El último 24 de febrero el pueblo cubano votó el referéndum constitucional que dio paso a cambiar la Carta Magna, la cual estaba vigente en la isla desde 1976 y contenía expresiones ya obsoletas como la declaración de “amistad fraternal con la URSS”, entre otras.
La anterior Constitución estaba inspirada en la URSS y ya había sido revisada en 1992 y 2002. El tenor que alcanza en la actualidad, podría decirse de un socialismo más “moderado”, es el resultado de los intentos de liberalización socioeconómica promovida tímidamente por los últimos dos congresos del Partido Comunista de Cuba y el avance de la globalización.
Participación
La papeleta de votación incluyó una pregunta sencilla, “¿Ratifica usted la nueva Constitución de la República?”, a la cual los electores debían responder por sí o por no.
Si hacemos una comparación con el referéndum del ´76, algunas diferencias marcaron la posición de la población de la isla con respecto a su participación en el acto electoral: solo votó el 84,4% del padrón mientras que, en 1979 participó el 98% del electorado, y el SÍ ganó por el 86,85% de los votos en cambio, la vez anterior fue por el 99,02%. Es decir, de una aprobación abrumadora en 1976 se pasó a una aprobación más atenuada que muestra cómo el régimen ha ido perdiendo poder a lo largo de estos 43 años.
Los disidentes del régimen muchas veces utilizan herramientas como la abstención, la nulidad o el voto en blanco para manifestar su disconformidad con el gobierno ya sexagenario del Partido Comunista. El análisis o el mensaje que se desagrega de esta situación en particular es que cerca del 26,7% del padrón -aproximadamente 2,5 millones de electores- no apoyaron al proyecto de una u otra forma. Además, a salvedad de los miembros de misiones diplomáticas, los cubanos residentes en el exterior -casi 2 millones- no tuvieron derecho a expresar su voluntad mediante el voto.
Campaña: para algunos sí, para otros no
A pesar de que la campaña política no está permitida en Cuba, se hizo una fuerte difusión de la opción por el sí apoyada por gobierno, incluso llegó a calificarse como “traidores de la patria” a quienes no apoyaban el referéndum. Al no estar existir en la isla un sistema democrático que brinde espacios de expresión a todos en la contienda, la campaña por el no no contó con las mismas herramientas.
Mientras en la ciudad y en los medios de comunicación podían verse banderas o diferentes expresiones por el sí, el no solo tuvo espacio en redes sociales, a las cuales solo una porción de la población cuenta con un limitado acceso, donde los hashtags #YoVotoNo o #YoNoVoto marcaron contraposición al #YoVotoSi de los afines al régimen.
“Cambios”
La discusión por la nueva Constitución llevó más de un año, en el que el proyecto fue cambiando como parte del proceso. En algún momento se habló de matrimonio igualitario –aunque se postergó el tema para un próximo referéndum que modificaría el Código de Familia en 2021-, la introducción del mecanismo de elección presidencial directa y sobre la eliminación de la palabra “comunismo” del texto constitucional, pero esos puntos no fueron incluidos en el texto definitivo.
Tampoco existió una modificación al modo en que se tipifica el sistema político de Cuba, ni respecto al Partido Comunista, que en el Artículo 5° se presenta como “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y el Estado”, caracterizado a lo largo del texto como “único, martiano, fidelista, marxista y leninista”. Este artículo es muy importante, porque en la práctica significa que el poder real continúa en las manos del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba –es decir, Raúl Castro- y este se encuentra por encima del Poder Ejecutivo, actualmente a cargo de Miguel Díaz-Canel.
También, en cuanto a derechos la nueva Constitución sigue sin reconocer explícitamente la libertad de asociación ni de ideología, ni los derechos comunicativos o la existencia de la sociedad civil. Aunque sí reconoce buenos avances en cuanto al debido proceso, la tutela judicial efectiva y el derecho a la información.
A pesar de ratificar el carácter “irrevocable” del socialismo como sistema político y social de la isla y el sostenimiento en la Constitución del monopolio económico del Estado, se reconoce por primera vez la propiedad privada, el mercado y la inversión extranjera.
Por otra parte, las atribuciones que se les dan a la figura del Primer Ministro y a los gobernadores provinciales pueden ser consideradas como una manera de descentralizar el poder. En este sentido, también se limita a los mandatos presidenciales a 2 periodos de cinco años cada uno, insertando así una posible dinámica de transición intergeneracional para el futuro.
Conclusión
Se ha considerado que este nuevo texto constitucional es una “variación limitada del texto de 1976” que mantiene sin cambios los elementos fundamentales, pero desde otro punto de vista puede ser considerado como un tímido avance democratizador que podría profundizarse en el futuro. Mientras tanto nos preguntamos cuándo llegará el día en que la historia absuelva a los disidentes que mantienen firme su lucha en pos de mayor libertad social y política sufriendo día a día los embates del régimen en contra de ellas.