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La crisis política en Perú  

Fragilidad en la confianza hacia las instituciones que garantizan la representación democrática signa la relación de los ciudadanos con la política cuya precaria estabilidad depende del desempeño de la economía.

Por Nadia Ramos*

 

Los partidos políticos en Perú son actores centrales de los procesos democráticos, porque articulan la oferta política que cubre los cargos de representación popular. Si entendemos a los partidos en su dimensión mínima, se trata de organizaciones políticas que presentan candidatos a los procesos electorales[1].

Esto implica que para que la dinámica de representación y de gobierno funcione en una democracia, los partidos deben cumplir con presentar candidatos/as idóneos a los diferentes cargos en disputa. Sin embargo, uno de los grandes problemas de la democracia peruana es la extrema debilidad de sus partidos políticos[2] y siendo partidos débiles tienden a presentar candidatos no idóneos. Los partidos en sistemas democráticos consolidados presentan siempre candidatos idóneos a las contiendas electorales, que surgen porque son producto del desarrollo de carreras políticas al interior de un mismo partido, o de un grupo reducido de ellos, siguiendo perfiles ideológicos o programáticos mínimamente distinguibles, y con una trayectoria en la que se ven permanentemente en la obligación de rendir cuentas de sus acciones ante los ciudadanos, electores, autoridades y ante compañeros de su partido, así como la representación política del partido.

Desde hace dos períodos en el parlamento peruano se ha impulsado la Reforma política y electoral, que tiene como propósito lograr que postulen candidatos idóneos para consolidar los liderazgos políticos que sean capaces de suscitar apoyo tanto entre sus compañeros de partido, como entre ciudadanos en general, además de limitar la aparición de estructuras autoritarias dentro de las organizaciones políticas y promover la renovación ordenada de liderazgos[3] . De esta manera trata de evitar a los famosos outsider que llegan a la política peruana sin formación, preparación, ni equipo mínimo de trabajo, que al final tiene como consecuencia agudizar la crisis e ingobernabilidad del país. Tal y como sucede con el actual presidente del Perú, quien fue electo para el período 2021 a 2026, pero parece no tener la menor idea de cómo gobernar, ni con quién contar.

El sistema político peruano se basa en una democracia débil (defectuosa, que parece transitar hacía una democracia híbrida) tal como señalan los informes del Latinobarómetro o el índice anual de la democracia. En ellos se evidencia que los peruanos desconfían de las instituciones, partidos políticos, políticos, esto trae como consecuencia que nuestro país sea calificado como ingobernable, camino a ser considerado estado fallido (aún no llegamos a esa calificación porque nuestra economía sigue funcionando a pesar de las crisis políticas). La situación de Perú es una montaña rusa porque somos testigos de la lucha por el poder entre las dos principales instituciones del Estado, el Ejecutivo y Legislativo, que viven en un constante enfrentamiento desde el primer día, sumado a los actos de corrupción y una larga lista de situaciones que no llegamos a evaluar y procesar porque inmediatamente estalla otro escándalo o crisis que debe ser controlada y manejada nunca solucionada.

Regresando al tema del informe sobre el índice global de la democracia, elaborado por la revista The Economist, este señala que el Perú cayó unos puntos respecto a años anteriores: somos una democracia defectuosa (al igual que nuestros países vecinos de Ecuador, y Colombia) y estamos en un punto de quiebre por todas las crisis que van generando ingobernabilidad. Actualmente contamos con una puntuación de 6.53, el Perú se ubica en la posición 57 de los 167 países analizados, subiendo un puesto respecto al índice 2019 a pesar de haber obtenido mejor puntuación (6.60).

El estudio coloca a Perú dentro del régimen “democracia defectuosa”. Por categoría, el país obtuvo las siguientes puntuaciones (escala del 0 al 10): 8.75 en proceso electoral y pluralismo, 5.36 en funcionamiento del Gobierno, 5.56 en participación política, 5.63 en cultura política y 7.35 en libertades civiles. Cabe señalar que las crisis de 2021 se agudizaron en estos primeros meses de 2022, llevamos 4 gabinetes en menos de 7 meses, han pasado 50 Ministros de Estados, quienes no duraron ni dos meses en el encargo, sumado a ello actos de corrupción en los que se cuestiona duramente la investidura presidencial. Incluso tuvimos a miembros de la Fiscalía de la Nación allanando el palacio de gobierno para encontrar las pruebas sobre sobornos u otro relacionado al caso de Petroperú, inimaginable en otros gobiernos una situación parecida.

Asimismo, el informe indica que la principal crisis de Perú fue: “… En noviembre de 2020 después de que el Congreso votara para vacar al entonces presidente Martín Vizcarra (2018-20) por presuntos cargos de corrupción, que Vizcarra rechaza enérgicamente. En su reemplazo asumió Manuel Merino, presidente del Congreso en ese momento. La medida fue vista como una toma de poder por parte de la legislatura, generando protestas en todo el país. Luego de unos días en el cargo, Merino renunció y fue reemplazado por Francisco Sagasti. Uno de los principales desafíos para el nuevo presidente interino era mantener la estabilidad sociopolítica hasta las elecciones generales en abril de 2021 en la que fue elegido de manera democrática el presidente Pedro Castillo″.

Desde entonces Perú sigue viviendo una crisis interminable, causada por el Ejecutivo y el Legislativo, por la lucha de poder entre ambos que como consecuencia trae más y más crisis que afecta a todo. En este preciso momento algunos legisladores de distintas bancadas tienen como objetivo lograr la vacancia presidencial (la moción de vacancia se sustenta en el artículo 113 de la Constitución peruana de 1993 que permite al Congreso iniciar un juicio político para destituir al presidente de la República). Dicho procedimiento se inicia con un pedido de vacancia suscrito por al menos el 20% de los congresistas (26 de 130). Una vez admitido a trámite se requiere del 40 % de los escaños (52) para que el Congreso inicie efectivamente el juicio político). El proceso de vacancia es una herramienta que se encuentra en nuestra Constitución y que ya fue usada contra el presidente Vizcarra, en noviembre de 2020, y en la que asumió el presidente del Congreso de la República Manuel Merino (en ese entonces). Antes, dos ex presidentes del Perú fueron vacados, ellos son: Guillermo Billinghurst (1914) y Alberto Fujimori (2000)].

El último intento de vacancia se llevó a cabo en diciembre de 2021 pero no alcanzaron los votos suficientes para ese propósito, por el contrario, fue un duro golpe para esos grupos de poder que buscaban desestabilizar y sacar al presidente del poder. La moción de vacancia se sustentó en: “Por lavado de activos, tráfico de influencias” asimismo “generar inestabilidad económica” (la subida del dólar y por ende de los productos) que no es un tema sólo de Perú sino un problema global, a pesar de todas estás “denuncias” ninguna se concretó por falta de evidencia.

Algunas bancadas del parlamento indicaron que la agenda pro vacancia presidencial continua, que estarán al pendiente de lograr los votos necesarios para solicitar otro pedido en este 2022, y durante estos primeros meses, permanecen los errores políticos del presidente Castillo. Por ejemplo, juramentar en el Gabinete a Valer (quien fue denunciado por agresión y violencia familiar contra su esposa e hija, asimismo tiene otras denuncias que demostraban que no era la persona idónea para estar en el Premierato); y por otro lado se ha nombrado a ministros cuestionados, denunciados o investigados por tráfico de drogas, corrupción y difamación, además de que continúan las investigaciones por el caso Petroperú. Este es el sustento para que algunos parlamentarios busquen la vacancia contra el Presidente, argumentando que no tiene las competencias para dirigir un país. Otro grupo le pide la renuncia al presidente; sin embargo, el presidente no se inmuta ante los pedidos y amenazas, más bien hace menos de una semana nombró un nuevo gabinete liderado por el ministro de Justicia quien ahora se desempeñará como el premier.

¿Qué está pasando realmente en Perú? Aún muchos políticos y ciudadanos de Lima – no quiero colocar todo el Perú, porque decir que todo el Perú le pide la renuncia o que apoyan la vacancia presidencial sería una gran falacia –  no logran procesar la victoria electoral de Castillo. La elección fue considerada una de las más sucias de nuestro país porque hubo muchas fake news que se esparcieron a nivel nacional e internacional, un relato que lo relacionaba con actos terroristas (cuando él tiene un expediente sin ninguna investigación de ese tipo). Asimismo, ninguna denuncia por corrupción o cosa parecida.

La sociedad peruana, como sucede en varios países de América Latina, es altamente racista, clasista y discriminadora, así que no es de extrañar que algunos peruanos muestren su total rechazo al presidente Castillo por ser de provincia, educado en una escuela, colegio y universidad pública, y que toda su vida se desempeñó como maestro rural. Una persona como él jamás hubiese podido llegar a la Presidencia del Perú, pero esta fue una excepción y llegó por voto popular a lo más alto del poder. ¿Quién es Pedro Castillo? es un profesor rural de 52 años, sindicalista magisterial, rondero campesino que luchó contra el terrorismo, que no cuenta con ninguna militancia en un partido político, al contrario, fue invitado para ser cabeza de una lista electoral. No tiene carrera política, no cuenta con un equipo político, etc. Es decir, por primera vez llegó al poder alguien que no tiene la menor idea de qué hacer en el país y eso, más de 7 meses después, le está pasando la factura política.

Los parlamentarios deberían enfocarse en continuar con las reformas para garantizar la participación en política de políticos con liderazgo consolidado que sean capaces de suscitar apoyo, tanto entre sus compañeros de partido, como entre ciudadanos en general, además de limitar la aparición de estructuras autoritarias dentro de las organizaciones políticas y de promover la renovación ordenada de liderazgos[4] . Tenemos que ponerle freno a los partidos políticos que solo sirven de vientre de alquiler cada cinco años.

Por otro lado, es sumamente importante que se enfoquen en el trabajo parlamentario, últimamente varios grupos parlamentarios están en búsqueda de conseguir los votos para la moción de vacancia y otro grupo está exigiendo al presidente que renuncie al cargo, y esos pedidos están fuera de lugar. Vivimos en un país democrático y se deberían respetar los cinco años para la que fue elegido el presidente,

Quiero señalar que las encuestas sobre el nivel de aprobación del parlamento peruano mostraron que los ciudadanos respondieron así ante la pregunta: ¿Diría que aprueba o desaprueba la gestión del Congreso de la República?”, solo el 23% de los encuestados señaló que respalda la labor que viene realizando el parlamento, cifra que decreció en 1% en comparación al último mes. Asimismo, el 7% prefirió no opinar al respecto. En la misma línea, la encuestadora IPSOS consultó por el desempeño de la presidenta del Parlamento, María del Carmen Alva. El 62% de los peruanos manifestó que desaprueba su gestión, lo que significa un aumento de 10 puntos porcentuales en relación a enero. La titular de la Mesa Directiva no está desempeñando una correcta labor en el Legislativo, el nivel de desaprobación cada vez se incrementa y en una probable vacancia del Presidente Castillo, la vicepresidenta Dina Boluarte le tocaría asumir, pero con esta alta desaprobación seguramente pasaremos por la misma situación que pasamos con el ex Presidente Manuel Merino, que duró menos de una semana en el cargo antes la crisis y revueltas ciudadanas.

El camino de la vacancia presidencial no es el correcto, peor aún, arriesgarse con el bajo nivel de desaprobación que tiene la titular del Congreso de la República, si fuese ese el escenario seguramente no duraría ni un día en la Presidencia de la República.

Aunque me centré en la falta de liderazgo y hoja de ruta que le hace falta al Gobierno; es necesario mencionar que la situación económica de Perú es una de las mejores. Esto se debe a las buenas gestiones del equipo de Ministros de Economía durante la gestión del Presidente Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, quiénes han recibido felicitaciones por el buen manejo fiscal durante la pandemia, tal como señala el informe del Banco Central de Reserva (BCR) que indica que la vacunación fue un éxito en nuestro país y que la pandemia dejó de afectar a la economía peruana, es decir: “La normalización de los hábitos de gasto y el levantamiento gradual de las restricciones sanitarias vigentes impulsarían la actividad no primaria y el mercado laboral, lo cual, junto a la recuperación de la producción primaria, se traduciría en un crecimiento de 3.4% este año”. Indica además que la posición monetaria expansiva en menor magnitud y los términos de intercambio, altamente favorables, contribuirán a su proyección. De igual forma, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) contempla que la economía peruana observaría una expansión entre 3.5% y 4% el 2022, tras un avance del PBI que habría alcanzado el 13% en el 2021. Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la economía peruana avanzará 2.8% y 3% el presente año; y por su parte, la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) calcula un incremento de hasta 4%, gracias a la reactivación de grandes proyectos de inversión.

Las exportaciones peruanas alcanzarían en este 2022 los 57,500 millones de dólares por los mayores precios de los commodities y el dinamismo de las agroexportaciones, proyecta la Asociación de Exportadores (Adex). Así, los envíos batirán otro récord, por cuanto en el 2021 se logró la cifra histórica de 56,241 millones de dólares, monto mayor en 35% respecto al 2020, según cifras del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).

Aunque los especialistas en materia económica indican que la coyuntura política no es favorable para atraer a la inversión financiera, y que se incremente el crecimiento económico a niveles mucho más altos de los esperados.

A los peruanos nos sobran razones para salir a protestar, pero mientras la economía va bien (aunque cabe señalar que el crecimiento en nuestro país siempre fue desigual) la valorización del ciudadano es que mientras haya trabajo, los precios de los alimentos de primera necesidad se mantengan, y haya qué comer todo estará relativamente bien. Por otro lado, quiero dejar en claro que el pedido de vacancia o solicitud de la renuncia del Presidente Castillo es por un grupo de personas que viven en Lima, no hay ni existe ningún movimiento ciudadano a nivel nacional pidiendo o apoyando vacancias o renuncias. Se trata de un grupo de personas exigiendo que el presidente dé un paso al costado, y tienen a los medios de comunicaciones quienes colocan titulares, les dan cobertura en las radios o medios alternativos, según ellos hablan por todo el país y la realidad es otra.

A pesar de esta inestabilidad política, que vivimos todos los años en todas las gestiones de los presidentes, debemos reconocer que nuestra economía se mantiene y tenemos que reconocer que la industria extractiva (que es el verdadero motor de desarrollo de Perú) así como también es el primer agente en generar conflictos sociales precisamente por el uso de la tierra, agua, contaminación del aire especialmente en las zonas rurales que afecta a la población más vulnerable, y que desde que inició el Gobierno Castillo han puesto en jaque al país.

En pocos meses el actual presidente acumuló múltiples escándalos de corrupción que en los últimos dos años han consolidado este distanciamiento con la política en general. Por esto, no es difícil entender que el Perú sea el país latinoamericano que más desconfía de su Congreso, y el tercero con mayor desconfianza hacia su sistema de partidos y Poder Judicial, pero desde el análisis a esta crisis en la que estamos sumidos todos concluir diciendo que mientras la economía vaya bien, el presidente Castillo seguirá contando con respaldo popular para mantenerse en el poder.

 

Referencias

[1] (Sartori, 1976)

[2] (Tanaka, M., 2005)

[3] (Freidenberg, 2007)

[4] (Freidenberg, 2007)

 

*Nadia Ramos. CEO del Think Tank Centro de Liderazgo e Innovación para Mujeres en las Américas. Activista de DDHH, feminista, política e internacionalista de Perú.