Para ubicarnos en el contexto boliviano, es obligatorio hacer una cronología de los hechos. El Gobierno de Evo Morales hace 10 años implementó una fuerte estrategia de migración de población del occidente hacia el oriente del país, incluida la zona amazónica, para mover la balanza electoral de Beni, Pando y Santa Cruz, donde la oposición era mayoritaria.
En la actualidad la oposición boliviana está dispersa rumbo a las elecciones, frente a lo que suponen un control del gobierno de turno sobre instituciones encargadas de administrar transparentemente las elecciones y el cumplimiento de la democracia, como el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal Constitucional Plurinacional, el Órgano Legislativo y el Órgano Judicial.
Sin embargo, es importante resaltar lo que muestran las encuesta sobre Evo Morales que busca por cuarta vez una elección, vemos el repudio de más del 70% de los bolivianos que afirman que en las elecciones de octubre de este año «habrá fraude electoral».
Por otro lado, lo que suma estabilidad a la candidatura de Evo Morales es el tema económico, en los últimos años Bolivia goza de una economía blindada que ha sido de las que más ha crecido en Latinoamérica en los últimos 3 años según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante esta situación, la comunidad internacional ve que Evo Morales tiene una política económica sólida y esto mantiene su popularidad y prestigio a nivel nacional e internacional. Información que para los bolivianos es de mucha importancia porque las grandes reformas o cambios de gobierno en la mayoría de los casos se dan a consecuencia de las crisis económicas pero si en Bolivia no se siente, los ciudadanos se sentirán en una zona de confort donde nos les falta ni le sobra. A esto se suman las reformas sociales, el discurso de inclusión y participación de los movimientos sociales, utilizando la consigna “gobernar obedeciendo al pueblo”. La estrategia del Movimiento al Socialismo (MAS), partido oficialista, gira alrededor de la reducción de la extrema pobreza, énfasis en el crecimiento económico, la estabilidad económica, el acceso universal a los servicios . Mientras tanto, la oposición se queda con la definición que democracia es libertad.
En el caso que Morales gane las elecciones generales, su poder y su forma de gobierno sufrirán cambios sustanciales. Se está originando nuevo sistema de partidos y el resultado final lo conoceremos el 20 de octubre, una oposición que durante el proceso previo a las elecciones ha logrado un compilado de denuncias de hechos de corrupción y narcotráfico que son el pan de cada día en los medios de comunicación, jugarán un papel preponderante a la hora de marcar la papeleta electoral.
Surgen las críticas desde la ciudadanía para los partidos de oposición porque hasta el momento no lograron conformar un verdadero bloque de unidad y eso tiende a la dispersión del voto. Los líderes y candidatos de oposición se manifestaron en contra de la postulación de Evo Morales y calificaron su candidatura de ilegal pero no dejan de lado sus egos, todos afirman ser la mejor
opción pero no tienen una propuesta que convenza a los bolivianos. La oposición fue incapaz de renovar su liderazgo y realizar una democratización interna, evidencia de ello fueron las elecciones primarias en la que ningún partido tuvo una opción diferente de binomio. Un gasto innecesario que igual lo asumimos los bolivianos.
Teniendo como antecedente el resultado del referéndum del 21 de febrero del 2016 en el que los ciudadanos rechazaron del proyecto constitucional para permitir al presidente o vicepresidente del Estado Boliviano a postularse nuevamente a una elección. El «No» ganó con algo más del 51% de los votos, rechazándose el proyecto constitucional. Este hecho marcó un antes y después en la coyuntura política de nuestro país, puesto que ha sido un factor detonante de la ya existente crisis institucional de la democracia.
Es muy probable que existan sorpresas en el conteo de votos en todos los recintos a nivel nacional, es muy incierto el futuro de Bolivia. No solamente el cálculo racional interviene, pero estamos hablando de un segmento del electorado que no sabe por quién va a votar porque no tiene lealtades y no se sienten identificados con alguien.
Independiente de los que nos dicen las encuestas, es una probabilidad es que se llegará a una segunda vuelta en la que será trascendental la unificación del voto de la oposición. Si un candidato de oposición logra ser presidente empezará una constante persecución jurídico-política a las autoridades del gobierno anterior que generará el malestar y reacción de partidarios y de las organizaciones sociales provocando así convulsión social, generando así el deterioro de la actividad económica. Además que volveremos al periodo de bloqueos y protestas.
¿Qué nos espera a los bolivianos?
El rol que cumpla las personas que asuman la dirección del Estado desde enero del 2020 estarán en una complicada misión puesto que es posible que no tendrán mayorías en la Asamblea Legislativa, se verán frenados proyectos de inversión que son prioridad en diferentes regiones del país. Es importante puntualizar que las actitudes obstaculizadoras producto de las diferencias político partidarias tendrán como resultado el estancamiento e impedimiento del desarrollo de Bolivia. Los políticos ya sean de gobierno o de oposición tienen que tener como objetivo estar al servicio de los ciudadanos. Al final de no lograrse un gobierno de consenso el gran perdedor será el pueblo boliviano.
La madurez política de las diferentes fuerzas que compongan el parlamento serán las definirán mejores días para Bolivia. La ruleta está rodando y en octubre sabremos los resultados.
Lic. Clousiane Neida Suarez Leigue
Comunicadora Social