Cuando el mundo se cierra urge abrir nuevas posibilidades. La crisis sanitaria es una oportunidad para explorar alternativas en las distintas etapas del proceso electoral. Las herramientas tecnológicas que pueden contribuir a mantener la integridad física del elector, sin impedir su participación en la toma de decisión, y a la vez garantizar el desarrollo de elecciones con integridad, cobran cada vez más relevancia.
El mundo está navegando en aguas poco exploradas. La incertidumbre se apodera de todos los órdenes de una vida que se ha desordenado. En este contexto, muchas personas e instituciones buscan adaptarse a los nuevos tiempos. En lo que a nosotros como Transparencia Electoral[1] respecta nos interesa advertir lo que está pasando y lo que podría pasar con los procesos electorales.
Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y República Dominicana postergaron las fechas de sus respectivas elecciones previstas para estos días. Alrededor de 50 procesos electorales fueron postergados en el mundo. Entre ellos las regionales de España, y las municipales de Inglaterra y Francia.
Para sorpresa de muchos, Corea del Sur hizo sus elecciones legislativas el pasado 15 de abril con un récord de participación, y Estados Unidos mantiene sus elecciones primarias, aunque con algunas reprogramaciones de calendario.
En este marco Transparencia Electoral realizó una serie de conferencias virtuales donde se le consultó a autoridades electorales y especialistas de empresas que desarrollan soluciones tecnológicas para elecciones. Producto de ello podemos bosquejar algunas consideraciones acerca de lo que puede deparar el futuro inmediato caracterizado por la incertidumbre y la inestabilidad.
El primer punto que surge es el de la calidad institucional. Es de esperar que, así como un sistema de salud sólido se encuentra en mejores condiciones para enfrentar el problema del virus originado en China, los países con una robusta institucionalidad electoral estarán en mejores condiciones para adaptarse a este nuevo y complejo escenario; que no solo afectará el calendario electoral 2020 sino también el de 2021. Solo recordemos que en América Latina hay autoridades electorales que tienen serios problemas para hacer elecciones en condiciones de normalidad. Los últimos procesos electorales en Bolivia y República Dominicana son solo algunos ejemplos.
La tecnología es una aliada imprescindible para adaptarse al nuevo escenario. El proceso de incorporación de tecnología ya se había iniciado en la región. La mayoría de los países han modernizado sus procesos adaptándose al cambio tecnológico en el que ya se encontraba el mundo; pero ahora la pandemia puede acelerar este proceso que estaba enfocado en la etapa de distribución logística del material electoral, la identificación de los electores, o el procesamiento y la transmisión de los resultados. Hoy el problema se encuentra en otro lado: en la aglomeración de las personas. Es por ello que la discusión pasa ahora por evitar la concentración de electores y preservar la salud del personal electoral, sean funcionarios generales o de mesa.
En este sentido pueden tomarse dos tipos de iniciativas, unas estructurales y otras de contenido. Las primeras requieren de reformas a las normas, por lo tanto, transitan por un canal específico; y las segundas son acciones que pueden llevarse a cabo por la propia autoridad electoral.
Los procesos electorales tradicionales están basados en el criterio del manualismo electoral, en donde el papel y el contacto físico o al acto presencial de los electores es el rasgo más característico. Hoy estamos ante una necesidad de revisión de este modelo.
Un proceso electoral se divide en tres etapas: la pre electoral, la electoral y la post electoral. A su vez podemos detectar un promedio de 53 instancias desglosadas en las 3 etapas mencionadas de todo proceso. 29 de ellas suponen algún nivel de contacto físico que podrían implicar focos infecciosos que atentan contra la seguridad del proceso electoral. Como veremos, muchas de estas instancias son susceptibles de cambios tendientes a evitar o reducir la amenaza de contagio.
En la actualidad no todo es manualismo electoral. Nos encontramos con experiencias exitosas que con innovación y apego a la integridad electoral cambiaron el paradigma de las elecciones. El caso de Estonia[2] es inspirador. Hace 15 años se implementó el voto electrónico remoto como una alternativa al voto presencial con boleta papel. En las últimas elecciones de 2019, el 44% del electorado votó vía internet, a través de su pc o app de teléfono celular. Lo hicieron con éxito desde 145 países distintos y desafiando la amenaza de Rusia en términos de interferencias tecnológicas. Cabe aclarar que Estonia no suprimió el voto manual, agregó el voto electrónico remoto como una opción más. Una suerte de servicio adicional al elector que, por lo que se advierte, es notorio en cuanto a su crecimiento entre elección y elección.
En nuestro continente también contamos con cambios interesantes en proceso. México cuenta con un manualismo electoral engorroso, que da lugar a filas y a la concentración de personas, y que brinda los resultados de modo muy tardío, obligando a las autoridades de mesa a realizar un trabajo agobiante. Sin embargo, los mexicanos en el exterior podrán votar de una manera más amigable y segura. El Instituto Nacional Electoral ha desarrollado un sistema de voto electrónico por internet para que los ciudadanos que residen en el extranjero, empadronados en algunos estados determinados, puedan votar por su gobernador en las elecciones regionales de 2021[3]. Un cambio sustancial que dividirá las aguas entre los electores que seguirán votando como en el siglo XIX y los electores que ingresan al siglo XXI.
En el profundo federalismo de Estados Unidos hay experiencias de todo tipo. Las más innovadoras se encuentran en las experiencias del early voting. El voto temprano le permite al elector votar no solo durante una jornada electoral. Lo puede hacer en los días anteriores a esa jornada. Esta iniciativa evita la concentración de electores de un modo contundente. Esta modalidad puede hacerse en un puesto electoral, al que el elector se debe presentar para ejercer el voto o lo puede hacer por correo postal. El voto temprano es una iniciativa que ha funcionado y su tendencia es la de utilizarse cada vez más. En las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en 2016, casi el 40% de los electores lo hizo a través de esta iniciativa. Para estas elecciones de 2020 se podrá votar por correo en 35[4] de 50 estados, lo que representa nada menos que el 70% de los mismos. Cabe destacar que Colorado, Oregón, Washington, Hawái y Utah llevan a cabo todas sus elecciones por correo.
La pandemia profundizó esta tendencia y en la actualidad se debate en la Cámara de Representantes un fondo federal especial para financiar la creciente demanda de los electores de votar bajo esta modalidad.
Vuelvo a la inquietud inicial. ¿En cuántas instancias del proceso electoral podemos evaluar iniciativas para disminuir las posibles instancias de focos infecciosos? En la etapa pre electoral debemos evaluar nuevos protocolos en lo que respecta a registro de votantes, evaluación de centros de votación, operaciones de almacenamiento de materiales, acreditaciones electorales, registro de partidos y candidatos, producción y almacenamiento de boletas, capacitación de personal de locales de votación y capacitación del votante. Por su parte, en la etapa electoral los cambios pueden dirigirse a la logística y distribución, a la votación, a la autentificación del votante, emisión del voto, escrutinio, cierre del proceso y elaboración de actas, auditoría, verificación de resultados y procesamiento y transmisión de resultados.
Entre las alternativas concretas a implementar podemos destacar la recopilación de la información de los centros de votación para establecer protocolos que garanticen el distanciamiento que disminuya los riesgos de contagios; la reducción del número de votantes en los centros de votación; la capacitación y evaluación online del personal temporal para la elección; la incorporación de tecnología para el registro y la identificación del votante, de manera que se minimice el contacto. Además, la acreditación de observadores electorales a través de plataformas tecnológicas que se basen en la validación de la ID y biométrica (foto) que se contraste con un repositorio oficial. Protocolos para mitigar los contagios durante la impresión de boletas, almacenamiento y distribución de material, mecanismos de desinfección (inyección de ozono) de áreas de operación, protocolos para garantizar que los electores y otros actores salvaguarden su salud: pantallas acrílicas en las mesas de votación, marcadores descartables para las boletas, desinfección con luz ultravioleta, máscaras, guantes, distancia social, etc.
Otro aspecto a resaltar es la posibilidad de la digitalización de las actas para que los centros de procesamiento no tengan material potencialmente contaminado, los instrumentos de votación alternativos como la mencionada votación temprana, es decir, voto por correo postal o voto por internet.
Finalmente, y luego de todas las posibles iniciativas a evaluar, volvemos al punto de inicio. Todos estos cambios deben hacerse con apego a la integridad electoral, y esta mucho se vincula con la situación de la institucionalidad democrática de cada país. Este es el verdadero desafío, porque el escenario se divide una vez más entre los países que adoptan el cambio positivo e innovador, y los que aprovechan las circunstancias para reducir la competitividad electoral y lesionar los derechos políticos. El virus del ventajismo electoral siempre está al acecho.
[1] Sitio web www.transparenciaelectoral.org
[2] Para mayor información al respecto se puede consultar a Delgado, Jesús. “Voto en línea una alternativa ante la imposibilidad de acudir a los centros de votación”: https://www.noticiaselectorales.com/voto-en-linea-una-alternativa-ante-la-imposibilidad-de-acudir-a-los-centros-de-votacion/
[3] Estos estados son Baja California Sur, Chihuahua, Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas.
[4] Estos distritos son Alaska, Arizona, California, Colorado, Distrito de Columbia, Florida, Georgia, Hawái, Idaho, Illinois, Iowa, Kansas, Maine, Maryland, Michigan, Minnesota, Montana, Nebraska, Nevada, Nueva Jersey, Nuevo México, Carolina del Norte, Dakota del Norte, Ohio, Oklahoma, Oregón, Pennsylvania, Rhode Island, Dakota del Sur, Utah, Vermont, Washington, Wisconsin y Wyoming.
[author] [author_image timthumb=’on’][/author_image] [author_info]Leandro Querido
Licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Se especializa en sistemas electorales y Observación Electoral. Es Director Ejecutivo de Transparencia Electoral de América latina. Recorrió el continente siguiendo las elecciones de la región. Es autor del libro “Así se vota en Cuba”.[/author_info] [/author]