Skip links

La Venezuela de Cuba

14 de Diciembre de 1994, La Habana, Cuba. Luego de haber sido sobreseído por el Gobierno de Caldera en la causa por el intento de golpe de Estado en Venezuela, un joven Hugo Chávez es recibido con honores por el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro. Con vehemencia y ante el colmado auditorio de la Universidad de La Habana, Chávez expone su proyecto político que ubica a la relación Cuba-Venezuela como el eslabón más importante de la construcción del “proyecto revolucionario latinoamericano que unificaría al continente como una sola nación”.

Por aquel entonces, Cuba atravesaba un difícil contexto marcado por la caída de la URSS. Esto lo empujó a la búsqueda de soluciones concretas que respondan a la imperiosa necesidad de conseguir un aliado estratégico que asista al mantenimiento y fortalecimiento económico que demandaba el proyecto político de la revolución.

Cuatro años más tarde, Chávez asume la presidencia venezolana y comienza allí un proceso de institucionalización de las relaciones entre ambos estados y un “hermanamiento” entre ambos presidentes. Fidel había encontrado su diamante en bruto en el momento indicado.

Inteligencia, salud y Petróleo.

La coronación de esta relación puede ubicarse en el año 2000, con la firma del “Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela” mediante el cual el régimen cubano se asegura el abastecimiento a precio preferencial de casi el 60% del petróleo que se consumía en la isla (un aproximado de 100.000 barriles diarios) a cambio de la asistencia técnica y profesional en áreas de salud y educación que sirvieron a programas sociales venezolanos de gran porte. En la actualidad, estos números se ven profundamente afectados debido a la crisis económica e institucional que azota a Venezuela consolidada durante el régimen de Nicolás Maduro.

Otro antecedente importante para mencionar en las políticas petroleras conjunta de ambos países, es la aventura que emprendieron para renovar la refinería “Cienfuegos” en Cuba, en donde proyectó la inversión de un billón de dólares. El manejo de la planta correspondería en un 51% a Cuba y un 49% a PDVSA (Petroleros de Venezuela).  

Este mecanismo de inversión conjunta, es un “modus operandi” ya conocido por el régimen chavista. Este mismo cuenta con el antecedente de haber solicitado préstamos al Gobierno de Vladímir Putin por más de 9.000 millones de dólares para ser invertidos en PDVSA a través de Rosneft y por los cuales se puso como garantía el 49% de “Citgo”, la refinería Venezolana con base en Houston, Texas que podría quedar totalmente en manos rusas si Venezuela llegase a incumplir con el pago de sus bonos. Un dato significativo que puede ayudar a explicar el rol ruso en la mantención del régimen de Nicolás Maduro en la actualidad.

En esta línea es necesario mencionar el asesoramiento y puesta en marcha de los equipos cubanos de inteligencia que asisten al gobierno venezolano, principalmente a partir del intento de golpe de estado del 2002 a la fecha, y de los cuales no hay información certera a pesar del público conocimiento de su accionar. Más allá de esto, en las últimas semanas, las denuncias de los funcionarios norteamericanos John Bolton (Sec. De Seguridad estadounidense) y Mike Pompeo (Secretario de Estado de los Estados Unidos) han develado cómo el trabajo de los mismos, combinado con el asesoramiento ruso, constituyen un sólido pilar que ayuda al mantenimiento del régimen.

Chávez, el “pívot” del proceso latinoamericano de Castro.

Los procesos políticos latinoamericanos de los últimos veinte años no pueden analizarse sin hacer referencia a la profunda influencia del castrismo y el chavismo en los mismos. Complementarios, ambos modelos constituyeron una base ideológico-política de muchos de los gobiernos en la región. 

Con un sesgo estratégico, el modelo de una “Latinoamérica unida” pensada por Castro y encarnada por Chavéz, condicionó los procesos políticos de muchos países entre los cuales podemos resaltar a la Argentina de los Kirchner, la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa, el Brasil de Lula y Dilma (en menor medida), entre otros ejemplos. En su mayoría, de corte populista atravesados por profundos procesos de corrupción y caracterizados por una retórica discursiva con foco en las clases populares.

Además, fruto de la relación bilateral de ambos países, se crearon organismos que fueron herramientas de integración en toda la región, un ejemplo de esto es el Petrocaribe. 

Los símbolos de una época, que ya no es. 

La realidad actual es completamente distinta a lo que supo ser. La muerte de Castro y Chavéz fueron duros golpes que obligaron a un recambio que no trajo buenos resultados. La asunción de Nicolás Maduro al poder, no hizo más que agravar la crisis y dificultar las relaciones entre ambos países. Para entender esto, hay que mirar más allá de la crisis político-institucional de Venezuela y analizar el profundo impacto económico que ésta significa para el modelo cubano. Un modelo dependiente de financiamientos externos que se vio obligado a iniciar un proceso de apertura hacia el mundo que tomó relevancia en el año 2014 con el restablecimiento de sus relaciones con Estados Unidos y que, aún hoy, se sigue consolidando. A pesar de ello, Díaz Canel no hizo más que reiterar una y otra vez su postura pública de apoyo al régimen venezolano. 

La Cuba de hoy, se encuentra ante un contexto similar al vivido en los primeros años de la década de los 90´ en donde pudo encontrar un “Chávez” para poder salir adelante.

En esta instancia, surge el siguiente interrogante: ¿Tendrá el régimen cubano la oportunidad de encontrar otro diamante en bruto que lo ayude a subsistir como tal?