
En 1959 la ‘‘Revolución’’ ganó, y Fidel Castro se hace cargo del Gobierno de Cuba, al año siguiente, en 1960, el gobierno de los Estados Unidos decide imponer un embargo comercial debido a que durante la gestión de Castro, se nacionalizaron empresas y territorios de empresarios norteamericanos en Cuba- Un año más tarde, en 1961, la relación entre ambos países se complicó aún más cuando desde la administración de Eisenhower se rompieron las relaciones diplomáticas con Cuba, más tarde Fidel Castro comunica que el carácter de la ‘‘Revolución’’ sería socialista, marxista-leninista. En los últimos 62 años la relación entre ambos países ha ido fluctuando entre momentos en los que parecían acercarse y otros en los que nuevamente se alejaban.
Durante la presidencia de Barack Obama, más precisamente desde 2014, tuvo lugar un cambio radical e inesperado en los vínculos que mantenía el gigante norteamericano con la isla. El objetivo de Obama era cambiar la estrategia política que venía teniendo el país durante los últimos 50 años. Debido a que mantener una fuerte oposición al régimen cubano no había traído los resultados esperados por Estados Unidos e incluso se agravó cuando, después de la caída de la Unión Soviética, los Castro se perpetuaron en el poder. El acercamiento de Obama comenzó en julio de 2015 con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las representaciones diplomáticas, también se restablecieron los vuelos comerciales, se multiplicaron los viajes de estadounidenses a Cuba y se flexibilizó el embargo comercial, lo que permitió a grandes empresas estadounidenses como Google, Airbnb, Verizon y Marriott realizar negocios en la isla. Un año más tarde, el 24 de marzo de 2016, se produjo un gesto de gran importancia cuando Obama realizó una visita oficial a La Habana, que dio lugar a una histórica reunión entre Raúl Castro y el presidente estadounidense, en la cual, si bien cada mandatario pronunció sus diferencias sobre temas como los derechos humanos y democracia, acordaron mantener las relaciones comerciales para ayudar salvaguardar economía cubana. Sobre esta reunión Obama declaró “Tenemos dos sistemas distintos de Gobierno, tenemos diferencias, pero lo que le he dicho (a Castro) es que nosotros vamos hacia adelante, no vamos hacia atrás; no vemos a Cuba como una amenaza a los Estados Unidos; el hecho de que yo esté aquí abre un nuevo capítulo”.
Dicho capítulo se cerró con la llegada de Donald Trump al Gobierno norteamericano, ya que bajo su administración desde 2017 se impusieron sanciones nuevamente sobre la isla. Primero se restringieron las negociaciones con entidades vinculadas al ejército de Cuba -este sector es el que controla la mayor parte del turismo, el comercio minorista y hotelería de la isla-. Luego, en 2018, la situación empeoró ya que Trump dio otros golpes al turismo cubano al vetar a los cruceros y prohibir vuelos comerciales a cualquier aeropuerto fuera de La Habana. Si bien las relaciones diplomáticas se mantuvieron, el gobierno norteamericano retiró a todo el personal no imprescindible de su embajada debido a que parte del personal diplomático sufrió “alteraciones nerviosas”. Como ultima sanción, antes de dejar la presidencia, Trump dio a anuncio la inclusión de Cuba en la “lista negra de Washington” es decir, la lista de paises que son considerados como patrocinadores del terrorismo. Por su parte, Cuba también impuso sanciones contra los Estados Unidos, como prohibir que los estadounidenses se hospeden en hoteles, cerrar todas las oficinas de la empresa Western Unión, entre otras medidas.
Con el triunfo de Joe Biden en las más recientes elecciones de Estados Unidos, se esperaban cambios en los vínculos con el Gobierno de Díaz-Canel.Si bien Biden había anunciado que esperaba poder continuar el camino que había comenzado el ex presidente Obama -de quien fue vicepresidente-, ante las manifestaciones del 11 de julio se endureció su posición. Desde el primer momento, mostró su apoyo al pueblo cubano en su pedido de libertad, y pidió que el Gobierno de Cuba “escuche las demandas de sus ciudadanos y no recurra a la violencia”, ante los continuos abusos a los Derechos Humanos causados por el Gobierno cubano. Luego, Biden anunció duras sanciones, la primera fue impuesta por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), la cual congeló las propiedades e intereses del ministro de las Fuerzas Armadas de Cuba, López Miera, y de la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior de Cuba, es decir, que no le permitirán acceder al sistema financiero estadounidense. Por otro lado, prometió a los cubanos brindarles un mejor acceso a internet, ya que, como medida para evitar la circulación de información, el gobierno de Díaz-Canel cortó el internet en gran parte de la isla. En un comunicado Biden expresó “esto es solo el comienzo, Estados Unidos seguirá sancionado a los responsables de la opresión del pueblo cubano” y declaró, a su vez, que “Estados Unidos apoya a los valientes cubanos que han salido a las calles para oponerse a 62 años de represión bajo un régimen comunista”.
La respuesta desde Cuba fue un rotundo rechazo y se reprochó nuevamente a los Estados Unidos por tener un “doble discurso humanitario”, al preocuparse por los ciudadanos cubanos pero no levantar el embargo económico. Hasta este momento tampoco se levantaron las sanciones impuestas durante la gestión de Donald Trump. Es claro que los hechos suscitados en la isla desde el 11 de julio tuvieron un impacto que profundizó la imagen negativa de Cuba para el Gobierno norteamericano, ya que Biden dio marcha atrás con la idea de continuar el camino de Obama y manifestó que “trabajará con sus socios para presionar a la dictadura cubana para que libere a los presos políticos, restablezca el acceso a internet y permita a los cubanos disfrutar de sus derechos fundamentales”.