendaciones emitidas por las misiones realizadas en estos países fueron, de hecho, adoptadas por la Justicia Electoral y Órgano de Administración Electoral (EMB, en la sigla en inglés). Sin embargo, eso también parece aplicarse a los otros países que conforman el grupo completo de observación electoral, que tienen puntajes más bajos, lo que podría explicarse por una menor aplicación de las recomendaciones en sus procesos de decisión popular.

Y, más específicamente, los países que conforman la Comunidad Andina de Naciones (CAN) son los que tienen el mejor puntaje entre los países analizados. No solo los países de manera recurrente envían invitaciones a observar, como el bloque regional del que forman parte, tiene una tradición en el envío de misiones internacionales de observación electoral. Esto puede haber contribuido al resultado reflejado en el índice.  

En general, el puntaje regional que presenta el análisis es optimista, ya que la suma de observaciones completas y con déficit supera el mismo cálculo para los de países con observación débil o fallida.

Finalmente, la creación de un índice de tal magnitud es un instrumento importante para la mejora de los procesos electorales en su conjunto, ya que permite a los gestores y gobiernos adaptar sus acciones, proyectos y programas ante informaciones que están disponibles en el documento.

 

*Paula Gomes Moreira. Doctora en Relaciones Internacionales, por la Universidad de Brasilia (UnB). Trabajó como investigadora en el Observatorio Político Sudamericano (Opsa) y en el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea). Actualmente es coordinadora de la Conferencia Americana de Organismos Electorales Subnacionales (Caoeste), en Brasil, de la Transparencia Eleitoral América Latina y consultora contratada en la Organización de los Estados Americanos (OEA).