Por Jesús Delgado*
La suplantación de identidad del votante es uno de los ejes en que se concentra el fraude electoral. Tanto en la identificación y registro del votante como en la emisión y transmisión del voto o consolidación de resultados, la tecnología contribuye a limitar las posibilidades del ejercicio del fraude. Los países de la región ensayan estrategias de implementación tecnológica en experiencias piloto cuya extensión y ampliación son el futuro de las elecciones con integridad.
En los sistemas democráticos, la elección de autoridades por parte de la ciudadanía constituye un requisito fundamental (necesario, pero no suficiente); y la integridad de los procesos electorales es la garantía del respeto de la expresión popular.
El ciclo electoral está compuesto por la fase preelectoral, electoral y postelectoral, y cada una de estas a su vez se divide en subfases en las que se incorporan diferentes medidas de seguridad y protección, entre ellas los mecanismos y tecnologías para la identificación de los sufragantes.
Los organismos electorales deben tomar medidas que les permitan verificar inequívocamente la identidad de las y los electores, y que los ayude a garantizar que estos emitan su voto en el lugar que les corresponde. En este sentido, la tecnología biométrica puede ayudar a evitar prácticas como la trashumancia (que un elector vote en una jurisdicción que no le corresponde), el voto doble o el de fallecidos (cuando no hay una apropiada depuración del padrón), entre otras, que pueden echar por la borda la integridad y credibilidad de los procesos electorales.
De acuerdo a una publicación de la OEA, la tecnología aplicada al registro de votantes se trata de “la captura de una o varias marcas biométricas del elector, tales como las huellas digitales, firma y foto, adicional a la información biográfica. Una vez almacenado en la base de datos, se pueden usar las marcas biométricas para la elaboración y entrega de documentos de identidad electoral y para la autenticación del elector durante la jornada electoral. La singularidad de las marcas biométricas contribuye a mitigar el fraude por suplantación de identidad o múltiples registros de un mismo elector”.
Según un relevamiento de IDEA Internacional de 2019, 35 países de 130 consultados capturan datos biométricos como parte del proceso de registro de electores. De estos, 12 usan sistemas electrónicos de identificación biométrica en los centros de votación.
En nuestro continente son varios los países que usan algún tipo de información biométrica (sobre todo foto y huella dactilar) para el registro y la identificación de los electores. Algunas de las experiencias han sido promovidas por las autoridades electorales de Argentina, Colombia, y Honduras; que han implementado estrategias apoyadas por soluciones tecnológicas.
Desde 2017, la Cámara Nacional Electoral (CNE) de Argentina ha venido desplegando un sistema de identificación biométrica a través de la huella dactilar en un operativo denominado “Control de Fronteras”. Este ha permitido que los procesos electorales que se desarrollan en estas zonas de riesgo sean cada vez más confiables y seguros en lo relativo a la identificación de votantes.
En aquel año, el sistema biométrico se desplegó en las provincias de Chaco, Corrientes, Jujuy, Formosa, Misiones y Salta, y también en la Provincia de Buenos Aires en al menos 200 mesas de 17 centros electorales.
En las Elecciones Primarias y Generales de 2019, se repitió la experiencia biométrica en las siete jurisdicciones anteriores y se incorporaron 22 mesas más, distribuidas en 6 locales de votación, en la provincia de Mendoza, para un total de 1.258 mesas electorales, en donde votaban 442.971 electores, lo que representaba el 1, 3 % del padrón electoral. La CNE destacó el éxito de los sistemas biométricos y los calificó como una “herramienta útil y confiable”.
Lo propio ha ocurrido en Colombia, que desde 2009 ha implementado exitosamente tecnología de identificación biométrica en unas 24 elecciones locales. Para la Registraduría Nacional del Estado Civil (ente encargado de la identificación de los ciudadanos y potenciales electores), así como para el Consejo Nacional Electoral del país suramericano, este sistema ha permitido erradicar uno de los fraudes electorales más recurrentes: la suplantación de votantes.
Amparados en el Sistema Automatizado de Identificación Dactilar, AFIS (por sus siglas en inglés), los miembros de mesas electorales pueden cotejar la huella de los votantes colombianos y vincularlo con un documento de identidad, disuadiendo cualquier intento de voto doble o de suplantación de identidad.
Para las próximas elecciones de Honduras, el Consejo Nacional Electoral ha decidido acatar las recomendaciones de las misiones de observación electoral internacionales que participaron en las elecciones de 2017, y desplegará un sistema electrónico de identificación biométrica.
Recordemos que aquellas elecciones fueron cuestionadas por algunas fuerzas políticas locales y organismos internacionales de observación electoral, que hallaron inconsistencias en la forma como se llevó a cabo la identificación de los electores y la transmisión de los resultados preliminares y definitivos, lo que derivó en una crisis institucional que duró meses.
De esta manera, se usará un hardware especializado en registro biométrico e identificación de personas que autenticará a los casi 5,3 millones de electores/as hondureños/as de los 298 municipios del país este sistema en sus más de 18 mil juntas receptoras de voto (JRV), con el fin de evitar la posible doble votación, la suplantación de identidad y la trashumancia electoral.
Conforme se cumple el calendario electoral en la región, las y los ciudadanos organizados y los entes comiciales de estos tres países avanzan en la constitución de mecanismos de autenticación de la identidad del electorado que les permitan solventar las inconsistencias identificadas en los procesos anteriores.
De esta manera, ya sea en la fase de registro e identificación del elector, en la emisión del voto o en la transmisión y consolidación de resultados, los países de la región han encontrado en la tecnología un aliado para que sus procesos sean progresivamente más confiables y transparentes.
* Director de Desarrollo Institucional de Transparencia Electoral. Coordinador de DemoAmlat. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Maestrando en Estudios Electorales por la Universidad Nacional de San Martín. Coordinó Misiones de Observación Electoral en Chile, Perú. Ecuador, Paraguay y México. Columnista en distintos medios de la región.