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Entrevista Mujeres x mujeres

En el mes de la mujer Demoamlat presenta una entrevista colectiva a cinco mujeres latinoamericanas que desde el pensamiento y la práctica del feminismo y la lucha por la conquista de derechos a grupos sociales excluidos analizan la situación real de la mujer en la región. Alexandra Panzarelli de Venezuela, Nadia Ramos de Perú, María Matienzo de Cuba, Esperanza Palma Cabrera de México, Ines Pousadela de Argentina comparten su experiencia y mirada acerca de los avances y retrocesos de los movimientos de mujeres, los obstáculos y desafíos por vencer.

 

En distintos reportajes de prensa y análisis académicos se reconoce a los movimientos de mujeres como uno de los actores de la sociedad civil global más destacados de la última década. Sin embargo, eso coincide con un declive mundial de la democracia. ¿Existe alguna correlación entre ambos fenómenos?

Ines Pousadela: Si pensamos de manera global y de largo plazo, tanto el movimiento de mujeres como la democracia, en realidad, han avanzado juntos, no veo una contradicción entre el avance del movimiento de mujeres y la degradación de la democracia. Hace exactamente 100 años, en 1921, en el mundo había 20 democracias, en el año 2021, tenemos más democracias que autocracias. Según qué año veamos, según qué concepto o definición de democracia utilicemos, podemos encontrar ciclos adversos a la democracia, pero con una mirada de largo plazo históricamente hemos visto un avance de la democracia, y por supuesto, un avance del movimiento de mujeres, creo que han avanzado juntos y por buenas razones. De hecho, gran parte del esfuerzo para que esas democracias fueran democracias plenas lo hizo obviamente el movimiento de mujeres organizadas, no solamente en Irán o en América Latina, y no solo en la última década. Claramente, podemos decir que el movimiento de mujeres, el feminismo concretamente, ha hecho la revolución más grande de la historia, la revolución más profunda y menos sangrienta, que no es poca cosa. Por supuesto, en la última década en particular, el movimiento de mujeres en América Latina ha tomado una importancia mayor, y habría que ver cuáles son las razones. Requiere un análisis un poco más minucioso, y tienes que mirar país por país, porque, aunque el movimiento de mujeres es un movimiento regional en América Latina, con fuertes conexiones regionales, entre los movimientos nacionales los contextos son muy diferentes, las agendas, las luchas, las interseccionalidad. Las mujeres en América Latina tienen esa relevancia global por varias razones, son las mujeres reclamando los derechos de las mujeres, las mujeres reclamando por sus derechos sexuales y reproductivos, pero también están las mujeres a la cabeza de otras luchas que reflejan justamente el carácter internacional de esos movimientos: el extractivismo, el reconocimiento del derecho a la tierra y el territorio de pueblos indígenas, etc. Una forma de corroborar claramente esa percepción de que en América Latina las mujeres están a la vanguardia es la respuesta a la pandemia.

Los que trabajamos con sociedad civil a nivel global, cuando estamos organizando eventos, consultas, actividades con sociedad civil de todo el mundo, mis colegas africanos, por ejemplo, muy acostumbrados a que la sociedad civil en África es muy machista, centrada en los hombres, y con las mujeres relegadas a espacios secundarios, están siempre muy preocupado por tratar de conseguir por lo menos algún equilibrio de género. Y entonces me preguntan qué hacemos, yo les digo “miren, yo no tengo que hacer ningún esfuerzo para invitar mujeres a estos eventos en América Latina, o sea, simplemente reconozco quienes están al frente de estas luchas, de la lucha que sea que estemos hablando, y siempre son mujeres”.

Sí, efectivamente en América Latina entre los actores más destacados está el movimiento de mujeres, en otras regiones globales también han adquirido una relevancia mayor pero todavía no es la misma relevancia de América Latina. No sólo diría que hay una correlación entre la degradación y declive mundial de la democracia y el ascenso del movimiento de mujeres en algunos contextos. Hay reacciones, atracciones autoritarias frente a las ganancias del movimiento de mujeres. Son reacciones a las victorias del movimiento de mujeres a lo largo de los años, pero sobre todo lo que veo es que donde hay avances en la calidad de la democracia en gran medida eso se le puede acreditar a las mujeres organizadas tratando de garantizar que la voz de todas y todos sea escuchada. Cuando desde una posición subordinada se presiona por la inclusión de una voz, se termina abogando por la inclusión de todas las voces subordinadas.

 

Esperanza Palma Cabrera: Hasta cierto punto. Las democracias se han erosionado en parte debido a que no han resuelto un conjunto de problemas sociales entre los que se encuentran la discriminación y la desigualdad de género.

La sub-representación de las mujeres en el ámbito político, la violencia expresada en el acoso sexual y los feminicidios, la brecha salarial, la criminalización del aborto, son algunos indicadores de cómo el supuesto formal de igualdad de la democracia no ha sido suficiente para erradicar la desigualdad de género en todos los ámbitos de la vida social. Las democracias están en deuda con las mujeres.

Sin embargo, el feminismo tiene una historia de tres siglos y ha luchado contra los privilegios y el dominio masculino desde sus orígenes hasta nuestros días; ha reivindicado el reconocimiento de las mujeres como sujetos racionales, los derechos ciudadanos para las mujeres (sufragio), la liberación sexual y el cambio cultural. Es decir, ha sido un movimiento democratizador, anticonservador e igualitarista, de tal forma que las protestas feministas actuales tienen una agenda que recupera demandas de olas previas de feminismo y cuya causa fundamental se encuentra en las distintas formas de poder patriarcal, esto es, de exclusión y discriminación en razón de género que no son nuevas. Desde esta perspectiva, el feminismo de la cuarta ola no es un resultado del declive de la democracia.

 

María Matienzo: Más que un declive me gusta pensar que hay un reordenamiento (con todo el estigma que ha ganado esta palabra en Cuba), hay una necesidad de cambio, una necesidad de comenzar a ver el mundo desde otra perspectiva y no desde el orden que parecía seguro, aunque quedáramos fuera la mitad de la población mundial.

Ese reajuste ha llegado mientras ante nuestros ojos matan, violan, trafican con mujeres y no pasaba mucho, porque quienes lo hacen gozan de la complicidad de una conciencia colectiva que ha sido educada durante siglos desde el patriarcado. Digamos que es un ambiente en el que hemos tenido que aprender a sobrevivir y eso implica estrategias de sobrevivencia, y, por tanto, mayores posibilidades de resistir y fortalecernos en situaciones de vulnerabilidad.

 

Nadia Ramos: Quisiera puntualizar sobre dos puntos, la democracia y la participación de las mujeres: los ciudadanos no están satisfechos con el funcionamiento de la democracia en el mundo (antes y durante la pandemia), y esta se agudizó con la frustración de tener una clase política corrupta que genera inestabilidad social, política económica durante la pandemia y en el peor de los casos algunos estamos a un paso de entrar a una dictadura y por ende todos estamos viendo cómo se dan todo tipo de atropellos a la libertad de expresión, igualdad y acceso a la justicia ¿Si hay alguna correlación entre la democracia y el movimiento de mujeres? Considero que hay una correlación porque los movimientos de mujeres son actoras sociales y están haciendo presencia, incidencia en la agenda mujer pendiente.

 

AP: Creo que lo primero que habría que decir es que si no existe igualdad difícilmente puede existir democracia. En los países donde la exclusión de las mujeres sigue siendo amplia difícilmente se han visto avances reales en la democratización. Incluso aquellos países que formalmente (en las leyes y en los aparatos burocráticos) han intentado incluir a las mujeres, pero donde no existe un compromiso político y una intención de ir hacia valores de igualdad entre hombres y mujeres vemos que la democracia existe con grandes tropiezos. El declive mundial de la democracia tiene que ver con la ausencia de mujeres y de otros grupos cuya diversidad enriquece el proceso democrático. Al fin y al cabo, democracia va más allá de tener elecciones regulares, que obviamente como sabemos es un requisito fundamental, pero la verdadera democracia necesita de los grupos más diversos y de su aporte para poder ir hacia adelante con políticas que busquen incluir a la mayor cantidad posible de actores, que hagan complejo y a la vez renueven las elites políticas con sangre nueva de distintos sectores. Quizá estemos en presencia de una inclusión de mujeres más formal que real. Por ejemplo, son muchos los países que ahondan en los derechos de las mujeres en sus textos legales pero que cuando vemos sus elites políticas y económicas rara vez vemos una mujer, aun más raro ver a una mujer indígena o afrocaribeña en América latina. Así que creo que cada vez que nos hablen de inclusión de mujeres en la sociedad civil o en los asuntos políticos habría que hurgar un poco más y examinar la composición política del país, los roles que están cumpliendo esas mujeres y que tan influyentes llegan a ser a la hora de diseñar y ejecutar políticas en sus respectivos países. En términos de biopolítica, el cuerpo de la mujer en Latinoamérica es digno de estudio. La explotación laboral y sexual de las mujeres en América Latina y en especial de mis coterráneas venezolanas, en este momento de crisis humanitaria, es un caso emblemático de cómo la tiranía ha repercutido seriamente en el cuerpo de las mujeres. Hoy en día los derechos sexuales de las venezolanas están por el piso. El tráfico sexual, la ausencia de los recursos mínimos para tomar las riendas y el control sobre la sexualidad y la reproducción son criminales, eso sin mencionar los casos de tráfico humano donde la mayoría de las víctimas son mujeres. No existe democracia donde el cuerpo de la mujer sea tratado con semejante asimetría de poder.

 

En la región, el empalme entre neoliberalismo y democracia ha tenido un magro desempeño en el status de la ciudadanía social. ¿Cómo afecta a la situación de la mujer y a la agenda del feminismo esa suerte de sociedades de mercado con débil o nulo Estado de Bienestar?

IP: Tenemos democracias que históricamente han tenido una dimensión muy débil de ciudadanía social, un estado de bienestar incompleto, sólo un par de países de la región pueden decir que tuvieron un estado de bienestar un poco más desarrollado, con una cobertura razonable; creo que sí ha marcado, y marca no solamente la situación de las mujeres, ha marcado y atraviesa la agenda del feminismo en América Latina. Me parece que justamente eso da cuenta del hecho de que el feminismo en América Latina es muy diverso, no exento de tensiones internas, algunas son muy productivas, no solamente porque presenta una agenda muy amplia y variada. Hay diferentes feminismos, con diferentes agendas que son complementarias, con relevancia diferentes, y con activaciones locales enriquecedoras: agenda de derechos reproductivos asociada generalmente a clases medias, defensa de los territorios, inclusión laboral. Por ejemplo, en Argentina se aprobó recientemente la legalización del aborto. Esta era una práctica presente, pero que ahora es una práctica reconocida como derecho y cubierto por el sistema público de salud. Acá vemos una demanda que atraviesa al feminismo, porque es una demanda también con dimensiones de clase, lo cierto es que las mujeres de clase media no se morían por abortos inseguros, los abortos inseguros mataban a mujeres pobres. Esa conjunción fue administrada muy productivamente por los movimientos de mujeres, de manera muy inclusiva y con una claridad increíble, no de las de las dimensiones que tienen estos derechos, logrando que esas demandas fueran enarboladas por sectores mucho más amplios, que salieran de la academia, de los grupúsculos “extravagantes” de feministas que venían hace décadas reclamando.

Yo creo que existe una enorme habilidad para articular demandas, y un cambio generacional importantísimo que ha hecho que por primera vez en la historia el feminismo sea un movimiento masivo. Esa creo que es la marca de esta generación, yo atribuyo eso a dos cosas: una es el hecho de cómo atravesó al movimiento de mujeres la conjunción dispar entre liberalismo y democracia, pero también el cambio generacional que mencionaba.

La conjunción entre democracia y liberalismo ha generado agendas muy complejas, muy diversas, integradas en gran medida en el hecho de que las mismas demandas tienen dimensiones de género y de clase, por ejemplo, y que eso ha hecho a la receptividad del feminismo en la normalización del discurso feminista.

 

EP: Las mujeres son las que más padecen los efectos de las políticas neoliberales y de austeridad. Ellas se han empobrecido más que los hombres. Como plantea Rosa Cobo, con los recortes a las políticas sociales crece el trabajo gratuito de las mujeres en el hogar y son las que más pasan a las filas del desempleo. Las funciones de las que el Estado abdica vuelven a recaer en la familia, es decir, en las mujeres. Las políticas de austeridad vuelven a relegar a las mujeres a las labores del cuidado sin remuneración.

 

MM: Esta segunda pregunta me pone ante una disyuntiva y es que las veces que he visitado países que padecen el neoliberalismo y tienen libre mercado me encuentro con que, en el peor de los casos, tienen mejor Estado de bienestar que el país en que vivo que se supone no sea neoliberal ni tiene libre mercado, que es un país donde las mujeres somos sus principales víctimas, donde no existen políticas públicas y el asistencialismo nos condena a la dependencia del gobierno, a la esclavitud moderna con salarios realmente paupérrimos, a la anulación del individuo y a una administración de bienes sin ninguna transparencia, donde ese Estado de bienestar es administrado como si fuera la finca personal de un grupo de hombres blancos obesos, con todo lo que implica eso, patriarcado, racismo y burocracia.

Lo que me preocupa de algunos estudios y conceptualizaciones de las ciencias políticas es que a veces dejan detrás algunas realidades como la mía, como la que vive Cuba, y se enfrascan en la construcción de conceptos que acomodan el bienestar emocional de unos y unas cuantas por sobre la vida de una mayoría que apenas tiene noción de la teoría pero tienen vivencias de desabastecimientos de productos básicos, de desalojos, de ciudades militarizadas, de muertes por negligencia médica y todo eso sin derecho a exigir una vida digna.

Por eso, cuando hay alguien que niega el totalitarismo yo me pregunto qué hago con mi realidad. ¿Qué hacemos con las 273 mujeres activistas que han sufrido represión en Cuba solo en los tres meses del 2020? Y ahí es donde mis necesidades de vivir en una Cuba democrática no caben en el negocio que es pensar y construir utopías.

 

NR: En América Latina existe ese fenómeno de que durante las campañas electorales todos los candidatos/as de los partidos políticos se muestran de izquierda radical, moderada e inclusive progresistas solo para captar los votos, pero una vez que concluyen las elecciones, los candidatos ahora elegidos como autoridades cambian su ideología e inician un Gobierno liberal donde van tomando medidas de austeridad, y priorizan el pago de deuda externa y un largo etc ¿Nos afecta? Claro que nos afecta porque no logramos alcanzar un estado de bienestar que es lo que aspiramos como núcleo familiar especialmente en un continente donde el alto índice de mujeres son cabeza de familia y garantes de la economía familiar hoy en día (que seguramente se agudizará en esta pandemia) necesitamos cambios estructurales desde el Estado.

 

AP: Históricamente ha quedado en evidencia que dejar el acceso a derechos básicos únicamente en manos del mercado no es lo más recomendable. Es necesario que aparte de la legislación que busque la igualdad entre hombres y mujeres, también existan mecanismos burocráticos que protejan la integridad de la mujer a lo largo de su vida. El EBS ha sido efectivo en muchos países garantizando el acceso a derechos básicos y en muchos casos han colaborado con el control de la mujer sobre su cuerpo, pero también como muchas feministas han criticado, muchos de los programas que promueven los estados de bienestar social tienen un sesgo masculino importante a la hora de ejecutarse. En cualquier caso, la lucha contra la feminización de la pobreza debería estar en el centro de la agenda pública de muchos países, porque las mujeres tienen que lidiar con dos desbalances en el terreno de juego, el primero que en muchos casos no ganan igual que los hombres que hacen trabajos similares y en segundo lugar que muchas acarrean solas la maternidad y el gasto que implica. En ese sentido el Estado debería buscar políticas que traten de balancear ese terreno de juego, logrando así cierta tendencia hacia la igualdad.

 

Parte del movimiento feminista, al menos en Latinoamérica, hace gala de ideología y retóricas “anticapitalistas”, muy críticas de la democracia liberal. Paradójicamente, es bajo ese régimen -en ejemplos como Argentina, Uruguay o Chile- donde las mujeres consiguen avanzar más su agenda, a contrapelo de países -Cuba, Nicaragua, Venezuela- comandados por izquierdas autoritarias y de gobiernos populistas -México, Brasil- de distinto cuño. ¿Cómo interpretas esa aparente contradicción entre un feminismo radical anticapitalista y una democracia liberal a la vez estigmatizada y permisiva?

IP: No me siento una voz muy autorizada para responder, no es algo que yo haya estudiado en profundidad, me refiero al tema de la de las vertientes anticapitalistas del feminismo.

Hay un feminismo muy radical y anticapitalista en los países donde existe una democracia liberal que funciona relativamente bien, pongamos por caso Uruguay. En ese país no que detrás de toda esa retórica anticapitalista finalmente una crítica del neoliberalismo, ni de sus efectos sobre la desigualdad de género, y sobre la sociedad en general. Es un feminismo que su perfil se reconoce en la tradición de la democracia local, no se la cuestiona, ni los logros de la democracia ni siquiera su trabajo institucional. Es bastante respetuoso, no es tan crítico de la democracia liberal como pareciera, y tampoco tan anticapitalista. No sé si el mainstream del feminismo en Uruguay, por ejemplo, sea anticapitalista.

Sí hay una reflexión, importante e interesante, que ha generado nuevas formas de organización, un nuevo movimiento. No hay una gran reflexión sobre los efectos cruzados del capitalismo extremo, sí hay una reflexión sobre esos efectos cruzados que genera esa interseccionalidad. Eso es muy positivo, pero tengo mis dudas respecto de que eso signifique que estamos ante un feminismo anticapitalista. Yo creo que en general estamos ante los reclamos, las demandas de un feminismo muy crítico del capitalismo salvaje, pero que podría estar cómodo en un contexto de capitalismo atemperado social, con un Estado social.

 

EP: Aclaremos algunas cosas. El feminismo de la cuarta ola es un movimiento reactivo a las estructuras patriarcales y es anti-neoliberal en tanto las políticas de austeridad afectan de manera particular a las mujeres de todas las clases sociales. En un sentido, es anticapitalista debido a su lucha por la igualdad económica (Ver la postura de Luisa Posada Kubissa).

Sin embargo, debe aclararse que el feminismo en todos los tiempos ha sido un movimiento interclasista e interracial ya que cualquier mujer puede sufrir discriminación por razón de género, ser abusada sexualmente, estar a cargo del trabajo doméstico, etc., etc.

Yo diría que las feministas de la cuarta ola son ante todo anti institucionales debido a la ineficacia de los gobiernos y la falta de respuesta de las instituciones para combatir problemas fundamentales como la violencia en sus formas variadas. De acuerdo al Informe Impunidad feminicida. Radiografía de datos oficiales sobre violencias contra las mujeres (2017-2019), de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos, un porcentaje mínimo de las muertes violentas de mujeres son investigadas. Cada día ocurren 10 feminicidios en México. (https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2020/03/08/cuarta-ola-del-movimiento-feminista-el-hartazgo-ante-siglos-de-extrema-violencia/)

Su agenda se centra en la violencia patriarcal en todas sus formas: la política, la violación, el acoso, el maltrato, el feminicidio (Ni una menos; Yo Sí te Creo), la criminalización del aborto.

No creo que las feministas de la cuarta ola sean anti-demócratas; no se plantean “destruir” la democracia, sino que piden medidas legislativas e institucionales para conseguir la igualdad de derechos. Como todos los feminismos anteriores, es un movimiento igualitario, y eso es democrático. En todo caso, señalan la deuda de la democracia con las mujeres, que es muy distinto.

Y claramente, sólo en una democracia pueden avanzar las agendas feministas, por cierto, no sin resistencias y contra-repuestas de movimientos conservadores como en el caso de la despenalización del aborto.

En síntesis, es un movimiento anti-institucional, porque las instituciones se perciben como reproductoras de relaciones de poder patriarcales como es el caso de las universidades, escenarios del movimiento feminista contemporáneo, que implícitamente han sido cómplices del acoso sexual. Creo que es un error conceptual pensar al movimiento feminista de la cuarta ola como un movimiento contrario a la democracia.

 

MM: ¿No es un poco descabellado pensar que solo en el capitalismo reina el patriarcado? ¿El populismo de esas izquierdas autoritarias en qué se basa si no es en el patriarcado? Quienes lo dicen ¿han visto cómo se manifiesta la única organización permitida en Cuba contra las mujeres opositoras? ¿Quién dice que Cuba, Nicaragua y Venezuela son estados de derecho? Los o las que no las viven, ¿no? Los o las que no tienen que enfrentarse a una constitución que ha puesto por encima de la ley la existencia de un partido único o que tiene que padecer que los poderes no estén divididos y que los jueces se basen en criterios de valor en vez de en pruebas científicas o testigos especializados o presenciales para juzgar a una persona, donde la presunción de inocencia no existe y donde se posponen 8 años la ley contra la violencia contra las niñas y las mujeres porque es más importante decretar que los artistas y los periodistas no podemos expresarnos en total libertad y que si lo hacemos iremos presos. ¿A eso se refieren quienes creen que Cuba es un Estado de derecho?

Por otra parte, no creo que lo que exista sea una contradicción propiamente dicha, pero si vamos a concentrarnos en luchas que para unas es sólo teoría, pero para otras marcan la diferencia entre estar vivas y estar muertas, entre estar libres o presas, debemos hacerlo con conciencia y contextualizando cada campo de batalla. Las comparaciones sin haber estudiado a profundidad el terreno nos hacen dar una imagen superficial de un asunto que tiene raíces profundas. Y eso creo que es lo que nos está faltando a los feminismos que excluyen unas realidades como las que vivimos las mujeres en las izquierdas totalitarias en pos de una teoría que no siempre está debidamente corroborada. ¿O es que algunas mujeres tienen más derecho a los derechos que otras?

 

NR: Para mí el feminismo representa la lucha por la igualdad y dignidad. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que existen varios tipos de feminismo, y sí, en algunos países de América Latina han alcanzado las cuotas de paridad pero recordemos que esas mujeres que actualmente participan de la vida política en los países que mencionaste no tienen rostro ni voz, y las ciudadanas mucho menos se sienten representadas por ellas, precisamente porque su elección se dio de manera “simbólica” y descriptiva mas no se logró aún una Democracia igualitaria donde las mujeres tengan presencia, voz, voto y principalmente tengan mucha incidencia en la toma de decisiones.

Yo sí creo en la lucha genuina y organizada de las feministas del Uruguay, Argentina y Chile porque ejercen su derecho, elevan su voz de protesta sin restricciones porque vivimos en libertad y democracia a diferencia de las mujeres que viven en países que están bajo un régimen de restricciones y policíacos; es más, si llegaron al poder es como decían anteriormente para mostrar una imagen como país de que alcanzó las metas al “imponer” a otras mujeres en el poder y no es lo que buscamos como movimiento feminista.

 

AP: Los dos regímenes más críticos del capitalismo en la región que son Cuba y Venezuela tienen déficits tremendos en la inclusión de mujeres y de grupos históricamente marginados en sus agendas políticas. En el caso venezolano que comenzó con una Constitución tipo Frankenstein que tenía rasgos liberales combinados con valores de democracia social y que aspiraba a la inclusión -a menos en teoría- de grupos históricamente marginados como los afrovenezolanos, las mujeres y los indígenas, más allá de algunos logros cortoplacistas, el déficit que crearon ha sido monumental, al punto de que el Estado colapsó dejando sobre todo a esos grupos más vulnerables en un estado de miseria y de dependencia jamás visto en nuestra historia. Solo falta ver lo que ha pasado con los indígenas pemón en Venezuela bajo este régimen.

 

¿Cuáles consideras son los desafíos de las mujeres latinoamericanas en cuanto a su ciudadanía social, civil y política, de cara a los años venideros marcados por el impacto de la crisis y el legado de la pandemia?

IP: Empecemos por la pandemia y la crisis derivada de ella. Contrariamente a lo que se dijo al principio, parecía que todos estábamos muy asustados y que pensábamos que estábamos todos en el mismo barco, bueno descubrimos muy rápidamente que no estábamos todos en el mismo barco. Si estábamos todos en el mismo mar, pero que en ese mar algunos estábamos en una balsa de madera y otros en un crucero de lujo; claramente no nos afectaba a todos de la misma manera. No a todos nos afecta de la misma manera, también los hombres y las mujeres, y los blancos y los no blancos, pobres y ricos, todos los clivajes sociales y todas las desigualdades se profundizan en la pandemia. Resultó ser un gran revelador de esas desigualdades, las profundizó, pero al mismo tiempo creo que puso en evidencia algunas de las soluciones. Las mujeres salieron y se pusieron en la vanguardia de la respuesta, para cubrir los agujeros que dejaban los Estados.

En la sociedad civil vemos una cantidad de iniciativas lideradas por mujeres, son las primeras que se vinculan con el medio y con la comunidad, y se ponen a resolver necesidades inmediatas en todos los terrenos.

Respecto a los problemas de género puntualmente, la pandemia vino a profundizar uno de los grandes temas del feminismo latinoamericano actual, la violencia de género. Los indicadores que tenemos dan cuenta de que los servicios, ya sean estatales o de la sociedad civil, que se ocupan del tema de la violencia, colapsaron, la cantidad de casos de violencia se multiplicaron en el contexto del encierro de las mujeres junto con sus abusadores. Un segundo problema, el tema de la crisis y del mercado de trabajo y del cuidado de los niños. Los niños no están en la escuela, quienes cuidan a los niños son las primeras que se quedan sin trabajo, o que no pueden atender las demandas de sus trabajos, y generalmente son las mujeres. El teletrabajo está reservado para el sector que puede acceder al trabajo, un sector relativamente bajo. Para las mujeres se multiplicaron las jornadas laborales, el multitasking y las tareas de cuidado.

Lo que también nos reveló la pandemia es la fragilidad de las conquistas, de algunas conquistas que llevaron muchas décadas, y progresos que llevaron muchos años como la inserción de las mujeres al mercado de trabajo. De repente, un evento como la pandemia puede llegar a generar un retroceso de años, de décadas. Los desafíos son los mismos de siempre, solo que se complicaron, se profundizaron, y se volvieron mucho más visibles.

¿Cuáles son los principales desafíos de las mujeres latinoamericanas en los años que vienen?  Son desafíos que el movimiento de mujeres ya tenía identificados, son los grandes temas que movilizan al movimiento de mujeres. Tenemos demandas por derechos sexuales y reproductivos, la violencia de género, el reclamo de autonomía de las mujeres, el derecho a disponer de sus propias personas, de su propio cuerpo, de sus propias decisiones. Las mujeres siguen siendo consideradas por muchos hombres como propiedad suya, como objetos que les pertenecen, la lucha del movimiento de mujeres es una lucha por la autonomía que se refleja en diferentes temas.

Hay otros temas que tienen que ver con la representación política, son temas que están muy vinculados porque finalmente muchos de los cambios que queremos conseguir empiezan a ser posibles, pensables, cuando esas discusiones llegan a los cuerpos legislativos. Estas discusiones entran en los cuerpos legislativos cuando entran las mujeres a los cuerpos legislativos, y el hecho de que las mujeres estén en los sitios de toma de decisiones obviamente hace una enorme diferencia en relación con las políticas públicas. Esto no es automático, no todas las mujeres son feministas, y hay hombres aliados del movimiento de mujeres, pero el tema de la representación está muy ligado al tema de las políticas públicas que surgen de esos cuerpos representativos.

Otro tema relevante es el acceso al mercado de trabajo, los techos de cristal, el empoderamiento económico, porque finalmente- y retomo un poco el tema de anticapitalismo del movimiento de las mujeres- es un poco lo que ocurre con el movimiento por la justicia racial. Finalmente, lo que subyace a estos reclamos también es un reclamo de justicia económica porque el racismo es sistémico y el sexismo también lo es.  Las mujeres estamos excluidas sistemáticamente de los lugares de poder, de poder político y de poder económico, hay una desigualdad que es muy estructural y que ni siquiera es solamente legal. Entonces, la lucha por el empoderamiento económico también es una lucha central del movimiento feminista.

Yo confío realmente en que en los próximos tiempos sigamos viendo la profundización de esa gran revolución de las mentes y de los espíritus y de las leyes y de las prácticas que ha hecho el movimiento de mujeres a lo largo de la historia, América Latina va a estar en la vanguardia de ese proceso.

 

EP: La pandemia ha sido terrible para las mujeres debido al confinamiento. El encierro ha aumentado la violencia doméstica y las labores de cuidado de las mujeres. Esto ha influido también en la desactivación del movimiento. Creo que el reto fundamental es la reactivación política para darle continuidad a las agendas feministas.

 

MM: Uno de los desafíos de las mujeres latinoamericanas y para mí, creo que el más importante, por básico que parezca, es aprender a mirarnos a la cara sin que medie la mirada del patriarcado.

Vuelvo sobre Cuba porque creo que entre los feminismos latinoamericanos somos las grandes ignoradas, sobre todo, las que militamos desde la oposición a un gobierno que se ha erigido durante años en el continente como la izquierda liberadora. El 2020 enseñó a varios grupos feministas que comulgan con la ideología del estado cubano que no era suficiente nada de lo que hicieran por justo que les pareciera a ellas: si te opones terminas violentada y así sucedió, pero como si fuera poco algunos grupos feministas de la región se pronunciaron para aumentar las tensiones y el estrés que provocó que salieran algunos nombres de activistas feministas vinculadas a supuestas acciones de mercenarismo.

Haré la misma pregunta que nos hacen para revictimizarnos, ¿qué hicieron las feministas cubanas para merecer la campaña de descrédito? Pues comenzar a visibilizar todas las variantes de violencia de género que se viven en Cuba y que durante años han sido silenciadas en pos de vender una imagen homogénea de la revolución, o exigir que se adelantara en el cronograma legislativo una ley contra la violencia ejercida contra las mujeres y las niñas, y que no deje afuera ni a las mujeres activistas por los derechos humanos ni a las mujeres trans. La respuesta fue más violencia de Estado, más criminalización, más violencia policial y cero sororidades.

Aquí, a fuerza de represión estamos aprendiendo a analizar nuestras realidades con mayor profundidad sin detenernos en cuotas políticas o en discursos que maquillan las realidades de otras mujeres. De esta crisis tenemos la obligación de salir más fortalecidas.

 

NR: Desde la sociedad civil organizada, el trabajo de reivindicación de derechos y presencia de las mujeres nunca cesó, estamos viviendo momentos dramáticos por la pandemia que está afectando a las niñas que serán la nueva generación de mujeres. En países como Perú que tiene un alto nivel de niñas y adolescentes rurales que no tienen acceso a laptop, celulares inteligentes, no cuentan con energía eléctrica, menos internet, el retraso que están teniendo en el acceso a su educación y que impactará a futuro es enorme. Es importante que las autoridades a todos niveles re orienten las políticas públicas a la nueva sociedad en la que estamos viviendo y se prevean cambios, porque estoy segura de que no volveremos a ser la sociedad que fuimos antes del 2020.

AP: Los movimientos feministas tienen que ser lo más inclusivos posible. Visibilizar la lucha de aquellas mujeres que vengan de grupos históricamente marginados en nuestros respectivos países. También tender un puente con las comunidades LGBTQ que han quedado en el olvido en muchas de las agendas mal llamadas progresistas del continente y que no son otra cosa que un reload del mismo machismo con discurso socialista pero que parece alérgico a las comunidades de color, a los grupos LGBTQ, que están negados a discutir los derechos sexuales y reproductivos de la mujer pero que se rasgan las vestiduras discutiendo lo que ellos entienden por igualdad.

 

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2021/03/InésMPousadela.jpg[/author_image] [author_info]Ines Pousadela

Licenciada y Doctora en Ciencia Política y Magíster en Sociología Económica, además de fotógrafa. Se desempeña como Especialista Senior en Investigación de CIVICUS: Alianza Mundial para la Participación Ciudadana y evaluadora para Argentina del Mecanismo de Revisión Independiente de la Alianza para el Gobierno Abierto. Ha enseñado en diversas universidades y es autora de numerosas publicaciones sobre temas de teoría política e historia política de la Argentina contemporánea, sociedad civil, corrupción y transparencia, y acerca de los procesos de democratización política y movilización social en América Latina. Actualmente dicta una asignatura electiva sobre La Sociedad Civil Global en la Universidad ORT de Uruguay. Su trabajo con CIVICUS se centra en las restricciones del espacio cívico y el activismo de los movimientos sociales. Sus investigaciones alimentan las campañas de incidencia de la organización en defensa de las libertades ciudadanas.[/author_info] [/author]

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2021/03/Alexandra-Panzarelli.jpg[/author_image] [author_info]Alexandra Panzarelli

Estudiante de doctorado en el departamento de Política de New School Social Research (NY). Fue asesora política de la Embajada de Canadá en Venezuela y profesor en la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela. Anteriormente, se desempeñó como consultor de la Gobernación de Miranda en Caracas, y fue asistente del programa del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el SIDA/VIH (ONUSIDA). También ha publicado varios artículos sobre el populismo en Venezuela, las políticas electorales y los movimientos sociales.[/author_info] [/author]

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2021/03/Esperanza-Palma.jpg[/author_image] [author_info]Esperanza Palma Cabrera

Es doctora en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame y actualmente es profesora en el Departamento de Sociología de la UAM Azcapotzalco, coordina el grupo de género y elecciones de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales (SOMEE) y forma parte de la Red de Politólogas. Sus principales líneas de investigación son: 1. El impacto de las cuotas de género en los procesos de reclutamiento de candidaturas en los partidos y en la representación descriptiva. 2. El papel ambivalente y contradictorio que juegan los partidos en las democracias contemporáneas. 3. Teoría y análisis empírico de la democracia[/author_info] [/author]

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2021/03/María-Matienzo-1.jpg[/author_image] [author_info]María Matienzo

Periodista, escritora y activista cubana. Ha vinculado durante 15 años la escritura creativa al periodismo y a la edición de libros y revistas.Ha colaborado en revistas y medios como Cubaliteraria, Havana Times, Hypermedia, Diario de Cuba, El Tiempo de Colombia y Connectas. Reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como WomenJournoHeroes. Sus reportajes se encuentra de manera regular en CubanetNews.[/author_info] [/author]

[author] [author_image timthumb=’on’]https://demoamlat.com/wp-content/uploads/2021/03/Nadia-Ramos.jpeg[/author_image] [author_info]Nadia Ramos

Máster en Estudios Políticos Aplicados para América Latina en el Instituto Universitario Ortega y Gasset (Madrid – España). Especialidad en el tema de Relaciones Internacionales en el Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos (España), y dos especializaciones en temas de Seguridad y Defensa en el Centro de Estudios Hemisféricos y Defensa (Washington DC), y la Marina de Guerra del Perú. Realizó dos pasantías en temas de Políticas Públicas en la Fundación PeaceChild (Inglaterra) y ONG Care (Cambodia) gracias al Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco del Japón. Actualmente dirige un thinktank denominado Centro de Liderazgo e Innovación para Mujeres de las Américas. Es columnista en dos revistas de Argentina y Colombia, y escribe para el diario digital LUCIDEZ.[/author_info] [/author]