Dartiza y Alexandra durante la celebración de su boda. Fuente «El Tiempo»
Con un beso intenso y las 2 vestidas de blanco, fue como Daritza Araya y Alexandra Quirós sellaron su amor y dieron el “Sí, acepto” que las convirtió en la primera pareja de gay de Costa Rica en contraer matrimonio legalmente. La ceremonia, que se llevó a cabo de manera virtual para tomar los recaudos pertinentes ante la pandemia ocasionada por el COVID19, se realizó el 26 de Mayo pasadas las 00.00 Hs.
“Es la Dignidad, es la conquista de la Dignidad”, fueron las palabras con las que definió éste hecho histórico para el país centroamericano, el activista LGTB e integrante de la Organización Interseccional Pro Derechos Humanos, Marco Castillo, quien fue a la vez fue partícipe de la trasmisión del evento junto con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
La conquista del matrimonio igualitario, representa en el país el producto parcial de 30 años de puja política y social por el reconocimiento de los derechos de las comunidades LGTB. Y si bien, ya se anticipan las primeras reacciones de los grupos conservadores y tradicionalistas, persiste un ánimo optimista que guía aquel proceso, cuyo próximo paso contiene lo relacionado a lograr tipificar como delitos cualquier tipo de expresión o acción tendiente a discriminar o violentar a cualquier ciudadano por razones de género, etnia, orientación sexual, entre otras.
De esta manera, Costa Rica se convirtió en el primer Estado centroamericano en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y pasa a integrar la acotada lista. Mientras tanto, el continente no pierde de vista a los países que aún se hallan en una deuda histórica en éste sentido.
Si ponemos el caso de Cuba en contraste, podemos dilucidar que desde hace cierto tiempo se percibe un clima progresista es la isla, que hasta el momento no contiene más que buenas intenciones, puesto que la adquisición real de nuevos derechos se desplaza siempre entre la dilación y la necesidad del régimen de adaptar los posibles cambios a los principios de la revolución socialista.
Es imperioso para este análisis no pasar por alto el hecho de que en el país caribeño, la homosexualidad fue considerada un delito y una enfermedad que se castigó hasta 1986, por lo que los niveles de tolerancia y aceptación alcanzados hasta ahora, implican a nivel interno entre los ciudadanos, importantes pasos.
Todo aquello, no sería posible de pensarse sin la figura de Mariela Castro, quien estando al frene de CENESEX fue impulsora del activismo y la agenda de personas gay, lesbianas o transexuales. Desde la organización de la Conga Cubana (Marcha del Orgullo, versión castrista) a instar el trato humanizado y no discriminatorio por medio de la educación y la cultura, Castro encarna la esperanza de muchos cubanos que desean llevar a cabo un proyecto de vida libre de prejuicios y discriminación.
Fotografía de Maykel Gonzales Rivero para “Cuba Posible”
No obstante, el matrimonio igualitario que si bien es un derecho factible de alcanzarse dado el contexto presente, desposee del acompañamiento de la sociedad civil y en muchas instancias del ala política, cuya manifestaciones explícitas o implícitas, juegan un rol condicionante y decisivo.
Si miramos los hechos, es posible afirmar que algunos pasos ya fueron dados con el aprobado de la Nueva Constitución de 2019, la cual introduce cambios novedosos en lo referente a la organización familiar. Uno de ellos comprende en su texto lo siguiente: El Estado reconoce y protege a las familias, agregándose «cualquiera sea su forma de organización». Mientras que, en lo relacionado al matrimonio como institución se suprimen las definiciones que engloban las palabras «Hombre/Mujer” y se conceptualiza al mismo como “solamente como una institución social y jurídica, y una de las formas de organización de las familias, que se funda en el libre consentimiento y en la igualdad de derechos, obligaciones y capacidad legal de los cónyuges”.
Ahora bien, si desde el ámbito jurídico existe una predisposición hacia la apertura e integración de las minorías sexuales ¿Por qué existe aún una notable resistencia por parte de la población para encaminar al país hacia la modernidad? La respuesta a esto no es única ni categórica, sino que recoge una multiplicidad de factores, ideas, vivencias y preconceptos que explican por qué en Cuba persiste el machismo y la homofobia en estados puros.
La fuerte presencia de las iglesias cristianas católicas y evangélicas, combinada con la desinformación a la que son sometidos los ciudadanos -producto de la maquinaria de censura castrista- más la convivencia con el vestigio atroz de una sociedad que consideraba la homosexualidad como un mal moral y se dedicaba a perseguir quienes se presumían de poseer preferencias sexuales diferentes, son algunos de los elementos que sirven de barreras y aplazan la unión civil de personas del mismo sexo.
Es válido recordar también la presencia organismos internacionales y multilaterales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos que recomiendan y exhortan a Cuba y otros países latinoamericanos el pronto y efectivo reconocimiento de estos derechos. Por otro lado, la intervención estatal a través del financiamiento de campañas y eventos gayfriendly a modo de prevenir cualquier tipo de discriminación y exclusión por razones de género, configuran valiosas iniciativas para las minorías cubanas.
En éste punto será vital el despliegue del estado en la concreción de una realidad nueva, pues un acercamiento, no es una victoria; palabras no conllevan hechos y, un texto constitucional modificado, no garantiza a largo plazo un verdadero cambio social.