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Donde quiero o donde puedo: cumpliendo con las necesidades del electorado

Las elecciones del futuro que hoy mismo ya se implementan en algunos lugares del planeta distan mucho de parecerse a las prácticas de votación que conocemos en América latina y sobre todo resaltan la falta de actualidad de estas con relación al desarrollo de la vida y las necesidades de los ciudadanos y el uso provechoso de la tecnología para hacer más accesible el proceso al elector. Los casos de Colombia, México, Estonia y EE.UU.

Eduardo Repilloza*

 

La pandemia de COVID-19 ha obligado a las sociedades democráticas del mundo a replantearse muchas cosas que se daban por sentado, la presencialidad, en varios aspectos, clave de la vida, una de ellas. Sin embargo, prohibir la presencialidad en su totalidad no es una alternativa viable, sobre todo cuando se han desarrollado tecnologías que hacen posible y segura la participación en tantos ámbitos de la vida social. Mientras que puede pensarse en reducir la presencialidad allí donde es más o menos dispensable. Los cambios podrían pensarse más en relación a la necesidad de adaptación donde la presencialidad es requerida.

Las elecciones son precisamente escenarios en los que es imposible prescindir de la presencialidad en su totalidad, y además son procesos que difícilmente se pueden postergar indefinidamente sin que ello implique consecuencias muy negativas para la democracia. El reto que supone organizar elecciones en pandemia no sólo tiene que enfrentarse indefectiblemente, sino que se puede enfrentar haciendo uso de nuevas alternativas que permitan reducir el riesgo sanitario; más aún, los cambios implementados pueden perfectamente sobrevivir al contexto de emergencia para acercar los procesos electorales a los ciudadanos y abrir paso al futuro de las elecciones.

Desde Transparencia Electoral hemos trabajado este tema junto a especialistas en el área electoral, tanto antes como durante el escenario pandémico, y siempre hemos llegado a la misma conclusión: es imperativo que los organismos electorales se adapten para ejercer sus funciones durante la totalidad del proceso electoral, pero también para ofrecer más y mejores alternativas a los ciudadanos para que ejerzan sin limitaciones su derecho al voto donde quieran y donde puedan.

 

Colombia

El 6 de agosto pasado, Transparencia Electoral celebró un webinar para tratar este tema con académicos y autoridades electorales. Roberto Cadavid, Director del Censo Electoral de la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia, centró su exposición en los fundamentos constitucionales del voto en Colombia, el estado actual del voto electrónico y el nuevo Código Electoral Colombiano, que fue aprobado en diciembre de 2020 por el Congreso y daría fin a los 34 años de vigencia de la antigua legislación, el Decreto Ley 2241 de 1986.

Colombia no estipula el voto obligatorio para los ciudadanos, y la Constitución deja abierta la posibilidad de implementar medios electrónicos de votación. Entre 2004 y 2008 se aprobó legislación nacional que abría la puerta a la implementación de tecnología en procesos electorales, pero Cadavid explicó que las limitaciones presupuestarias y el fantasma del fraude están entre las posibles razones por las que no se materializó este método de votación. Indudablemente, ambos problemas pueden ser determinantes al momento de implementar tecnología en elecciones y solo pueden ser resueltos por medio del consenso. El consenso entre actores políticos mayoritarios es fundamental para empezar este proceso, debido a que solo así se pueden procurar los recursos y transmitir la confianza, tan necesaria para evitar el avance de fake news en torno a soluciones tecnológicas electorales.

Cadavid también expuso sobre la dificultad que supuso durante muchos años que la legislación electoral fuera pre-Constitucional, dado que la Constitución Política de Colombia fue promulgada en 1991 y la ley electoral previa al nuevo código en 1986. En el caso venezolano se dio una experiencia parecida, cuando tras la promulgación de la Constitución Bolivariana de 1999 no se procuró de inmediato la aprobación de nueva legislación electoral, sino que por varios procesos electorales se siguió la antigua Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política y una legislación improvisada por la Asamblea Nacional Constituyente (1999), denominada “Estatuto Electoral del Poder Público”. Todo esto pone en evidencia lo importante que es tener una legislación electoral acorde a los tiempos y la realidad política.

El nuevo Código trata el uso de tecnologías en el proceso electoral e incluye otras medidas, como la incorporación de nuevos puntos de votación en zonas rurales no contemplados en el código vigente, la recabación de información sobre la población con discapacidad para garantizar la accesibilidad a los centros de votación, y la posibilidad de proveer asistencia tecnológica en la confección de los padrones y las actas de escrutinio. Además, la nueva legislación contendría tres modalidades de voto: el voto tradicional, el voto electrónico mixto (con la asistencia de terminales electrónicos) y el voto anticipado, aunque el Congreso colombiano limitó esta última modalidad a los colombianos residentes en el exterior.

 

México

En la conversación también participó Yuri Adrián González, Director de Seguridad y Control Informático del Instituto Nacional Electoral (INE) de México. En el caso mexicano se han presentado múltiples avances en lo que respecta a tecnología para hacer más accesible el voto para los ciudadanos dentro y fuera del país. Mientras que ya los ciudadanos radicados en el extranjero contaban con la posibilidad de votar por correo postal y entregar la boleta en puntos habilitados, para la elección de 2021 se aprobó el voto electrónico por internet por medio del SIVEI (Sistema de Voto Electrónico por Internet). Este sistema, auditado y verificado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la consultora internacional Deloitte, fue elegido por el 66.82% de los mexicanos empadronados radicados en el exterior. Un número sorprendente de ciudadanos que, en su primera aplicación, se volcaron por un medio de votación que facilita su participación.

Para el INE también representó un alivio logístico y presupuestario, dado que no fue necesario hacer un despliegue diferente al que se hace en Japón, con un bajo número de mexicanos residentes, del que se hace en Estados Unidos o Canadá, donde vive la mayor parte del electorado residente en el extranjero. Con esto se cumplen dos objetivos: se facilita la administración del proceso electoral y se acercan más instrumentos de votación a la ciudadanía, sobre todo en un contexto de pandemia en el que cada ciudadano tenía que sortear distintas restricciones a la movilidad, dependiendo del país en el que viviera.

México no es extraño al uso del voto electrónico presencial, y es que los estados de Coahuila y Jalisco utilizaron el voto electrónico en las elecciones de 2021 como parte de un programa piloto del INE donde se desplegaron 100 urnas electrónicas: 50 urnas electrónicas en los municipios de la zona metropolitana de Jalisco y 50 en Coahuila, incluyendo municipios donde habitan pueblos originarios, como en la zona norte Wixárika donde se superó el proceso sin problemas[1]. Ambas soluciones desarrolladas por los organismos electorales de cada entidad.

 

Estonia

El caso de Estonia es uno verdaderamente digno de estudio, e incluso podría considerarse la meca del voto electrónico. Robert Krimmer, Profesor de e-Governance de la Universidad de Tartu, comenzó su exposición aclarando que Estonia se compara en territorio con Suiza u Holanda, pero tiene apenas 1.3 millones de habitantes. Tan pronto se desintegró la Unión Soviética en 1991, Estonia se apresuró a unirse a Occidente haciéndose miembro de la OTAN y de la Unión Europea, con lo que vino la democratización. Además, el país adoptó la tecnología como su “marca país” y la exhibe a través de una de las vitrinas más visibles: sus elecciones. De hecho, es el único país del mundo en el que se ha implementado el voto por internet para todo tipo de elección sin restricción alguna.

Estonia ha tratado de modernizar sus elecciones al máximo posible para servir a sus ciudadanos de la mejor forma posible. A esto Krimmer se anima incluso a darle el nombre de “convenience voting” o “votación conveniente”, una modernización dramática del voto en servicio de los ciudadanos que abarca 4 dimensiones: lugar (centro electoral, hogar u otro establecimiento o transporte), tiempo (antes o durante), medio (instrumento) y por delegación (autorizar a un tercero a emitir el voto). ¿El pilar técnico que hace posible y seguro este sistema? El documento de identificación digital con chip que el Estado ha venido implementando progresivamente y que se usa para todo tipo de transacción, incluso de tipo bancaria. En las elecciones al Parlamento Europeo del año 2019, el 46.7% de los electores habilitados votó por internet, comparado con las elecciones locales de 2005 (primera vez que se implementó) donde apenas 1.9% del padrón eligió ese medio.

Para evitar la coerción o compra de votos, los ciudadanos pueden votar las veces que quieran, contando con que solo será válido el último voto emitido. Por ejemplo, si un elector va a votar en un centro de votación con la boleta en papel si por algún motivo considera que la votación a través de internet no es segura, este voto sustituirá al emitido por internet.

En lo que respecta al costo de desplegar este tipo de soluciones tecnológicas, Krimmer afirmó que a partir de un relevamiento en el que se comparó el costo de celebrar elecciones a través de diferentes mecanismos, se determinó que el voto por internet cuesta aproximadamente la mitad de lo que cuestan otros canales de votación, e incluso una décima parte de lo que cuesta votar por medios tradicionales.

 

Estados Unidos

Por supuesto, es imposible dejar por fuera un caso observado en noviembre de 2020 directamente por la Misión de Observación de Transparencia Electoral en el Condado de Los Angeles, CA. Este es el condado más poblado de los Estados Unidos, y con más de 10 millones de habitantes supera en población a 41 estados del país. Allí se desplegaron las Soluciones de Votación para Toda la Gente (VSAP, por sus siglas en inglés), desarrollada por la autoridad electoral para 5.8 millones de electores habilitados, y que es un buen ejemplo de cómo el diseño visionario de un instrumento de votación ayudó a enfrentar una situación excepcional como lo es la pandemia de COVID-19.

Siguiendo lo que Krimmer denominaría “convenience voting”, aunque en este caso más para enfrentar una pandemia que con otro objetivo, el Condado de Los Angeles amplió los días de votación de uno a once. Además, universalizó los centros de votación, con lo que cualquier elector podía asistir a cualquiera de los 800 centros disponibles, sin tener que asistir a un centro específico; se facilitó y flexibilizó el voto por correo; y se activó una red de soporte técnico que incluyó un centro de operaciones en la oficina del Registrador o autoridad electoral para seguir en tiempo real el funcionamiento de las máquinas y la afluencia de electores.

El dispositivo con el que se emitía el voto funcionaba de forma muy parecida a la que lo hace la Boleta Única Electrónica (BUE) implementada en algunos distritos de Argentina. El elector inserta la boleta en una máquina que escanea el código de la boleta, habilita al elector a sufragar por medio de una pantalla táctil con instrucciones disponibles en más de 13 idiomas, una vez emitido el voto la máquina graba o imprime la selección en la boleta y esta se lleva a una urna como soporte en caso de una auditoría post electoral. Sin embargo, lo más novedoso podría ser la posibilidad de marcar la boleta electoral directamente desde dispositivos móviles inteligentes antes de llegar al centro de votación, una especie de web check-in electoral, con lo que solo hace falta ir a la máquina, escanear el código QR generado en el dispositivo móvil e imprimir la boleta con las selecciones ya marcadas; reduciendo dramáticamente el tiempo que el elector pasa en el centro electoral y evitando aglomeraciones.

Un relevamiento realizado por la Oficina del Registrador con la participación de 60.500 electores un mes después de la elección[2], determinó que 93% tuvo una experiencia generalmente positiva o neutral, 88% tuvo una experiencia positiva o neutral con la máquina de votación y 92% participaría en futuras elecciones acudiendo al centro de votación.

 

Conclusiones

Analizando estas experiencias queda en evidencia que la mayoría de las leyes por las que se rigen los organismos electorales de América Latina no se adecuan a la realidad. Cuando nos preguntamos dónde están las elecciones del futuro, tenemos que estudiar estos casos positivos que se están desarrollando en diferentes países del mundo y para ver de qué manera se puede llegar a adaptar a nuestras realidades.

América Latina está llena de organizaciones políticas que luchan para mantener el statu quo en este sentido, con lo que restringen la inclusión y las garantías para el ejercicio de derechos políticos. Es muy importante por lo tanto que nos aboquemos a construir consensos para desmitificar las soluciones tecnológicas que reducen costos, facilitan a los organismos electorales la administración de las elecciones y acercan a la ciudadanía medios de votación novedosos y seguros. Es imperativo también actualizar la legislación electoral a los nuevos tiempos, y con ello abrir camino a las elecciones del futuro.

 

Referencias

[1] II Informe de Coyuntura DemoTech (abril – mayo 2021). Disponible en: https://www.transparenciaelectoral.org/wp-content/uploads/2021/05/Informe-de-Coyuntura_DemoTech_002.pdf

[2] Voting Solutions for All People Final Report: https://lavote.net/docs/rrcc/media/VSAP-Report_FINAL.pdf

*Eduardo Repilloza Fernández. Politólogo por la Universidad Rafael Urdaneta (URU) en Venezuela, Maestrando en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato di Tella en Argentina, y Director de Investigaciones en Transparencia Electoral para América Latina. Fue Coordinador Regional de Contraloría Ciudadana de Súmate, A.C. (Venezuela) y ha sido miembro de Misiones de Observación Electoral en Venezuela y Argentina.