La tecnología aplicada a la mejora del proceso electoral es parte de la agenda que se viene en materia democrática, en la defensa y garantía del ejercicio de derechos cívicos y de buenas prácticas electorales, basadas en la identificación de los votantes para evitar fraude a través de trashumancia, doble emisión del voto o directamente la suplantación de identidad.
Jesús Delgado Valery
Honduras celebró el pasado 28 de noviembre sus elecciones generales, en las que las y los votantes eligieron presidente, 128 diputados al Congreso Nacional, 298 alcaldes y vicealcaldes, 2092 regidores y 20 diputados para el Parlamento Centroamericano (PARLACEN).
Los comicios de este año destacaron por la implementación de mecanismos tecnológicos para el registro y autentificación de los electores, así como para la digitalización y transmisión de datos, sistemas que permitieron modernizar varias de las etapas del proceso eleccionario.
Acatando las recomendaciones realizadas por la observación electoral en 2017, el Consejo Nacional Electoral (CNE) implementó un sistema electrónico de identificación biométrica por medio de la huella dactilar en las más de 18 mil juntas receptoras de votos (JRV) a nivel nacional.
Recordemos que en el Informe Preliminar de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el marco de las elecciones de 2017, se cuestionó la integridad del padrón electoral: “Las inconsistencias en el censo electoral son causadas por personas que no inscriben a los fallecidos ante el Registro Nacional de Personas y son enterrados sin un acta de defunción. Además, se observó que el Registro Nacional de Personas no se alimenta de las instituciones que emiten los certificados de defunción. A este problema, se suma la cantidad de hondureños que emigran y no se registran en el exterior por lo que permanecen en el censo electoral.”
Como respuesta a esta situación, a través de un hardware especializado en registro biométrico e identificación de personas, los miembros de mesa de las JRV verificaron la identidad de los más de tres millones de electores que participaron en la elección (62 % del padrón). Esta estrategia fue implementada con el fin de evitar prácticas irregulares documentadas en comicios anteriores, como la doble votación, la suplantación de identidad y la trashumancia electoral en los 298 municipios del país.
¿Cómo funcionó el proceso de validación de los electores en las JRV?
El CNE dispuso que los secretarios de las JRV fueran los encargados de operar el dispositivo de identificación biométrica de los electores.
Antes de comenzar el proceso de votación, los secretarios de mesa debieron registrarse a sí mismos y a cada uno de los miembros de las JRV, así como a los custodios electorales y a los operadores técnicos.
Una vez iniciada la votación, cada ciudadano que ingresaba en la JRV debía validar sus huellas dactilares colocando el dedo índice (o cualquier otro) en un escáner especializado para la lectura de este rasgo personal.
En caso de que existiera algún error con la captura de las huellas, el secretario de la JRV podía verificar si el elector estaba habilitado para sufragar en ese lugar colocando el número de identidad en el dispositivo.
Al tomar la huella o el número de identidad, la computadora asociada al sistema biométrico arrojaba el nombre del ciudadano, su número de DNI, fotografía, la página y número de línea en el cuaderno de votación, lo que, además de brindar transparencia y seguridad, hacía el proceso mucho más ágil.
Una vez corroborada esta información, el elector o la electora podía ejercer su derecho al sufragio.
Es importante recordar que los dispositivos de verificación biométrica dejan registro de cada elector/a y miembro de mesa, así como la hora de ingreso de la información, por lo que al auditar el proceso se puede cotejar la cantidad de votantes con la de votos emitidos.
Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares TREP
El CNE también implementó un sistema para la digitalización y transmisión de resultados electorales preliminares (TREP) con el objetivo de tener resultados provisorios a partir de las tres horas luego del cierre de las JRV.
Una vez cerrados los colegios electorales, a las 18:00 horas, los miembros de mesa de las JRV procedieron a contar los votos emitidos y consignaron estos números en un acta de escrutinio firmada por ellos frente a los custodios electorales de los partidos políticos.
Cada acta fue trasladada hacia una estación de escaneo donde fueron digitalizadas y transmitidas a un centro de cómputo del CNE en donde funcionarios del ente electoral transcribieron los resultados y los cargaron para posteriormente ser publicados.
Para enviar las actas de los 5.735 colegios electorales hacia la capital, el CNE dispuso una estación de escaneo por cada cuatro JRV, las cuales contaron con un computador con conexión a la red del CNE, una impresora, un escáner multifuncional y una UPS (generador de energía).
Una vez que las actas llegaban a estas estaciones se habilitaba la opción de “escaneo de acta”, en donde los funcionarios debían identificar la junta y nivel electivo a la que corresponde cada una, mediante la lectura de un código de seguridad impreso en esta.
Mientras tanto, en Tegucigalpa, el CNE dispuso de un centro de informática para los partidos políticos acreditados, observadores internacionales y medios de comunicación, de manera que recibieran de forma simultánea toda la información sobre el sistema TREP.
A las 21 horas del domingo, 28 de noviembre, el pleno del CNE anunció los primeros resultados electorales preliminares a nivel nacional con apenas el 16,01 % de las actas procesadas (2.929 actas), una cifra mucho menor a la esperada, pero que pudo ser revelada debido a la diferencia entre los votos recibidos por los candidatos.
Lamentablemente, el desempeño del TREP no fue satisfactorio por diversos inconvenientes que deberán ser estudiados a profundidad, y apenas se procesaron el 51,45 % de las actas electorales presidenciales antes de iniciar el escrutinio definitivo. En caso de que se hubiera repetido un resultado estrecho como en 2017, los conflictos de aquella ocasión probablemente se hubieran repetido.
A pesar de estos inconvenientes, en términos generales el CNE de Honduras demostró que implementar soluciones tecnológicas en las diversas etapas del proceso eleccionario no solo garantiza altos niveles de confiabilidad y seguridad, sino que contribuye a transparentar el proceso, evitando elementos que puedan dar pie a crisis políticas que menoscaben la confianza del electorado en los resultados. En comparación con las elecciones de 2017, los comicios de este año a nivel técnico fueron mucho más sólidos, aunque los actores involucrados deberán analizar mejoras en el TREP de cara al futuro.
*Jesús Delgado. Director de Desarrollo Institucional de Transparencia Electoral. Coordinador de DemoAmlat. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Maestrando en Estudios Electorales por la Universidad Nacional de San Martín. Coordinó Misiones de Observación Electoral en Chile, Perú. Ecuador, Paraguay y México. Columnista en distintos medios de la región.