El modelo populista de derecha, campo fértil para la expansión descontrolada de la enfermedad, exhibe los patrones que conforman la lógica cultural que ha impedido a los Estados Unidos articular una estrategia efectiva de prevención sanitaria.
Entender cómo Estados Unidos se convirtió en el país más afectado por la pandemia, requiere una cierta cronología y mostrar las fuerzas políticas que han venido preparando las condiciones para esta catástrofe desde hace años. Trataré de resumir aquí, en términos muy generales, cómo el gigante económico y militar fue puesto de rodillas ante una amenaza de magnitudes nanométricas.
La parálisis inicial.
El Condado Snohomish, cuyo nombre puede ser interpretado como “aguas dormidas” en el lenguaje de los nativo-americanos del área, tuvo el primer caso de COVID-19 en los Estados Unidos el día 21 de enero de 2020. Se trató de un hombre de 35 años, quien acudió a una clínica de servicios de emergencia después de cuatro días de tos y fiebre.
La existencia del misterioso virus de Wuhan fue reportada desde finales de 2019, pero el presidente dirigió su primer comentario público a la audiencia del foro de Davos, en Suiza, al siguiente día de la primera confirmación: “Lo tenemos completamente bajo control. Se trata de una persona que arribó de China, y lo tenemos bajo control. Todo va a estar bien”, afirmó.
El tweet siguiente arribó el 24 de enero (2 casos confirmados)[1], en el cual dijo que China estaba trabajando muy duro para contener la enfermedad y que Estados Unidos apreciaba grandemente estos esfuerzos, también felicitaba personalmente al presidente “Xi”. Estos mensajes iniciales van a ser revisados con frecuencia por los analistas, para mostrar cómo evolucionó hasta culpar a China y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la pandemia; llamarle el “virus-chino” y hasta acudir a una frase que ha sido cuestionada como racista: “Kung-flu” (El catarro Kong-Fu).
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca fue advertido de la amenaza del virus desde el 2 de enero, directamente por el Dr. Robert Redfield, director del Centro de Control de Enfermedades (CDC). Varios titulares de agencias gubernamentales pronto intercambiaron en privado consideraciones sobre la disrupción potencial de una epidemia. El Secretario de Servicios Humanos y de Salud (HHS), Alex Azar[2] le había comentado a su propio jefe de despacho “Esto es algo tremendamente importante”. A pesar de ello, los portavoces del gobierno federal desestimaron el riesgo del virus ante la opinión pública.
El día 31 de enero (7 casos), casi un mes después, Trump declaró una emergencia nacional y anunció la primera restricción de viajes desde China[3]. Entre la fecha que se conoció del virus y el momento en que comenzó la prohibición, habían arribado ya a los Estados Unidos 430,000 pasajeros, entre ellos el paciente número uno; adicionalmente, otros 40,000 arribaron del país asiático posteriormente a la medida. Estos pasajeros, en su mayoría, no fueron sometidos a ningún tipo de cuarentena ni rastreo de contactos[4]. Decenas de países ya habían establecido prohibiciones de viaje similares y con anterioridad a los Estados Unidos.
El día 7 de febrero (11 casos), Trump compartió otro tweet asegurando que el presidente Xi “era fuerte, agudo y estaba poderosamente enfocado en liderar el contrataque contra el virus”, afirmó que el esfuerzo sería exitoso y las temperaturas cálidas iban a detener la enfermedad. Trump reiteraba que no había nada por lo cual tuvieran que preocuparse los estadounidenses.
Fue dos semanas después, el 24 de febrero (15 casos), cuando la Casa Blanca pidió $2.5 billones para lidiar con la emergencia nacional y anunció, a los dos días siguientes, que el vicepresidente Mike Pence estaba al frente del Equipo Especial de la Casa Blanca para enfrentar el Coronavirus (The White House Coronavirus Task Force).
El 16 de marzo (4,226 casos), la Casa Blanca finalmente publicó sus Directrices del Presidente sobre el Coronavirus para los Estados Unidos[5], donde ofreció una guía para desacelerar la propagación de los contagios. Los gobiernos locales, tales como Miami-Dade, establecieron órdenes de permanecer en casa y una autorización de salir limitada a quienes eran considerados trabajadores esenciales. Empezaba la “cuarentena”.
Se ha especulado sobre las razones para la demora en las medidas, entre ellas: el intento del gobierno federal de impedir un pánico generalizado, que afectara los mercados de valores, lo cual traería un efecto negativo para la economía y para los prospectos de reelección del presidente. El 20 de febrero inició, de todas formas, un descalabro en la bolsa de valores, una caída que llegó a borrar las ganancias de los últimos tres años en apenas unas semanas. Si bien la histeria informativa y las reacciones desproporcionadas pueden afectar los mercados, también la opacidad y la percepción de incapacidad gubernamental pueden provocar el mismo resultado. El retraso en las medidas iniciales parece haber sido contraproducente tanto en la salud, como en la economía que buscaba proteger.
La publicación reciente del libro de John Bolton, ex Jefe del Consejo de Seguridad Nacional[6], “La Habitación donde Ocurrió”, ofrece un posible nuevo componente sobre los motivos del presidente para retrasar las medidas: Bolton asegura que Trump había solicitado al presidente chino, que favoreciera las compras de productos a los granjeros estadounidenses, quienes son parte de su base electoral con el fin de mejorar sus posibilidades de reelección. Si, efectivamente, Trump había pedido este favor personal al líder del principal competidor de los Estados Unidos, el presidente podía temer que los chinos revelaran la sustancia de la conversación. Las autocracias tienden a guardar registros – y utilizar estratégicamente – las comunicaciones políticas sensibles. Solicitar ayuda a un gobierno extranjero, para influir en las elecciones es considerado un crimen en los Estados Unidos, lo cual puede precipitar a Trump a un segundo juicio político. Las buenas relaciones con Xi pudieron ser una cuestión de seguridad personal: Trump evitó tomar medidas tempranas para proteger sus propios intereses electorales y personales.
La compra de los productos de granja se efectuó tal y como Bolton describe en el libro. No obstante, las afirmaciones del ex consejero de seguridad nacional sobre la petición Trump-Xi, han sido cuestionadas por otros funcionarios del gobierno. Robert Lighthizeer, representante de Comercio de los Estados Unidos, quien afirma haber estado en el lugar donde Bolton le atribuye a Trump haber pedido a Xi Jinping la ayuda para su reelección, declaró bajo juramento, que esto nunca había sucedido.
En retrospectiva, un análisis del New York Times calcula que un 90%[7] de las muertes en los Estados Unidos podrían haberse evitado, de haber tomado acción sólo dos semanas antes.
El retraso en los exámenes.
Las demoras no sólo estaban en la alta esfera de la administración, cuando el primer kit de exámenes para Sars-Cov-2 arribó en un paquete de Federal Express a un laboratorio de salud pública del lado este de Manhattan, el 8 de febrero; los técnicos pasaron horas intentando verificar si los resultados eran precisos. La conclusión fue que el mencionado examen, diseñado por el CDC, no estaba en condiciones de diagnosticar el contagio. Por ejemplo, si aplicabas al examen agua destilada, en lugar de una muestra de tejido humano, este aún ofrecía un resultado “positivo”. En New York tenían razones más que suficientes para estar nerviosos por una epidemia del nuevo coronavirus. Jennifer Rakeman, una de los asistentes del comisionado de salud pública de la ciudad, cuando escuchó del fracaso de los exámenes, respondió: “Oh mierda…, ¿qué vamos a hacer ahora?”[8][i]. No podía ser peor momento.
Hasta el 2 de marzo (469 casos), casi un mes después, no se confirmó tener exámenes confiables para reproducir a lo largo del país. El 6 de marzo (1,051 casos), el gobierno federal incumplía la promesa de haber entregado un millón de exámenes a los laboratorios privados. A muchas personas les fue negado el examen durante los primeros días, pues tenían que “haber viajado a China” para ser elegibles. El poder examinar cuanto antes y a tantas personas como fuera posible, fue crítico en las naciones que consiguieron mitigar las consecuencias del virus, como es el caso de Corea del Sur, quienes han llegado a desplegar hasta 1,873 exámenes por nuevo caso de contagio; mientras los Estados Unidos apenas hasta 22 exámenes por nuevo caso de contagio[9].
La velocidad y alcance de los exámenes no ha dejado de ser una preocupación constante en la opinión pública norteamericana. El 23 de junio (2,268,753 confirmados), Trump dijo que el incremento del reporte de nuevos casos en el país era debido al aumento en la cantidad de exámenes realizados. Esto fue criticado por expertos y analistas, quienes aseguran que los casos no dependen de que hayan sido examinados: puesto que el contagio no proviene del examen.
Después de la declaración del presidente, hay reportes de centros de testing que están siendo retirados por el gobierno federal. Por supuesto, reducir la capacidad de examinar sólo contribuye a que las cifras oficiales no incrementen, pero los contagios reales, con toda seguridad, se mantienen aumentando, sólo que ahora con menos personas diagnosticadas y en aislamiento voluntario.
El 28 de junio, los Estados Unidos había avanzado significativamente en su capacidad de examinar, alcanzando los 1682 test por millón de habitantes; pero también con la mayor cantidad de casos confirmados del mundo: 2,540,983.
La desestimación del riesgo.
Aunque el tema ya fue mencionado, es importante resaltar su magnitud y alcance. Dos días después de tener los primeros exámenes viables, el día 4 de Marzo (98 casos), Trump dijo en una entrevista en el show de Sean Hannity, que el nuevo coronavirus no era peor que la gripe común: un virus que es responsable por un número de entre 27,000 y 77,000 muertes anuales (cuatro meses después de esta entrevista, aproximadamente 125,000 muertes por COVID-19 habían sido ya confirmadas en los Estados Unidos). El presidente parecía considerar cualquier noticia negativa sobre el virus como un ataque a su reelección, por lo cual compartía aspiraciones irreales, tales como que una vacuna estaría disponible pronto, o que los tratamientos por coronavirus estaban cubiertos por los seguros médicos, libre de copagos. Si sumamos a estas declaraciones la campaña permanente para atacar a la prensa y desacreditar cualquier perspectiva desfavorable, calificando a los reportes críticos como “noticias falsas” (fake news), podemos entender cómo una parte importante de los ciudadanos norteamericanos no tuvo una alerta apropiada de la amenaza que se cernía.
Durante enero y febrero, cientos de miles de viajeros provenientes de las zonas de contagio se mezclaron con la población. No es difícil imaginar cómo el virus comenzó a esparcirse entre miles de norteamericanos, sin la percepción de riesgo necesaria. No sólo el Sars-Cov-2 puede ser diez veces más letal que la gripe común, sino que muchos pacientes van a enfrentar daños permanentes al corazón y los pulmones después de recuperarse, al punto de considerarse una condición de salud pre-existente. El 29 de febrero concluía con apenas 375[10] exámenes realizados en todo el país.
La guerra cultural y el rechazo a los expertos.
La preparación del gobierno para enfrentar la pandemia y los mensajes desde la Casa Blanca fueron responsabilidad de la administración, pero el anti-intelectualismo, como resultado del movimiento populista de derecha, fue el ingrediente final de la tormenta perfecta. Los tratados de Libre Comercio y la internacionalización de los puestos de trabajo durante los años 90, afectaron grandemente a un sector de la clase trabajadora norteamericana, principalmente blanca y sin educación universitaria. Las fábricas fueron trasladadas a otros países, como China o México; el trabajo virtual fue externalizado a otros continentes. Los salarios tuvieron que competir con los de economías en vías de desarrollo.
Esta nueva realidad, impulsó un movimiento populista para quienes el enemigo del pueblo es una élite tecnocrática, a quien los medios alternativos de derecha y, posteriormente Fox News, surgida igualmente durante esos años de transformación lo nombró los “globalistas”. A los ojos del movimiento populista, existe una conspiración de parte de la élite liberal y profesional, para robarle la soberanía al pueblo e inundar el país de inmigrantes.
Si para muchos liberales era una cuestión ética y estratégica el darles refugio a los migrantes que huían de la violencia en sus países, el grupo de estadounidenses que se sentía más dañado por la globalización, comenzó a reaccionar también ante la amenaza cultural: si los inmigrantes aumentan, en qué van a transformar nuestras comunidades, cómo vamos a competir con ellos por los empleos; temen que sus pueblos natales sean convertidos en guetos irreconocibles. Esto dio inicio a una nueva industria de la comunicación, que consiguió capitalizar sobre la reproducción de estos temores y apoderarse de un megáfono de alcance nacional.
Apenas dos meses antes de la aparición del Sar-Cov-2, Trump tomaba el pódium en la asamblea general de la ONU para afirmar: “El futuro no pertenece a los globalistas, pertenece a los patriotas”[11]. Trump supo, como ningún otro político, encarnar y canalizar este espíritu populista de rechazo a las élites[12]. También permitió más relevancia a los comunicadores de extrema derecha, financiados por billonarios conservadores, quienes venían ofreciendo contenido e identidad al movimiento desde mucho antes.
Cuando su administración comenzó a lucir como si perdiera el control sobre la economía y de la pandemia, el presidente rechazó utilizar mascarilla, no quería símbolos que denotaran su fragilidad política y menos todavía, subordinarse a la élite de “expertos”. Millones de seguidores de Trump adoptaron la misma filosofía: utilizar mascarilla es renunciar a nuestros reclamos, es entregar el país a los globalistas intelectualoides, es suprimir nuestras libertades. El rechazo de millones de norteamericanos a usar mascarilla y otras medidas de precaución, hizo perder la mejor oportunidad para detener la expansión del virus. Las medidas de prevención elementales se habían politizado.
Varias autoridades locales, principalmente republicanas, tales como el estado de Florida y Texas, actuales focos de crecimiento de la pandemia contribuyeron a seguir esta lógica de la “guerra cultural”. Abrieron las economías antes de tiempo, al llamado del presidente y no siguieron medidas más cautelosas. También divulgaron una visión rosada sobre la amenaza del virus y las posibilidades de contenerlo; cuando aún las Directrices no habían sido cumplidas, ni tampoco había una reducción de la curva de contagios significativa.
El Dr. Antoni Faucci, el experto de mayor rango en enfermedades infecciosas de la nación, afirmó el 6 de julio[13]: “La Unión Europea, como una entidad, subió y después bajó hasta la línea base”, haciendo referencia a la curva de contagios. “Ahora están teniendo algunos repuntes, como es de esperar, según tratan de reabrir. Nosotros subimos, pero nunca descendimos hasta la línea base, y ahora está volviendo a subir”. Una semana antes, el 30 de junio de 2020, la Dr. Anne Schuchat[14], asistente principal del director del CDC, afirmaba que el coronavirus se estaba expandiendo muy rápido y muy ampliamente, como para que los Estados Unidos pudieran controlar el virus en la forma en que otros países lo habían logrado. Las redes sociales ya habían popularizado el hashtag #TrumpVirus, el país quedaba atrapado en el ojo de la pandemia.
La mezcla de populismo político, sumisión partidaria y fanatismo de una base social impermeable a cualquier reflexión crítica -basada en evidencias científicas- a la gestión presidencial, han cobrado un alto precio en vidas, económico y a la democracia estadounidense. Pero esos fenómenos tienen bases más profundas, sobre los que volveremos en un análisis futuro, desde estas mismas páginas.
[1] Total Number of COVID-19 Cases, by Date Reported https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/cases-updates/previouscases.html
[2] Inside Trump Administration, Debate Raged Over What to Tell Public. The New York Times (https://www.nytimes.com/2020/03/07/us/politics/trump-coronavirus.html)
[3] Los expertos del gobierno que se encargaron de tomar las primeras decisiones, criticaron sobre las dificultades de establecer especialistas en China, para hacer una valoración apropiada de la amenaza; pero sus críticos han argumentado que, justo dos meses antes de la tragedia, Trump había decidido terminar un programa conjunto de detección de amenazas de coronavirus, llamado PREDICT y estimado en $200 Millones de dólares, para entrenar especialistas en el campo.
[4] U.S. states quarantine handful of passengers under Trump coronavirus screening. Reuters. https://www.reuters.com/article/us-china-health-usa-quarantine/u-s-states-quarantine-handful-of-passengers-under-trump-coronavirus-screening-idUSKBN202027
[5] Directrices del Presidente sobre el Coronavirus para los Estados Unidos. 30 Días para dessacelerar al propagación https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2020/03/DIRECTRICES-DEL-PRESIDENTE-SOBRE-EL-CORONAVIRUS.pdf
[6] The Room Where It Happened: A White House Memoir. John Bolton (https://www.amazon.com/Room-Where-Happened-White-Memoir/dp/1982148039)
[7] The Huge Cost of Waiting to Contain the Pandemic. The New York Times (https://www.nytimes.com/2020/04/14/opinion/covid-social-distancing.html)
[8] Inside the coronavirus testing failure. The Washington Post (https://www.washingtonpost.com/investigations/2020/04/03/coronavirus-cdc-test-kits-public-health-labs/)
[9] https://ourworldindata.org/coronavirus-testing#how-many-tests-are-performed-each-day
[10] Previous U.S. Viral Testing Data https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/cases-updates/previous-testing-in-us.html
[11] Trump en la ONU: «El futuro no pertenece a los globalistas, pertenece a los patriotas» https://www.dw.com/es/trump-en-la-onu-el-futuro-no-pertenece-a-los-globalistas-pertenece-a-los-patriotas/a-50565821
[12] Para más información sobre el populismo de derechas consultar: Populismo de Derecha y desdemocratización, Armando Chaguaceda (https://www.academia.edu/42156266/Populismo_de_Derecha_y_desdemocratizaci%C3%B3n?fbclid=IwAR3ivzFEefLQsBl-yiTUjBxSMvEDLJVNjjthCMKGU2D-CPdFLLiK7SySNbk)
[13] Fauci says US coronavirus situation is ‘really not good’ as new cases surge
[14] CDC says U.S. has ‘way too much virus’ to control pandemic as cases surge across country https://www.cnbc.com/2020/06/29/cdc-says-us-has-way-too-much-virus-to-control-pandemic-as-cases-surge-across-country.html
[author] [author_image timthumb=’on’][/author_image] [author_info]Guennady Rodríguez
Licenciado en Derecho por la Universidad de La Habana. Master en Dirección de Empresas por la Universidad de Murcia. Ha sido profesor de Filosofía del Derecho, Teoría del Estado y del Derecho. Fue miembro del consejo editorial de la revista Espacio Laical, del Arzobispado de La Habana, así como colaborador en diversas publicaciones y espacios digitales[/author_info] [/author]