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Haití: ¿Crisis de gobernabilidad o latente revolución?

El país caribeño desde su descolonización del imperio francés, ha sido visto como un pueblo luchador ante todas sus adversidades; tales como los desastres naturales,   sumada la nueva forma de colonización de los países imperialistas.

En los últimos años, el pueblo haitiano ha demostrado mediante manifestaciones su inconformidad con el presidente Jovenel Moïse, implicado tanto el en fraude electoral del 2015 como en 2016, donde fue elegido de forma ilegítima, según Jude Celestin, candidato a presidente que obtuvo el segundo puesto en las elecciones, ya que se habían encontrado algunas irregularidades. A pesar de esto se proclamó presidente, ya que el Consejo Electoral Provisional aseguro que no fue “fraude masivo”, ante el país recientemente devastado por el huracán Matthew, según el portal de noticias BBC.

Jovenel también es cómplice del fraude de los fondos de Petrocaribe, el proyecto «solidario», el cual fue firmado en 2005 por 18 países de América central y el Caribe, de Hugo Chávez que les permitió a varios países acceder a petróleo a precios preferenciales, que llegaron a la nación haitiana para ser destinados a proyectos de infraestructura social y energética, pero se encontraron con sobreprecios, subejecuciones, contratos yuxtapuestos, obras fantasmales, liquidación precoz de fondos, evasión fiscal, nepotismo, donde según el segundo informe de la segunda auditoría del tribunal haitiano de justicia, el actual presidente participó de forma directa a través de empresas de su propiedad, como Agritrans. En total se estima una malversación de 3.800 millones de dólares, según el diario Clarín.

Además de la arbitraria conducción gubernamental, el Estado se encuentra en una situación de bancarrota irreversible, donde la salud, la educación, la vivienda, la seguridad, entre muchas cosas más han quedado con un mínimo financiamiento . Según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado en 2018, destaca que la calidad de vida no ha mejorado en Haití desde 1990 y la tasa de desempleo se sitúa en un 70%.

El gobierno ante estas protestas motivadas por la búsqueda de seguridad y justicia, ante los sucesos explicados anteriormente, ha aplicado una desmedida represión social mediante la brutalidad del poder de policía, reflejada en asesinatos y decenas de heridos, las mismas han tomado lugar desde 2017 hasta la actualidad, donde por medio de los movimientos sociales, religiosos, partidos de oposición y activistas comunitarios han logrado tener una relevancia dentro de los portales de noticias latinoamericanos.

El pueblo haitiano, por medio de manifestaciones habla de la necesidad de acabar con “el sistema”, repudia no solo al gobierno sino al régimen en su conjunto, los mecanismos de explotación y saqueo que caracterizan al Estado capitalista haitiano bajo la dominación semicolonial de Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, España, los países que integran el Core Group.

¿Cuál será la solución para este país en constante calvario? ¿Un cambio “en el sistema” o un cambio “de sistema”? Actualmente es una respuesta difícil de formular en el auge de las protestas y movimientos sociales, que han puesto en la mira al país caribeño ante la sociedad internacional y han dejado en evidencia los sesgos del sistema gubernamental.