DemoAmlat celebró el 20 de septiembre último un Twitter Space para debatir con activistas cubanos lo contenido en la versión 22 del anteproyecto del Código de las Familias, publicado por el Ministerio de Justicia de Cuba (Minjus) el pasado 15 de septiembre.
Entre los expositores invitados por Demo Amlat figuraron la crítica de teatro cubana y residente en Estados Unidos, Yasmín Portales Machado, y desde la isla la periodista independiente María Matienzo Puerto, y los activistas LGBTIQ+ Raúl Soublett López y Ulises Padrón Suárez, estos últimos por problemas de conexión no pudieron intercambiar en el espacio.
Una de las peticiones de la comunidad LGBTIQ+ cubana ha sido la redacción de un nuevo e inclusivo Código de las Familias que actualizara lo establecido por la Ley No. 1289 de 14 de febrero de 1975 (Código de las Familias vigente).
En contraste con la publicación del anteproyecto, el Ministerio de Educación cubano comunicó, el propio 15 de septiembre, que la escasez de recursos imposibilita impartir el “Programa de educación integral en sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos”; un programa al cual se han opuesto grupos religiosos que también muestran resistencia ante la legitimación del matrimonio igualitario, el aborto y otros temas incluidos en el anteproyecto del Código de las Familias.
Desde el 16 de julio de 2019 el régimen cubano constituyó un Grupo de Trabajo Temporal para elaborar las propuestas de políticas para el proyecto. El 22 de marzo de 2021 el Consejo de Estado aprobó la Comisión, integrada por diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular y representantes de instituciones gubernamentales y organizaciones también controladas por el gobierno, encargada de la elaboración del proyecto del Código de las Familias.
Varios activistas han señalado que el Código es completo en su concepción, aunque posee ciertas carencias. Portales Machado sobre el anteproyecto opinó que “me parece extremadamente positivo la amplitud con que el código trabaja en reconocer la diversidad familiar, la insistencia en la protección de los derechos de la infancia y del bienestar superior de niños, niñas y adolescentes y también de personas de la tercera edad o con discapacidad”.
“El Código es avanzado, reconoce una serie de derechos y establece unos marcos legales bien adelantados y lo suficientemente amplios y flexibles que es una cosa que ya el Código de 1975 no podía torcerse más sin romperse. Este Código no solo se esfuerza en su amplitud, sino que se construye desde unos supuestos que buscan la flexibilidad, que la ley pueda seguir adaptándose según criterios de dignidad, respeto, bienestar superior de la infancia y realidad. De tal manera que funcione por un tiempo largo. Por lo menos en papel, hace un buen trabajo”, acotó la también activista.
Aunque señaló que lo que “echo de menos es la presencia de las personas trans en este Código. De nuevo han sido completamente desaparecidas. Aunque he visto varios argumentos de que están de manera implícita, no me parece suficiente”.
El matrimonio igualitario, uno de los temas que recoge el Código ha sido el foco de atención donde se han puesto todas las miradas de defensores y detractores. Para Matienzo Puerto centrarse en un solo elemento es una concepción errada:
“Creo que se ha mal enfocado la discusión sobre el Código de las Familias y solamente se está viendo desde la perspectiva de la unión de dos personas del mismo sexo. En el Código de las Familias hay otra serie de derechos y deberes que tienen las familias cubanas y creo que de alguna manera se está sometiendo a plebiscito que las personas gais de la comunidad LGBTI puedan tener o no derechos.
También se están sometiendo a plebiscito el derecho de las madres a concebir desde la producción independiente. Fui directo al punto del matrimonio infantil, cosa que también es preocupante, también se va a llevar a plebiscito. Se va a llevar el Código general y creo que hay una campaña muy fuerte para ir en contra de algo que se necesita”
Para mí está muy lejos de estar perfecto o cercano a la perfección”.
Ante la pregunta del moderador sobre la conformación de la Comisión redactora, que no contó con miembros de la sociedad civil independiente ni activistas LGBTIQ+, Portales Machado dijo que:
“La comisión redactora del Código de las Familias fue constituida de la misma manera en que el gobierno cubano constituye las comisiones redactoras: a través de la selección de personas del Parlamento, con conocimiento especializado, de distintas entidades gubernamentales.
Más allá de lo que yo considero legítimas y pertinentes demandas del activismo y de la sociedad civil cubana para participar de manera activa en a la creación del código. El hecho de que nos hubiesen incluido en esa confección habría significado un cambio tan drástico en la manera en la que se hace la política en Cuba, que no estaríamos hablando del Código de Familia sino de esa incorporación. Me parece que es una carencia del sistema cubano, esto es lo que es”.
El Estado cubano llevará a plebiscito el Código, una decisión controversial rechazada por varios sectores de la sociedad independiente cubana. Tras la aprobación de la versión número 22 del documento el Minjus compartió el correo electrónico familias@minjus.gob.cu para que la población ofrezca sus sugerencias o inconformidades con el Código.
Con los aportes de la ciudadanía se elaborará otra versión que será sometida a aprobación en la ANPP en diciembre de 2021, para luego realizar la consulta popular el próximo año.
En 62 años de existencia el régimen cubano no ha demostrado transparencia en su manejo de las cifras en procesos similares a este.
Los medios oficiales cubanos han desplegado una campaña que muestra la voluntad política del gobierno para aprobar el Código; sobre ello Portales Machado estima que “es una hermosa y terrible operación de pinkwashing, borrar de alguna manera de los titulares los problemas de economía, el desastre de la pandemia, los problemas de gobernabilidad que venían revelándose desde el 27 de noviembre y que estallaron el 11 de julio, con el debate de este proyecto tan avanzado, tan diverso que reconoce los derechos de las mujeres a hacer con su útero lo que quieran, que le da la posibilidad de las personas soletas de adoptar, etc”.
Portales Machado se mostró optimista sobre la posible aprobación sin modificaciones significativas del Código el año entrante.
“Soy optimista, pero yo creo que la voluntad política del gobierno es aprobar el código de familias con el reconocimiento mayor posible a la diversidad de familias y creo que por eso en términos estratégicos es que no se menciona la identidad de género.
El Código no es un regalo para la comunidad LGBTQ de Cuba sino una renovación del marco legal para todas las personas de Cuba y eso es importante en términos comunicativos y por honestidad. El impacto que podrían tener estas nuevas normas va más allá de lo que yo considero el derecho irrenunciable de la gente a casarse con quien quiera.
Beneficia a toda la ciudadanía cubana que crea en la igualad y el derecho de la felicidad de las personas, no beneficia a los que están siempre vigilando para controlar a otros y otras y a quienes creen que sus hijos y sus mujeres son suyos, a esa gente no los beneficia”, aclaró.
Por otro lado, Matienzo Puerto conversó sobre el proceso de discusión publica del anteproyecto en las comunidades cubanas.
“Las personas pueden hablar en cualquier espacio, la cuestión es a dónde llegan sus cuestionamientos. Muchas veces no van a parar a ninguna parte. Dos antecedentes importantes son la consulta popular del anteproyecto de Constitución, que después en el resumen que ellos mismos dieron en la asamblea nacional se mostró un desbalance muy grande; y la reforma de la jubilación, donde no se tomaron en cuenta los criterios de mujeres cubanas para establecer una edad de jubilación de 60 años para ellas”.
Corremos el riesgo de que suceda igual con esta nueva puesta en escena, me cuesta mucho trabajo pensar que es legítimo porque lo hemos vivido en muchas ocasiones y esta no tiene por qué ser diferente”, aseguró.
Los grupos conservadores que más se han opuesto a que el gobierno otorgue derechos a la comunidad LGBTIQ+ han sido los de creencias religiosas.
Para Matienzo Puerto estos grupos pujan en la lucha del poder interno que se despliega en Cuba.
“Estos grupos sí tienen influencia porque en Cuba el derecho a la manifestación no existe, sin embargo, cuando se habló del artículo 68 estos grupos sin salían a manifestarse en plazas públicas y nadie las reprimía. Es una lucha de poder donde quedamos excluidos la gran mayoría”, mencionó la reportera de CubaNet.
De vistas a la consulta y aprobación del Código de las Familias, la comunidad LGBTIQ+ y las agrupaciones feministas tienen un camino aún complejo por recorrer, ¿qué harán en este escenario?
“De aquí a diciembre lo que se impone y desde el activismo y la lucha por los derechos es echar la batalla en términos comunicacionales para lograr que el Código se enriquezca y no pierda en el proceso de consulta popular.
No hay un marco legal que comprometa al gobierno, primero a ser transparente con las opiniones emitidas, segundo a tenerlas en cuenta. Pero también es una puesta en escena en el sentido de que vivimos en sociedad y esto es parte del performance de las relaciones sociales, se impone abrazar esa circunstancia performativa y hacerlo lo mejor posible
Tenemos que convencer a las personas de que esto no es un asunto de la comunidad LGBTQ. Esto es un asunto de muchos y va a beneficiar a un montón de personas. El gobierno tome conciencia de que los únicos grupos que están mirando, que están exigiendo, tienen memoria y capacidad para exigir sus derechos no son los de las iglesias cristianas fundamentalista, que son otros grupos de la sociedad civil que no están en contra de los derechos humanos sino a favor de ellos”, concluyó.