En la espera de dos fechas claves, el del 11 de agosto para las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) y el 27 de octubre para las elecciones generales, en Argentina ya se pueden ver y escuchar las campañas de algunos precandidatos, como también las tensiones, desafíos, uniones, posibles alianzas, acuerdos y desacuerdos. Entre los más renombrados precandidatos presidenciales aparecen en el escenario político Mauricio Macri, Alberto Fernández, Sergio Massa y Roberto Lavagna.
Al introducirnos en este contexto de próximas elecciones, entre entrevistas, actos, y discursos aparecen también como protagonistas las encuestas. Son herramientas muy utilizadas tanto por los propios precandidatos dentro de su entorno como las realizadas y publicadas por los medios de comunicación.
A menos de 10 días de que se venza el plazo de presentación de alianzas nacionales, diferentes consultoras dieron a conocer algunas cifras que arrojaron sus encuestas. Los datos más recientes que se conocieron son los del “Pronóstico Electoral” que realiza RTD (Real Time Data) el pasado 30 de mayo, que pronostica un promedio general muy parejo entre la fórmula Fernández-Fernández de Unidad Ciudadana y Mauricio Macri por Cambiemos, ambos con 44% de intención de voto, dejando el 12% restante para el Partido Justicialista.
Se difundieron también los resultados de una encuesta realizada por el Centro de Ensayos Innovación y Servicios (CEIS) para el diario Tiempo Argentino sólo con escenario de primera vuelta. Según éstas estadísticas Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner sacan el 35% y Mauricio Macri, el 31%. Mientras que los precandidatos de Alternativa Federal suman 19 puntos: 8% de Roberto Lavagna, 7% de Sergio Massa y 4% Juan Manuel Urtubey.
¿Qué nos dicen los números?
El riesgo que se corre al analizar los datos de éste tipo es caer en la simplicidad de lo que implica el proceso electoral en un sistema democrático, o en la subjetividad del asunto. Por ello es necesario observar el trasfondo del contexto en el cual se recogen los datos y cómo impacta la realidad social en los mismos.
Es esa realidad social, la realidad que vive el pueblo argentino, la primera dificultad para hacer una visión futura sobre el triunfo de cualquiera de los precandidatos. ¿Por qué decir dificultad? Porque son los gobernantes quienes depositan con su voto la confianza y los legitiman, y esa es la cuestión: ¿existe un grado de confianza para con los futuros mandatarios?
Hace un par de años el gobierno kirchnerista, en términos generales, dejó depositado en la sociedad un alto nivel de desconfianza en la credibilidad del manejo de las instituciones democráticas del país como consecuencia de corrupción, lavado de dinero y las sentencias judiciales que recaen en la figura principal, Cristina Fernández de Kirchner. Entonces, ¿cómo generarán el binomio Fernández – Fernández las propuestas y garantías para la administración de las instituciones y la conducción del país?
Por otra parte, hay un descontento por parte de los argentinos que sintieron el ajuste de las políticas públicas y por la poca estabilización de la economía desde el oficialismo. Algunos no pierden las esperanzas que las medidas impuestas son el camino a la prosperidad del país, otros situados en el margen de la indecisión esperando que el candidato por Cambiemos renueve las propuestas en campaña o adopte una postura más eficiente frente a las demandas latentes en la sociedad.
Si bien los números son importantes para los futuros mandatarios en el camino del proceso electoral, no deberían ignorar el hecho de que tienen que ser conscientes de las decisiones que planean realizar, comunicarlas, y no caer en el discurso de crítica repetitiva hacia el opositor. Y cada individuo, en su rol como ciudadanos tiene que efectuar con conciencia y responsabilidad el sufragio en vista de lo que sea positivo para generar el bien común en la sociedad. En definitiva, la participación electoral es un medio para generar el funcionamiento del sistema democrático, pero no se agota ahí. Son diferentes los actores, factores e instituciones que se deben engranar para que el sistema funcione lo mejor posible.